Tatiana Lobo Wiehoff (Origen Chilena)

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TATIANA LOBO WIEHOFF(chilena)

(1939)

 

 

Tatiana Lobo Wiehoff nació en Puerto Montt, Chile, en 1939. Desde el año de 1967 se trasladó a vivir con nosotros, a San José y se naturalizó costarricense. Sus estudios se inclinaron por el teatro y la pintura. En Madrid hizo estudios de cerámica. Algunas de sus obras han sido traducidas a otros idiomas y se ha hecho merecedora a algunos premios internacionales así como nacionales, tal es el caso del Premio Nacional Aquileo J. Echeverría de novela, en 1993 y en el año 2005 se le concedió el premio de novela 2004 y en el año 2008 recibió el Premio de la Academia de la lengua española costarricense, sobre todo por su novela El corazón del silencio, publicada en el año 2004. Sus obras obedecen a investigaciones no solo bibliográficas sino en los mismos lugares donde viven los personajes. Talamanca y sus indígenas, fueron motivo de ellas.  

 

Ha publicado ensayos, tales como Negros y blancos: todo mezclado: 1997 y otros más.  

 

 
LO QUE HA ESCRITO TATIANA LOBO WIEHOFF

 

NOVELA

 

1. Asalto al Paraíso: 1992

2. Calipso: 1996

3. El año del laberinto: 2000

4. El corazón del silencio: 2004

5. Candelaria del azar: 2008

6. El puente de Ismael: 2014

 

 

CUENTO

 

1. Tiempo de claveles: 1989

2. Entre Dios y el Diablo, mujeres de la colonia: 1993. El editor lo clasifica como crónicas.

  

TEATRO

 

El caballero del V Centenario: 1989

 

 

CRÓNICA

 

1. Entre Dios y el Diablo: 1993

2. Parientes y venta: 2010

 

 

Asalto al Paraíso que publicó en 19921, es la primera novela escrita por Tatiana Lobo Wiehoff.

 

Compartimos con Joaquín Gutiérrez Mangel el criterio de que esta novela es nuestra primera gran novela histórica,2 por el valor literario del discurso narrativo y el tratamiento temático. Y no sólo es la primera sino la de mejor calidad literaria. La historia sirve de fuente para crear una obra de arte y no al revés porque no es la historia la que ocupa el primer nivel sino el arte, el carácter literario.

 

La novela se estructura bajo un importante manejo del narrador y los puntos de vista. Nunca aparece el autor que se distancia y deja que sea el narrador, sujeto de la enunciación, quien dirija los hilos narrativos y forme enunciados de los personajes que se convierten en narradores de lo que realizan o ven. Así se forma un calidoscopio de voces que narran, viven, sufren sus propias acciones y las de otros que se relacionan con ellos.

 

Las principales voces narrativas están dirigidas por el narrador principal omnisciente que permite a las voces narrativas de los personajes contar la historia de la novela. Principalmente son: la voz del personaje Pedro Albarán o Pedro de la Baranda, el español que huye de España, acusado por la Inquisición y llega a Cartago donde participa en casi todo lo concerniente al relato, su amigo El Ruiseñor, un zapatero vecino de la ciudad, doña Águeda Pérez, esposa de José de Casasola, militar, el fraile Juan de las Alas, Pablo Presbere, el indio que levantó a su pueblo contra los españoles, La Muda, Jerónima, La Madre de los Forasteros, La Chamberga, etc.

 

La novela comienza con un canto al pueblo indígena,  su tierra, sus dioses y su cultura. Es una especie de introito al altar, donde posteriormente serán masacrados los nativos y violados todos sus derechos, vilipendiados, robados, engañados, esclavizados por parte de los españoles. Es el primer capítulo de la novela y  lleva por título Ba-brú Presbere sueña a Surá Señor del Mundo Más Abajo. Son las profecías del Dios a su Cacique guerrero de la suerte que espera a su pueblo. Se observa el uso de la letra gótica y la descripción del suceso principal del capítulo, tal y como lo hizo Cervantes en la novela Don Quijote de la Mancha. Esto no es casual sino un recurso técnico que da a la novela una clara ubicación histórica: 1700 y algunos  años sucesivos. Es el tiempo de la "pacificación" de los indígenas y la imposición de la cultura española, por las buenas o preferiblemente por las malas.

 

La primera sección se dedica a la historia del personaje Pedro Albarán, su origen, sus reflexiones, sus inquietudes, sus vicisitudes, hasta que, en una mesa de un bar, se burla de algunas autoridades políticas y religiosas. La historia se interrumpe para trasladarse a la ciudad de Cartago, en la parte tercera. Parte del final de la intervención del Santo Oficio, se conocerá más adelante.

 

Las interrupciones de la historia permite disfrutar de una novela polifónica, rica en posibilidades técnicas, tales como el manejo del tiempo, a través de frases introductorias, tales como "mucho tiempo después", años antes", "muchos años después", "Ese lado oscuro de su vida se me revelaría mucho tiempo después", "años después", etc. Esto también lo utilizó Gabriel García Márquez: 1928 en su novela Cien años de soledad: 1967. También la obra de Tatiana, utiliza el realismo mágico en algunos de sus acontecimientos. Es una novela que puede competir con cualquiera otra del ámbito latinoamericano, en calidad literaria e importancia histórica.

 

La novela narra las aventuras de Pedro Albarán, tanto en España como en Costa Rica, en la ciudad de Cartago y la zona de Talamanca. A través de su vida y aventuras se van desarrollando los acontecimientos históricos y la vida privada de algunos personajes que evidencian sus aspiraciones, vicios, degeneraciones, intereses.

 

Tres grupos bien caracterizados se pueden observar, a nivel colectivo: Los indios, los españoles y los costarricenses blancos, los criollos, producto de la mezcla entre ellos, los mestizos. Los primeros, los indios se dividen en dos, los rebeldes, los que no aceptan el yugo español y los evangelizados y esclavizados o pacificados como prefieren llamarlos los franciscanos. Los españoles se dividen en dos, pero con idénticos fines: los representantes de la corona, civiles que con las armas imponen su  ley y los que se cobijan alrededor de la religión católica, representados, en la novela, por los franciscanos. El tercer grupo, mezcla de españoles, nacidos en la colonia, se presentan como aliados de los españoles, ricos y explotadores de los indígenas, dueños de las haciendas, sobre todo de cacao, en la zona atlántica.

 

Por último cabe destacar el papel sobresaliente de las mujeres, no importa a cuál grupo pertenezcan. Están representadas por mujeres  brillantes, de gran personalidad, inteligentes, símbolos de virtudes, ideales, cultas y de gran ternura, solidaridad, visionarias. Las mujeres se destacan en las novelas de esta escritora.

 

A manera de ejemplo se pueden destacar a La Muda y su hermana Jerónima, ambas indígenas. A pesar de que la joven muda, se presenta como pasiva, aceptadora de lo que deseen hacer con ella y desde luego, sin voz, como la cultura indígena, es a través de sus ojos que logra comunicar su inmensidad de posibilidades. En ellos se pierden los que se atreven a sondearlos. Esto le sucede a Juan de las Alas y al mismo Pedro, que no resisten su belleza, su misterio, su reclamo, su rebeldía, sin casi no resistirse, su embrujo. Los ojos se convierten en grito inconmensurable de ser, de vitalidad, de asombro. La muda y Jerónima que es todo valor, valentía, esfuerzo, rebeldía, trabajo, protección, se convierten en símbolos de esa cultura avasallada por los españoles.

 

Otro personaje femenino que alcanza gran relieve es Águeda Pérez, es independiente, emprendedora, inteligente, visionaria, valiente. Brilla con luz propia y comprende su papel en el enfrentamiento entre los indios alzados por Pablo Presbere y los españoles. Lo mismo se enfrenta a los oficiales de España, en Cartago, como a los frailes. Su simple presencia es motivo de respeto y admiración.

 

Hay otros personajes femeninos que sin importar el papel que desempeñan, son nobles, inteligentes, solidarias y humanitarias. Nos referimos a la Señora de los forasteros y a La Chumberga, capaces de grandes actos para defender la amistad y sus empresas.

 

Esto no opaca a los personajes masculinos sino que los iguala, los humaniza, los personaliza. No son buenos y malos enfrentados en el conflicto sino personajes humanizados que luchan por sus ideales aunque muchas veces estén equivocados. Es su propia conducta la que  les da la estatura que alcanzan.

 

La novela no es una repetición de acontecimientos lineales y cronológicos, desde un punto de vista oficial sino la multivisión de un grupo de personajes de diferentes estratos y culturas enfrentados en defender lo que consideran justo y suyo. Unos usurpadores y otros, víctimas de esa usurpación. Así los hechos históricos se mezclan con la vida privada, sus pasiones, lo íntimo, lo secreto de sus aspiraciones, vicios, defectos y hasta aberraciones. Por ello el Santo Oficio se refleja en sus más bajos instintos. No sólo juzga, hasta crímenes comunes, sino que condena, tanto materialmente como espiritualmente, a los que se oponen a sus dogmas e imposiciones. La iglesia, con él, se une al poder político y económico de la corona y sin importarles el método, se convierten en dueños de vidas y haciendas. Los frailes franciscanos no escatiman esfuerzos y acciones, en aras de conseguir los fines de evangelización, de imposición de una cultura extraña con base en la cruz y la espada.

 

La novela termina con la victoria de frailes y militares sobre los indios, la humillación de estos, el encarcelamiento de gran parte de ellos y la derrota de los españoles, víctimas de epidemias y enfermedades propias de esta región. Es la naturaleza la única que obtiene la victoria al final de la obra, con símbolos como las guacamayas que se apropian de la iglesia en la ciudad y las levitaciones de Juan de las Alas que augura una nueva visión espiritual. Es la síntesis de la locura de unos y la búsqueda de una identidad cultural que sólo se encontrará en la pluralidad de la misma.

 

La segunda novela que escribió Tatiana la llamó Calipso1y la publicó en 1996.

 

También es una novela histórica, sobre la región de Limón, la costa del Atlántico. Es un canto a la cultura caribeña, al negro, representado en tres mujeres: Amanda, Eudora y Matilda. Alrededor de ellas se van tejiendo las historias de un pueblo, desde su fundación hasta su extinción. También en esta novela, los acontecimientos se desarrollan, giran, aparecen, con relación a un blanco, Lorenzo Parina, llegado a la costa desde el centro del país, en busca de un futuro mejor. Se relaciona con un negro, Plantintáh, trabajan juntos y deciden establecer un negocio propio. Para ello se trasladan a una ensenada de la costa, totalmente virgen, construyen una especie de comisariato, a medias, y comienzan las aventuras comerciales y privadas. El negro se casa con Amanda y se dedica a pasarla bien, un tanto preocupado, más por el placer, que por el trabajo. Esto lo lleva a la quiebra y se ve obligado a dejar el negocio en manos de Lorenzo que comienza su éxito en los negocios pero su rotundo fracaso en el amor. Se enamora de Amanda y ello lo conduce al asesinato de su amigo y la persecución de Amanda que lo rechaza.

 

De esta manera comienza el desarrollo del pueblo que gira alrededor de Lorenzo y sus empresas, legales e ilegales y las negras de la estirpe de Amanda y su descendencia. El éxito de Lorenzo va emparejado a la impotencia, el fracaso en sus  empresas sexuales y amorosas que lo llevan a la mínima expresión, a convertirse en un títere de sus propias pasiones y un asesino aunque nunca fue a la cárcel.

 

El pueblo que Lorenzo llama Parima, al principio con el agregado y CÍA, ve llegar el progreso. Aparece la iglesia y las sectas, la escuela, la plaza de deportes, la carretera que los comunica con la ciudad, el salón de baile y con ellos el pueblo recibe también a los más variados personajes extranjeros y nacionales, atraídos más por la exuberante  y exótica naturaleza, la vitalidad de la etnia negra, su cultura, su música y su visión de mundo mágica. Así como llegan, se trasladan a vivir en el Alto, o en casa de la solterona Emily, hermana de Tantintáh, mujer esotérica, que hace de la música una religión y de su vida una entrega a los demás. Es la comunicación con la naturaleza y el poder mágico de los muertos y la conciencia maravillosa de una raza a quien protege  y lucha por mantener incólume. Por ello, las tres mujeres que comienzan las Scarlet con Amanda y termina con Matilda, se convierten en el centro de la novela y a la par de ellas alusiones a la segunda guerra mundial y a los hechos revolucionarios del cuarenta y ocho, al mando de José Figueres que no se llama con su nombre histórico pero que se intuye con claridad que es él.

 

La novela está signada por el realismo maravilloso, sin ambages, sin ocultamientos. Va desde la conversión de Plantintáh en gallo, hasta las más bellas manifestaciones del poder sobrenatural que yace en la cultura afro caribeña y la vida increíble de Stella. Más allá de lo cotidiano, de lo material, de lo efímero del ser, está lo verdadero, lo mítico, lo maravilloso que redime al hombre de lo caduco, de lo intrascendente, lo superficial. Por ello los únicos que viven realmente, a pesar de sus congojas y pobrezas, son los negros y no quien posee la riqueza material y política, como Lorenzo, pero que su misma impotencia vital le convierten en un hombre que despierta lástima, conmiseración, por no decir compasión y que termina viviendo con Olga, la dueña de una librería y de una casa de prostitución. Es la única mujer que lo acepta, lo consiente y como él pertenece a la cultura superficial de la posesión de lo material como único proyecto vital.

 

La novela resalta la permanencia cultural del pueblo caribeño sobre el resto del país, de cultura postiza, superficial, robotizada y llena de lo foráneo y no precisamente de lo mejor sino de lo material, insustancial, propia de una subcultura adquirida y ni siquiera digerida.

 

Calipso es un tributo a esa gran cultura caribeña, representada por los negros de Limón, un poema a su naturaleza, a su lucha por ser y no parecer. Excelente novela que da relieve a esa cultura a través de tres bellísimas y significativas mujeres: Amanda, Eudora y Matilda.

 

La tercera novela, la más reciente que ha escrito Tatiana, lleva por título El año del laberinto1 y la publica en el año 2000.

 

Es otra novela histórica excelente. Retoma algunos hechos históricos de 1890 y siguientes. Es el tiempo en que Rafael Iglesias asume el poder en Costa Rica: 1894-1898. La novela fija el día 18 de enero de 1894 como el inicio del recorrido del relato2. La autora utiliza, en vez de capítulos, los meses de un año y en algunos de ellos, títulos explicativos de algún acontecimiento importante que se piensa enunciar. Así la novela se estructura de enero a enero. Pero la historia de los personajes abarca retrospecciones a tiempos muy distantes, sobre todo en el pasado.

 

El hilo narrativo, de alguna manera, gira alrededor de Sofía, la esposa del cubano Armando Medero, rico panadero y comerciante afincado en Costa Rica con su familia que apoya la revolución cubana contra la monarquía española. Cerca de esta perspectiva narrativa se dan dos derivadas de ella. Pío Víquez  y Ricardo Jiménez, conjuntamente con los cubanos y los españoles y su revolución para obtener la libertad unos y conservar el dominio político los otros. Y la perspectiva social comandada por María, la Motetes al mando de las putas y Martín Camacho, su protector, chulo, etc. Otro grupo que se deriva de ambos es el gobierno de Rafael Iglesias, que gobernó Costa Rica desde 1894 a 1898, los clericales bajo la tutela de Bernardobispo3 y circunstancialmente Minor Keith, dueño del ferrocarril al atlántico y las plantaciones de banano que pronto formarían la United Fruti Company, en 1899. El escenario general es la calle del Laberinto, sus alrededores y específicamente la casa de Sofía.

 

El crimen de Sofía el 18 de de enero de 1894 inicia y termina la novela. El esclarecimiento del criminal, el juicio y condena de su esposo y tío Armando Medero sirve de marco, no sólo policíaco sino histórico para conducir al lector social por la recreación de los acontecimientos políticos, tanto nacionales como exteriores, sobre todo la preparación de la revolución cubana contra los españoles. Costa Rica sirve de escenario para preparar la estrategia bélica y recibe a los líderes más importantes de esta gesta gloriosa, tales como José Julián Martí (1853-1895), Loynaz, los hermanos Boix, Antonio Maceo (1845-1896) y otros.

 

Otros acontecimientos como la construcción del Teatro Nacional, la persecución de las putas y su destierro a Talamanca y Gofo Dulce, la inundación de ratas, el atentado del presidente, las escaramuzas de Montero, los juegos de billar, las noticias del Heraldo forman un mosaico de la vida social de finales de siglo en la capital, las luchas entre conservadores, los cafetaleros y clericales contra los liberales anticlericales, en medio de chismes, dimes y diretes y  una ciudad más aldea que otra cosa con aspiraciones europeas, más de forma que de realidad, donde privaba la chabacanería, el superficialismo, la hipocresía y las aspiraciones más que las realizaciones. Un poco al estilo de los clásicos apagones de luz frecuentes en la capital y las carretas y caballos, como medios de locomoción, además del tren recién fundado que llevaba el café a Limón y el banano de las fincas de Minor Keith. 

 

Es la visión de Sofía, ya muerta, la que va desgarrando una vida de privaciones a pesar de su riqueza, de soportar embarazos, tuvo once hijos, jugar un papel de anécdota en toda aquella maraña de muertes y desamparos. Por ella conocemos su niñez, su educación en las letanías de los noes de su madre, los intereses de los padres, en su  lucha de casar a su hija con un pariente rico, a pesar de que ella no lo quería. Es la visión de la mujer, víctima del machismo, de los celos, del pasar desapercibida, ante todo acto de importancia, siempre sirviendo de objeto social. También, a través de ella, cobra vida la perspectiva de María, La Motetes que de sirvienta en su familia, a su muerte, debe regresar a su casa pero nunca llega a ella y se queda a vivir donde Martín, que le da techo y comida. María se levanta como un símbolo de respeto, de hidalguía, de solidaridad, de valentía, de amparo y de lucha contra todas la adversidades que ella y su grupo atraviesan, tanto por la hipocresía de la iglesia y sus acólitos, como de las decisiones de los gobernantes para ocultar maniobras, actos de corrupción, ventas de la riqueza nacional que sólo aportaban beneficios a algunos ricos de la oligarquía en el gobierno.

 

Del binomio Pío Víquez y Ricardo Jiménez, el tres veces presidente de Costa Rica, en ese entonces, jugando el papel de abogado defensor de Sofía y sus familiares que acusaban a Armando Medero, de haber asesinado a su esposa  Sofía por celos y porque se resistió a dar una firma para liberar una hipoteca. Ricardo llevaba el caso del divorcio presentado por Sofía, de ellos, quien más se destaca es Pío Víquez, que a través de su periódico, abre polémicas sobre los acontecimientos políticos del momento y bajo su aguda mirada, a veces hipócrita, por conveniencia, se van conociendo los entretelones de la politiquilla aldeana y la mezquina y cursi sociedad capitalina. La novela desmitifica al liberal Ricardo Jiménez y le da su verdadera dimensión. Es curioso que las mujeres de ambos se mantengan ocultas a la autora. Tal vez La Cucaracha, que había sido tratada con mucha amplitud por Alfonso Chase Brenes, en su novela El pavo real y la mariposa: 1995, pasara desapercibida pero de la esposa de Pío Víquez, casi no se sabe nada. Es posible que al ignorarla, se realce el papel que jugaban algunas mujeres en la vida de estos personajes masculinos: pasar desapercibidas. Puro machismo.

 

La cuarta novela que recién publica Tatiana lobo, 2004, la ha llamado El corazón del silencio.1

 

Esta novela, publicada en el año 2004 y premiada como la mejor novela por el Ministerio de Cultura y Deportes recientemente, es sin duda alguna la mejor novela publicada en Costa Rica, de autora a nuestro juicio costarricense aunque su origen sea chileno, en el año 2004.

 

La novela está narrada por una voz omnisciente muy impersonal, distanciada del mundo narrado y muy cercana a los personajes que ocupan indistintamente su atención. Así conocemos, los lectores sociales, los acontecimientos, lo que piensan los personajes y hasta los fantasmas. Es claramente un narrador omnisciente distanciado, intermediario. Esto no elimina la polifonía de untos de vista, a pesar de ser mediatizados. Es por lo tanto una novela moderna sin pretensiones tecnicistas ni alardes artificiosos, más propiamente de la novela monofónica pero bien escrita.

 

Lo interesante de ella es la estructura y los logros a nivel de recursos genéricos. Por una parte se nos muestra como una novela de estructura claramente policíaca, con una investigadora, Yolanda, un crimen, el del señor Marcelo, una atmósfera de misterio, una casa antigua, de dos pisos, propia de las mejores historias de misterio; fantasmas, testimonios, testigos, y esclarecimiento del crimen en la parte final de la obra. El lector vive cada uno de los episodios con atención, no se le informa más de lo conveniente, solo se dan los indicios necesarios para mantenerlo absorto en la trama de ella y atento a descifrar los hilos del crimen que no se presentan evidentes, sino apenas sospechados.

 

Por otro lado la novela se evidencia a través de varios viajes. El primero es físico y cronológico. Yolanda, una funcionaria de las Naciones Unidas, en el área de los Derechos Humanos asiste a un Congreso sobre el tema a la capital chilena y aprovecha esa circunstancia para visitar a una tía, Aurelia, que aún vivía, y de paso investigar la muerte de su primo Marcelo y pasar un tiempo en la casa que le vio nacer y donde permaneció hasta su juventud. Este viaje permite abrir otros más, uno histórico, regresar a su niñez, redescubrir el pueblo, sus fantasmas, el colegio de monjas, el seminario de los Jesuitas, los cambios sufridos en lo social, político y civil, etc. Y el otro viaje es el psicológico, un regreso a su niñez, sus temores, sus vivencias, sobre todo religiosas, confrontadas con la formación científica del presente novelesco que se ubica, unos días antes del encarcelamiento del General (Pinochet, la novela nunca da el nombre) en Inglaterra y la noticia que recibe Aurelia, antes de que Yolanda partiera de su casa paterna o mejor expresada, "tiaterna".

 

Estructurada así la novela, se torna histórica, policíaca, psicológica, maravillosa, pero sobre todo "evidenciadora", denunciadora. En el fondo lo que queda en el lector es la tragedia que vivieron los ciudadanos chilenos con la llegada al poder del General Pinochet y la ola de asesinatos de los que eran allegados al gobierno de Allende y creían en un gobierno popular que redimiera  a los más necesitados y que no sirviera, como es la costumbre, a los intereses de los ricos y las empresas transnacionales en la dirección de los Estados Unidos.

 

La novela es sencilla y ese es uno de sus logros. A pesar de tratar un tema tan angustioso como es el asesinato y desaparición de civiles, por el simple hecho de oponerse al régimen dictatorial, escapa al panfleto, se mantiene distanciada y da créditos al respeto de la imagen literaria, de la esencia de la literatura: primero arte y luego lo demás. Tampoco cae en las valoraciones subjetivas. Todo lo contrario, el lector social va descubriendo, casi sin proponérselo, las vivencias de una familia en un pueblo lejano y unos habitantes corrientes, sin grandes aspiraciones, con proyectos de vida más codificados por las costumbres pueblerinas y la religión católica, llenos de prejuicios, temores, mitos, dogmas, muy cercanos posiblemente a Dios pero muy alejados de la razón, la civilización y la realidad del acontecer histórico.

 

La tesis de la novela se evidencia en la confesión de Yolanda, con el viejo cura del seminario Paul, cuando dice:

 

"_ Me acuso de no perdonar lo que no puedo castigar". 1

 

Es el momento en que Yolanda ya sabe que Marcelo había sido muerto por agentes de la inteligencia del gobierno, por no confesar dónde estaba el dirigente político, su amigo, que es precisamente el hombre del bote que viajaba al inicio de la novela con Yolanda en el mismo bus y que como ella también regresaba de su exilio.

 

Es el momento en que Yolanda opta por no perdonar, por no mantener el silencio, a pesar de que con él se beneficiara el precario donde se creía existía la tumba donde enterraron a los disidentes asesinados. Paul sabía eso y más, pues había ayudado a escapar del país a Miguel Cárcamo, el hombre del bote, y callaba para que, gracias a la denuncia de esa tumba, los pobres tuvieran casa digna y una vida mejor, porque ahí no encontrarían los cadáveres, ya que habían sido trasladados, y todos, gobernantes y pobres, saldrían ganando. Lo mismo ocurría con Aurelia que sabía del asesinato de Marcelo, la complicidad de Óscar, pues había depositado el cadáver, a solicitud de éste, en el pantano. Terrible decisión: callar, guardar silencio por unos beneficios pasajeros o denunciar la verdad,  sobre todo la verdad histórica. Este es el momento en que Yolanda:

 

"Yolanda retrocedió hasta la puerta para alejarse de la seducción. Así y todo, era un consuelo saber que había alguien viviendo en el corazón del silencio. Alguien que había hecho estallar todos los límites para huir del dolor. Valor o cobardía, qué más daba. Era, estaba, existía esa presencia de lo incomprensible y también de lo posible".1

 

Se trata de la celebración con Cárcamo, en su casa, de la noticia del momentáneo apresamiento del General y la decisión de éste de seguir luchando por la libertad de su pueblo.

 

Novela llena de contrastes. Enfrentamiento entre lo real y lo imaginario, la fe y la razón, la fidelidad a los principios religiosos más allá de lo razonable o el  esclarecimiento de la verdad. De génesis de una familia, intrigas de amor. El hermano de Marcelo, Óscar, es quien denuncia a Miguel Cárcamo de reunirse en su casa con otros disidentes, pero también pretendía a la novia de su hermano, la loca Melania, era dueño de los terrenos del precario, que posiblemente, y así se intuye de los hechos, inició la locura, al presenciar la muerte de su amado novio. Y ¿qué decir del fantasma La Tontaloca (significativo nombre) que vivía con Aurelia y tenía libertad, pues los otros fantasmas los mantenía la vieja tía de Yolanda, Aurelia, prisioneros, de igual manera que escondía la foto del General a quien amaba y le guardaba fidelidad y respeto?

 

Excelente novela. Invita a pensar, reflexionar  sobre el futuro de nuestra América, tan agraviada, saqueada, vilipendiada, explotada, enajenada, desde la llegada de los españoles y la dependencia económica, política e ideológica del mayor imperio del mundo.

 

Es una novela que desde el punto de vista literario llena las aspiraciones de cualquier crítico exigente y sería muy conveniente y necesario que se exigiera como lectura obligatoria para los alumnos de los últimos años de secundaria y, por qué no, de los universitarios.

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La quinta novela que llamó Candelaria del azar, la publicó en el año 2008.2

 

Es una novela polifónica donde el narrador da la voz a los personajes y éstos son los encargados de llevar la acción de los hechos que pertenecen a ellos u otros que observa y describe. Se configura una estructura del discurso narrativo como una especie de coro donde las voces forman una sinfonía perfectamente armoniosa y con diferentes tonalidades.

 

Hay personajes como Candelaria del Azar, que se van convirtiendo en el núcleo de la historia. A través de ella y un narrador que se inicia como el esposo de Violeta pero que forman una pareja independiente donde cada uno camina por senderos diferentes a la propia Candelaria. Es así como se va desarrollando la intriga.

 

Candelaria vive en la calle de la Amargura junto a la Universidad de Costa Rica. Espacio éste que se ha hecho famoso por la drogadicción y los crímenes que en sus cercanías o dentro de ella suceden. La joven trabaja un cuarto de tiempo en la Universidad y suele visitar un restaurante llamado La Torre, ubicado en la famosa calle precisamente al frente de la llamada Universidad Paralela. En ese lugar Candelaria se hace amiga de la dueña y con ella comparte algunas intimidades y los sucesos más importantes ahí ocurridos. Es un crimen de una joven de nombre Adelaida, estudiante de la U. que visita a los profesores que viven en ese lugar para consultar sobre sus notas. Misteriosamente aparece muerta y es así que se inicia la investigación por parte de Candelaria de los móviles del crimen. Se reúne con dos de los profesores por separado y averigua que es Quirós quien de forma accidental motivó que a la joven le diera un paro respiratorio y perdiera la vida, por lo que no existen pruebas que lo incriminen.

 

Luego de algunos incidentes Candelaria decide viajar al pueblo natal donde viven sus padres y así lo hace en el período de vacaciones. Es recibida por un grupo de niños y una comida que prepara su padre.

 

Luego de pasar unos días en casa de sus padres y presenciar la llegada de un cura español alcohólico, regresa a la calle de la amargura, trabaja en la soda de Mimí y se inician, por separado una serie de episodios aparentemente aislados pero que poco a poco comienzan a integrarse alrededor de Candelaria, su cédula de identidad perdida, el crimen de Adelaida y un triángulo amoroso entre un narrador, compañero del grupo el petitcomité, profesor de literatura, Candelaria y Lou una estudiante d éste. Alrededor de la cédula de Candelaria robada se desarrollan una serie de episodios sobre estafas y las intenciones de don José un funcionario judicial de bajo nivel de escribir unos cuentos que tomaran a Candelaria (su cédula) como núcleo de ellos, pero después de algunos episodios muere en circunstancias extrañas y se pasa a narrar otras historias ligadas  a Candelaria.

 

Dicen los más entendidos escritores de novelas que tanto el inicio como el final son momentos difíciles en la confección de una novela. Esto, pareciera que sucede con el final de esta novela. Se le hace difícil a la autora tratar de unir tantos hilos sueltos e historias particulares de muchos personajes, tanto los principales como los secundarios. La novela en su historia se torna sorpresiva, casual, como las hojas que desprende el viento y que nadie sabe donde caerán, así ocurre con las microhistorias secundarias que rodean la estructura mayor de la obra. No basta el azar, a pesar de ser intencional, la casualidad para resolver o dar fin a las historias cuando abunda y se da casi en todos los encuentros y apariciones de los personajes, deja de ser azar y se convierte en manipulación... Por ello la novela se torna fraccionada, bajo la filosofía de los "de repentes", las casualidades, la aparición inesperada de personajes, de sus mismas historias que violan el verosímil y se refugian en el sombrero del mago. No otra es la explicación del final de algunos personajes que se acude a la numeración y su explicación del fin de su rol en la historia. Este es un recurso flojo y falso que deja un sinsabor en los lectores. Con él se corre hasta el riesgo de olvidar personajes como en este caso de la Jerarquía, los detectives y su nueva organización, de Verónica, de los padres de Candelaria y su familia, del cura alcohólico español, etc. Pareciera que algunos personajes salen de la nada y al final desaparecen también en la nada. Así sucede con la madre del profesor, de la chancera pitonisa, y de tantos otros que tienen un rol secundario. Hasta el mismo caso de la muerte del nicaragüense por los perros y la complacencia de los policías permanece un hecho aislado de ese mosaico.



1 Lobo Wiehoff, Tatiana. Asalto al Paraíso. Cuarta edición. Editorial de la Universidad de Costa Rica, San José, 1996.

2Antes de esta novela se publicaron algunas obras sobre temas históricos, tales como las de Manuel Argüello Mora,  El Delfín del Corubicí de Anastasio Alfaro González, El crimen de Alberto Lobo de Gonzalo Chacón Trejos, ¿Será la bestia?, de Mariano Padilla Bolaños y muchas otras ya comentadas, pero ésta novela de Tatiana Lobo es la primera en utilizar los contextos históricos en forma  literaria y con una clara visión crítica por desentrañar la intrahistoria y desenmascarar la historia oficialista que llamamos carlista.

 

1 Lobo Wiehoff, Tatiana. Calipso. Primera edición, Ediciones Farben, San José, 1996.

1 Lobo Wiehoff, Tatiana. El año del laberinto. 1ª. Edición. Ediciones Farben, San José, 2000.

2 Ídem, p. 292.

3 Se trata del obispo don Bernardo Augusto Thiel, de origen alemán que ejerció el poder eclesiástico desde 1830 hasta su muerte en 1901, con un lapso de dos años, tres meses y 15 días que mantuvo su destierro decretado por Próspero F

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Benedicto Víquez Guzmán

Opinión y consulta

Cómo es que en la página 50 de su libro Asalto al paraíso. La escritora Tatiana Lobo W. En la reflexión que hace de Pedro el zapatero, este dice para si: ..."y aquel parecía buena nota"... ¿ No es esa una expresión muy moderna para ponerla en los labios de un personaje de esa época ?. ¿ Me equivoco ? quisiera saber. Agradecería que alguien me aclare,si es que esa expresión tiene sus raíces en la época de la colonia. Si bien es cierto, que esta es una ficción...¿ Pero no está muy fuera de lugar esta expresión, en una novela histórica, que en otros aspectos pareciera apegarse a la historia ?.

Gerardo. Muchas gracias por tu comentario. Al respecto debo decirle que en mi versión de esta novela de 1992, no aparece en la p. 50 la expresión que citas. Pero si apareciera esa expresión dicha por un personaje o el mismo narrador no sería verosímil, tal y como Ud. lo testimonia.
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

Gracias

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 13 de Septiembre 2009 3:35 AM.

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