Fernando Durán Ayanegui

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FERNANDO RAMÓN DURÁN AYANEGUI
(1939)

 

Nació en Alajuela, cerca de la Terminal del ferrocarril, el día 03 de agosto del año 1939. Es hijo de padres artesanos. Desde muy niño viajó por varios países. El primero fue Cuba a los once años, donde permaneció seis años. Los estudios realizados en Cuba no se los reconocieron, presentó exámenes por suficiencia e hizo el bachillerato en un colegio nocturno.1 Obtuvo el bachillerato en Química en la Universidad de Costa Rica. Realizó otros estudios en Holanda en la universidad de Lovaina, Bélgica y Harvard.

 

En Costa Rica se dedicó a trabajar en la política académica y llegó a ocupar el cargo de rector (1981). Ocupa importantes cargos en la divulgación cultural del país. Es asiduo colaborador en los periódicos con artículos críticos sobre diferentes aspectos de la vida social y política. Es casado con varios hijos y nietos. Trabaja en la fundación Oscar Arias y vive en San Pedro de Montes de Oca.

 

Ha publicado diversos ensayos y artículos periodísticos de diversa temática, tales como Aforismos sin aforo: 2000, Las aventuras de comote (humorismo): 1986, La constitución en breve: 1994,  El lugar común en la sonrisa: 1997, Una Macedonia: 2000, y muchos otros más.

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ FERNANDO DURÁN AYANEGUI

 

NOVELA

 

 

1. El lugar común en la sonrisa: 1997 (relato)

2. Retorno al Kilimanjaro: 1988 (relato)

3. Las estirpes de Montánchez: 1993

4. Cuando los topos desaparecieron: 1994 (relato)

5. La joya manchada: 1995 (relato)

6. Tienes nombre de Arcángel: 1998

 

CUENTO

 

1. Dos reales y otros  y otros cuentos: 1961

2. El último que se duerma: 1976

3. Salgamos al campo: 1977

4. El benefactor y otros relatos: 1981

5. Diga que me vio aquí: 1981

6. Cuentos para Laura: 1986

7. El rey que se apoderó de la luna: 1986

8. Las aventuras de Camote: 1986

9. Opus 13 para cimarrona: 1989

10. El viaje de la familia Hueco: 1988

11. Dos reales y el puntito curioso: 1993

12. El fin de la historia: 1993

13. Y yo jamás veré Marsella: 2000 (aparece en la misma publicación de Retorno al Kilimanjaro, 2° edición).

14. Una Macedonia: 2000

15. El puntito curioso y otros cuentos: 2010

 TEATRO

 

1. Billy come back. La poca ejemplar historia de Julio césar Pérez y el escuadrón de la muerte: 1994

 

POESÍA

 

1. Hojas en el viento: 1993

 

 

La primera novela (relato) que publicó Fernando Durán Ayanegui la llamó El lugar común en la sonrisa y la publicó en 1997.1

 

No es novela, es un relato. Se utiliza el clásico truco del texto encontrado o como en este caso, el resumen de una enorme novela que se perdió y el autor ofrece un resumen. La verdad es que no pertenece al género novelístico. Es un relato jocoso, irónico, lúdico casi de humor negro. Más pareciera una broma de doble sentido, con moraleja y sonrisa al final. Un chiste de buen gusto.

 

La estructura es simple y corriente. Un relato con situación inicial neutra, feliz, para unos e infeliz para otros, que abre un proceso superficial de mejoramiento en un desteñido personaje llamado Romualdo Bermúdez, pobre, lineal, indigente, con la única característica que lo distinguía de los demás, siempre estaba triste y nunca se le había visto una sonrisa dibujada en su rostro. El pueblo, donde vivía era igual que todos los que nacieron bajo los códigos españoles: una iglesia, una plaza, tres cantinas, una escuela y los clásicos personajes importantes de él: el cura, el gamonal, el ejecutivo, el maestro (aquí falta) y las mujeres sin voz ni voto. Todo rutinario, nada fuera de lo común, hasta que un día cualquiera Romualdo por guarecerse de un fuerte aguacero acude a una especie de casona, tipo bodega abandonada, en los alrededores de la finca de Julián, el hacendado y dueño del pueblo. Ahí descubre a una hija de éste haciendo el amor con un joven que su padre no aceptaba como pretendiente de su hija. Los tres convinieron en guardar el secreto y así lo hicieron. No obstante un día algunos habitantes del pueblo descubrieron un sonrisa en labios de Romualdo, a una mirada de la muchacha (esto último no fue percibido por ninguno) y un rumor, un extraño presentimiento, una señal  premonitoria, comenzó a penetrar por las calenturientas cabezas de los ciudadanos de ese pueblo. La sonrisa se convirtió en profecía, para ellos, de calamidades futuras y los más extraños acontecimientos inevitables. Los principales del pueblo se reunieron y Julián dictaminó que era señal de subversión, alzamiento bélico contra el gobierno y el cura le echó la bendición. Todos vivían en zozobra y alerta roja. Por casualidad, Romualdo recibe un telegrama que le comunica que una tía, que nadie sabía que tenía, había muerto. Decide viajar a la capital en tren y disfrazado de polizón. Pide un préstamo a un primo y éste le regala una Santa Cena, un dinero y una escopeta para que cace conejos en su pueblo para alegrar el estómago de su familia. Mientras tanto, el presidente municipal preguntó al gobernador, si el gobierno disponía de suficientes fuerzas bélicas para enfrentar un levantamiento armado y sin pensarlo mucho, el interlocutor, respondió que sí. Luego vinieron las dudas, las suposiciones y el rumor y los miedos, elevaron la pompa de hielo y ésta rodó o se elevó a las alturas políticas, y hasta la primera potencia del mundo puso el ejército para aplastar el eminente acto subversivo, comunista, revolucionario, terrorista que atentaba contra los más nobles ideales de la patria, cifrados en su democracia. De regreso a su pueblo, Romualdo siguió su vida igual de corriente, como antes, solo que salió con su hijo a cazar conejos. El final es esperado, Romualdo desaparece y la hija de Julián se casa con un pretendiente del agrado de él. En la fiesta la joven agregó otra sonrisa a su alegría, al recordar a Romualdo y su viejo amor.

 

Es un relato sarcástico, irónico, picaresco, típico del estilo de Fernando Durán. Se burla de nuestros políticos, de su ignorancia de que hacen gala, y deja al descubierto el doble engaño, social e individual. La verdad muchas veces, por ser tan evidente, no se ve y el afán de magnificar lo natural, los hace convertirse en monigotes ridículos del escenario político nuestro. De los ignorantes que se creen doctos, líbrenos las fuerzas ultraterrestres y submarinas porque el mundo está lleno de ellos.

 

La segunda novela que publicó la llamó Retorno al Kilimanjaro y la publicó en 1988.1

 

No es una novela. Es un relato que pertenece al género  Extraño y no Fantástico, como se ha dicho y lo veremos a continuación.

 

La primera observación que deseamos hacer es la grata sorpresa de encontrarnos con un análisis técnico de don Jézer González y no las consabidas excusas explicativas del autor sobre su obra o los prólogos panegíricos de un amigo que ningún bien le aporta a la obra y menos al escritor. Deberían eliminarse todas esas explicaciones torpes que nada tienen que ver con la obra, así como las citas a pie de página. En cambio es importante y esclarecedor, al final y no al inicio de la novela o relato, permitir que un especialista realice un análisis literario de ella, tal y como lo hizo don Jézer. Digo que al final de ella porque deja la decisión al lector, si lo lee o no, y si lo hace antes, o después de la lectura. Nosotros recomendamos que lo haga, si así lo desea, después de leer la novela. En vez de prólogo, prefacio, etc. debería llamarse algo así como póslogo, posfacio, etc.

 

Retorno a Kilimanjaro2 es un relato y bien lo plantea Jézer González Picado cuando afirma que su composición, propia del relato, ofrece una introducción (los dos primeros capítulos) que para nosotros corresponde a lo que llamamos la "Si" (situación inicial). El primer capítulo corresponde a la situación inicial narracional de la enunciación principal y el capítulo segundo a la situación inicial de la historia o el enunciado y se explicita en la carta que envía Manuel Rivera al escritor  norteamericano de ciencia ficción, Ray Bradbury, residente en los EUA. El desarrollo que abarca los siete capítulos siguientes y corresponden a los procesos emprendidos por los personajes, sobre todo el señor Bradbury y sus aliados para satisfacer la necesidad de Manuel Rivera, planteada en la situación inicial del enunciado. Por último se llega al final y que nosotros llamamos "Sf" (situación final) y está explicitada en el relato, en los dos últimos capítulos, donde se encuentra el desenlace del relato. Esta composición o estructura es típica del relato y no de la novela. Se parte de una situación inicial de necesidad, negativa, por parte del personaje principal, en este caso el problema de la vejez de Manuel Rivera (60 años) y el amor de Amelia, muchos años menor que ella (30 años), a pesar de ser felices, Manuel siente la necesidad de regresar a los treinta años para hacer realmente feliz a su amada, casarse con ella y ofrecerse un mayor tiempo de amor. Este estado de cosas se presenta como un desequilibrio producido por la diferencia notable de la edad, por lo tanto, debe emprenderse una conducta, un proceso para volver a la estabilidad social, emocional, psicológica del personaje Manuel, porque Amelia juega un papel secundario, irrelevante, aún más, no presta atención a ese conflicto y acepta pasivamente la condición de la diferencia de edad.

 

Manuel Rivera abre el proceso de restauración, de equilibrio, de restablecimiento psicológico y social de la estructura o programación, puesta en duda por él y posiblemente la sociedad que reprocharía una conducta dispar en esa relación, el parecer social, el qué dirán. Abre así el personaje, el proceso de mejoramiento, de resolución a su necesidad y para ello acude al señor Ray, un escritor americano de ciencia ficción que había expuesto, en uno de sus libros la posibilidad de transgredir el tiempo, hacia el pasado o futuro a través de una máquina, artefacto Device, y él, asiduo lector de sus libros, desea someterse a ese experimento que le regresaría a la edad de treinta años, igual a la de Amelia y casarse con ella y realizar el sueño de hacerla completamente feliz. Como podrá observarse el medio por el cual el personaje Manuel desea resolver su conflicto pertenece a las leyes sobrenaturales o irracionales que hemos llamado "LS", en contraposición con las leyes naturales o racionales, propias de la ciencia natural que designamos con las letras "LN". Esta convivencia de los dos planos, uno regido por leyes naturales, los dos primeros capítulos, se ve abruptamente usurpado por la posibilidad, virtualidad de ser intervenido, usurpado, violentado por leyes sobrenaturales, opuestas a su código natural. El relato que por su misma naturaleza es irreal, ficticio, como todo texto literario, ofrece la dicotomía antes citada como posible, como verosímil y despierta en el lector, no sólo virtual, sino social, la intriga, la expectación, la sorpresa, el asombro. Es de enorme importancia el impacto que produzca la aparición de las LS en el lector y de ello dependerá el género en que se inserte el texto. La inserción del plano sobrenatural en el plano convencional, real, natural y su convivencia, se inicia al principio del relato, y puede durar durante el desarrollo del mismo y muchas veces solo se da en el desenlace, eso no es tan importante; lo cierto es que del mismo relato crea el verosímil propio de él. El lector acepta las reglas y la estructura del relato y es éste el que define su propia naturaleza, en relación con el lector. En el caso que nos ocupa el personaje Manuel no realiza ningún acto, no emprende conductas, sólo solicita la ayuda de un aliado o cómplice para obtener lo deseado. Su único merecimiento obedece a su condición de admirador del escritor Ray. Es éste el que realiza, bajo sus propios medios: averigua la genealogía de Manuel a través de los ariones, dos religiosos que viven en el país de origen de Manuel, un español amigo y, cuando se le comunica que existe un hijo de Manuel, de una edad parecida a la de Amelia, treinta años, decide viajar al encuentro de él y utilizarlo para realizar su trabajo: regresar a Manuel a la edad de treinta años y para ello utilizará a su hijo que, desde luego, Manuel desconoce que existe. El lector está al tanto de esta estrategia racional, por lo tanto, el relato se desarrolla dentro del plano de las leyes naturales "LN" y ese plano no se ve violentado, en ningún momento. Una vez que tienen todo listo, el escritor se comunica con Manuel y planea un encuentro en un hotel capitalino. Ahí conversan un poco, piden vino y se lleva a cabo, dentro del plano real, racional, la aparición, frente al hotel del joven hijo, muy parecido a su padre y de la edad de treinta años. Le es fácil, al escritor, convencer a Manuel Rivera de que el personaje que verá en las afueras del hotel es él, a la edad solicitada. Manuel Rivera, ya viejo y casi chocheando (lo dice el narrador) observa bajo los efectos de la sugestión y la impresión de la escena que su sueño se ha cumplido y se desvanece cuando cree que logró su cometido. Este desenlace, a pesar de que el escritor Ray Bradbury le hace ver que ha sido una treta, un embuste, causa la virtualidad del regreso a un tiempo anterior, el esperado, por parte de Manuel y ya su vida, como viejo deja de tener sentido, por eso muere. Podría decirse que las leyes sobrenaturales se interpusieron al plano de las leyes naturales, pero eso no es cierto. El lector sabe que fue un embuste y que nunca hubo tal viaje, por lo tanto no se asombra, no sufre un impacto que le cree la duda. Todo lo contrario el relato le ha facilitado la explicación racional esperada y que desde el inicio del proceso de mejoramiento por parte de Manuel, ya conocía. El relato puede clasificarse como perteneciente a la modalidad de lo extraño y nunca de lo fantástico.

 

Los recursos técnicos utilizados en el autor, tales como la intertextualidad, el distanciamiento del narrador y la utilización de la ironía, los espacios reales, más sugeridos que enunciados, tales como Costa Rica, Limón, y San José crean un discurso literario polifónico que dan expresividad al relato y lo colocan dentro del paradigma de la literatura actual.

 

Ahora bien ¿qué está detrás de este relato extraño? ¿Cómo podríamos interpretarlo?, si es que ello es posible. El conflicto aparece como una necesidad individual, pero solo en apariencia. La búsqueda de la felicidad, de la identidad personal escapa a los deseos individuales para refugiarse en las estructuras ausentes, ocultas, no manifiestas y aquí se ofrecen indicios de una de ellas. La realización personal, en el amor, de la compañera tiene una codificación social alienante, enajenante: ser uno en el otro, realizarse en el ajeno. Dejar de vivir en el presente, como un acto de impotencia, para refugiarse en el pasado que tampoco lo fue en ese momento adecuado. Es la respuesta a la estructura enajenante de que los tiempos pasados fueron mejores que los presentes aunque en el pasado tampoco se fue feliz y menos en el amor, como lo demuestra el personaje que evidencia un fracaso completo en su realización personal y en relación con la otra, su compañera, a quien deja embarazada y la abandona. Cuando se cree que alcanza el verdadero amor, entonces resulta que es muy viejo y se refugia en la impotencia de dar felicidad a la mujer, precisamente a quien cree feliz, a pesar de su edad. La frustración del sujeto interior es producto del inconsciente colectivo que le censura los amores desiguales por motivo de edad. Nadie se lo dice pero el relato le abre la felicidad, en el otro, y acepta la muerte como algo que le redime y no que le extermina. Así se devuelve el desequilibrio a la situación inicial, por causa de un amor imposible sublimado, en la enajenación, la alienación muy propio de la sociedad enajenante en que vivimos.

 

La segunda novela la llamó Las estirpes de  Montánchez y la publicó en 1996.1

 

Es una novela histórica muy condensada. Abarca acontecimientos que van desde la conquista (invasión) de los españoles, a las tierras indígenas, hasta el 10 de abril de 1992, que es la fecha con la que comienza la enunciación de la novela. Desde este presente se viaja hasta el pasado remoto, del 29 de junio de 1543. Es el tiempo histórico, a través de fechas en las cuales se dieron acontecimientos importantes, en los países latinoamericanos. El espacio se enfatiza en San Marcus, pero eso es insustancial. Los hechos narrados sucedieron en todos los lugares, las islas del Caribe y los países del continente, desde México, hasta el sur.

 

La historia se desgrana en una especie de gajos, fracciones de tiempo, páginas de nuestra historia, bien seleccionadas e intensamente narradas y el hilo conductor lo desarrolla los diferentes Montánchez, extremeños aventureros que dejaron sus vidas en los ajetreos de la guerra, el poder y sus ideales de libertad. A veces se dan indicios biográficos pero carecen de importancia, o si la tienen, no es más que el pretexto para resaltar estas estirpes y su papel en la historia de Latinoamérica. Es el viaje a las raíces, a la identidad, un viaje en el tiempo histórico y familiar, para comprender el presente y también histórico y complejo, plurisignificativo y multifacético como nuestra historia misma. Por eso el viaje, motivo de tantas obras literarias se presta para el relato en tres dimensiones: el histórico, el de sus generaciones y el individual. Y los tres se dan simultáneamente, desde la perspectiva de los mismos actores, son los Montánchez los que narran sus mismas experiencias. Se parte de la incertidumbre fantástica de ser confundido por los demás, en el tiempo y lo individual pero no en lo histórico y testimonial. Esta tricotomía fantástica abre la virtualidad del viaje búsqueda y se cierra con la fecha idéntica con la que inicia la novela, como la historia de un sueño que apenas si dura unos pocos minutos. El círculo histórico se cierra también y deja más preguntas que respuestas pero invita a la reflexión, la comprensión y la certeza de que nuestra historia polifacética, posiblemente tenga la respuesta final de lo que somos: una diversidad buscando una identidad.

 

El tercer relato que publicó en el año 1994,1 lo tituló, Cuando desaparecieron los topos.

 

Algunos equivocadamente lo consideran novela corta. Este relato fue premiado en España. Otro equívoco es considerarlo como fantástico, cuando realmente no lo es, lo que de ninguna manera le disminuye, en nada, su gran calidad literaria por otras razones que trataremos de exponer. Es posible que el desenlace del relato haga incurrir en este error. La posible intromisión de un personaje sobrenatural al final, una especie de doble, tiene explicación racional y no deja en el lector la duda propia del relato fantástico. Podríamos estar ante un relato que pertenece al género de lo extraño pero no fantástico.

 

La estructura formal es similar a otros relatos del autor, once secciones o partes. Los dos primeros plantean la situación inicial, el personaje y el espacio. Por supuesto es una situación inicial negativa. Los siguientes siete secciones abren el proceso y narran algunos acontecimientos que justifican el estado de soledad, angustia, rencor del personaje y los dos últimos precipitan el desenlace.

 

La acción del relato recae en un hombre, sin nombre, solo, enigmático, en un ambiente desértico como él, una casa vieja, sola, un corredor, una mecedora, unas gradas y afuera una tierra también sola, yerma, abandonada, sin vida, a no ser por las negras aves de rapiña y las serpientes venenosas. El hombre parece uno de esos personajes de Rulfo, también en un ambiente de susurros y sequedad, estéril. Se intuye un hombre lleno de rencor que vive su propia tragedia y espera, en la venganza, la muerte. Hay un paralelismo o simbiosis entre personaje, casa y hacienda: soledad, abandono, vacío, sequedad, muerte.

 

Se abre el proceso de venganza, de rabia, de dolor, de aniquilamiento de los demás  más de que de su propia destrucción final. Se dan detalles de hechos fatales: la muerte de su esposa y la violación de ella por la pandilla de desalmados del pueblo lejano, la muerte de sus padres en un accidente, la muerte de sus dos hijos, al mayor, lo mata él, por accidente. Simultáneamente se dan detalles de la degradación en la hacienda, al igual que él se fue secando, fue muriendo, primero por la llegada de los topos que se comían todos los  productos, "entiéndase se los robaban" y éstos también desaparecieron, víctimas de las serpientes, las buenas y las malas. El hombre, la casa, la  hacienda y las serpientes (sus aliadas), son los únicos sobrevivientes a la devastadora rapiña que sufrió su tierra, su casa, su familia y sus sueños. Nada vive a esa catástrofe. El pueblo vecino es reflejo de las mismas consecuencias, como se observa en la familia de los suegros del hijo que mató por accidente. Después de quedar embarazada, su hija, huyeron lejos de ahí. Lo que en tiempos pasados fuera una hacienda productiva, con ganado en abundancia, buena agricultura y sustento de la familia fue por obra y gracia de los usurpadores de siempre, los oficiales del gobierno y los ricos de la ciudad, dueños de las compañías poderosas que absorben las riquezas materiales y dejan los pueblos y hombres pobres, secos, vacíos, sin proyectos, como sombras en un desierto. ¿Y las autoridades? ¿El gobierno?, como en Luvina: ese nunca mira hacia acá y si lo hace es para traer más corrupción y engaño a los pobres habitantes. Ya no es una Casa Tomada al mejor estilo de Cortázar, sino una tierra violada, esterilizada, destruida, enajenada. Y un hombre símbolo de la impotencia, el fatalismo, el desamparo, esperando matar a quien llegue a robarle lo único que le quedaba, su sombra, su rabia, su venganza, su propia nada. Por eso no importa quién muere al final, mordido (y no picado) por las serpientes, pues al morir su sombra, solo queda el espectro de su propia sonrisa macabra.

 

La cuarta novela, y que nosotros consideramos un relato, la llamó La joya Manchada y la publicó en 1995.1

 

Este relato, sí es típicamente fantástico y nos hizo recordar el cuento fantástico de W. W. Jacobs, titulado La pata de mono. Los dos tienen el título del objeto sobrenatural, una pata, una joya.

 

Es grato encontrar, tal y como lo sugeríamos en el análisis del relato Retorno al Kilimanjaro, que al final y no al principio, se incluyera un estudio del género fantástico y el análisis del relato, por parte de un especialista, Claudio Bogantes, profesor de la Universidad de Aarhus Dinamarca. Pocas son las diferencias que separan mi reseña de la postura teórica del profesor y muchas las coincidencias.

 

Este relato también, como Retorno al Kilimanjaro, tiene once capítulos. El primero describe la situación inicial. Se trata de un hombre viudo. Hacía más de seis años que murió su esposa  Ana María. Vive solo en un apartamento, tiene dos hijas pero viven lejos de él y nunca las ve, son casadas, una hasta en EUA y la otra en Venezuela. Considera "su deber" pasar los últimos años de su vida, pues es viejo, solo, cerca de donde reposa su mujer que vivió veinticinco años con él. Se siente solo y solo espera la muerte. Es un profesor de secundaria pensionado y económicamente la pasa bien. Se mantiene saludable y a su esposa la consideraban como "su madre". Tuvo aventuras amorosas pasajeras, efímeras. Tiene un perro, Caniche,  y una empleada que le hace el oficio hogareño y recibe la visita, de vez en cuando, de una mujer, Magda, que le satisface sexualmente sus deseos carnales. Este es el marco de la situación inicial a nivel del enunciado y el sujeto del mismo que coincide con el narrador, en primera persona. El personaje, sin nombre, cuenta su propia historia. Esta situación inicial ("Si") es positiva, solo en apariencia. Presenta algunas necesidades o desequilibrios. El hombre es viejo, solo y viudo y su solvencia económica no es tan buena. No ha podido llenar el vacío de su mujer-madre y su felicidad y seguridad emocional solo lo es en apariencia. El marco referencial es propicio para abrir el proceso de mejoramiento y se da con una extraña visita.

 

La presencia de algo extraño introduce el plano de las leyes sobrenaturales ("LS") en el mundo hogareño del personaje, manejado por las leyes naturales ("LN"). Alguien visita al hombre pero, a pesar de verificar su presencia, no encuentra respuesta positiva. Cree que es un ladrón y se prepara para defenderse y no lo encuentra, a pesar de que

 

"más abajo se escuchaba el lento ascenso de aquellos fantasmales pies descalzos."1

 

Obsérvese dos indicios importantes. El personaje está seguro de que el ruido lo produce unos pasos de pies descalzos y son fantasmales. Estamos en presencia de una visita fantasmal y no hay duda de que se trata de una mujer: su esposa. El plano de lo sobrenatural hizo presencia e irrumpió en el plano de las leyes naturales. Además la visitante no violentó puertas, ni ventanas y  tampoco fue sorpresa para su perro. Es indicio de que éste lo conocía y a pesar de ser un fantasma, gozaba del cariño del animal. El personaje descubre que

 

"una parte de la normalidad había cesado de funcionar. Poco antes de despertar, lo recordaba ahora, había soñado que me levantaba y descendía a abrirle la puerta al perro."2

 

Y la convivencia con los sueños y la materialización de ellos, en su casa, se convierten en una realidad. Esto demuestra que las leyes sobrenaturales (LS) pueden coexistir con las leyes naturales (LN) durante todo el proceso del relato y no solo al final, en el desenlace. El personaje comenzará a recibir objetos soñados en forma material y continua. Primero son frutas, luego naranjas y después anillos de oro, finos, iguales a los de su mujer, cuando más necesitaba de ellos para pagar algunas deudas. Es el momento en que acude a vender las joyas (algunas) que había dejado Ana María, después de muerta, por si hubiera algún imprevisto. La visita de su esposa-madre le socorre en el momento que más lo necesitaba. Así comienza a vender a un judío las joyas que aparecen en sus reiterados sueños y amanecen materializados en su apartamento. Establece amistad con el comerciante de joyas y resuelve el conflicto económico. Se restablece el orden que se manifestaba en desequilibrio. Y no es de extrañar que el tipo de joya reiterado sea el anillo. Recordemos que es el símbolo de la unión entre esposos. Su mujer-madre está presente y le recuerda, en su socorro económico, su compromiso matrimonial, su fidelidad. Tanto en vida como tiempo después de la muerte de Ana María, él había tenido aventuras amorosas pero ésas, no ofrecían problema alguno porque no eran de amor, de traición, de infidelidad real, de cambio sino de placer ocasional y ellas, a nivel social, son aceptadas y toleradas como algo pasajero, normal y si se quiere necesario, por lo tanto su esposa lo toleraba pero una amante con carácter de cambio, de sustitución, eso no era permitido, ni por la mujer y menos socialmente. Pareciera que su mujer se lo recordaba con los sueños y la presencia material de los anillos. Pero llegó la violación al código por parte del marido. Sucedió cuando apareció la nieta del joyero, Elina, joven de diecisiete años, bella, llena de vitalidad y próxima a graduarse de bachillerato, huérfana de padre y madre. Un bocado apetecible, aunque el viejo, se muestre, en apariencia desinteresado.

 

"Y no debe entenderse mal mi admiración por la niña, pues a mi edad ya se habían atemperado en mí todos los motivos para el apasionamiento carnal, y mis decrecientes ímpetus eróticos encontraban satisfacción suficiente en las visitas que me hacía ocasionalmente Magda. La única mujer en el mundo capaz de sustituir, en parte, a Ana María."1

 

Es cierto que la parte necesaria, sexual era aceptada por su mujer y la sociedad, por eso no hay castigo, él no violentaba el código, pero al aparecer Elina se da la violación del código, por más que el viejo, hipócritamente, asegurara que era intrascendente su admiración. Se empieza a enamorar y eso sí, no se lo va a perdonar, su esposa muerta. La respuesta no se hace esperar y sobre todo, cuando aparece con unos rizos de Lina en su mano. Comienza un proceso inverso al anterior que era de mejoramiento y ahora es de degradación. Los sueños, ya no son sólo de joyas valiosas sino de restos humanos, huesos de un esqueleto, ¿su propia esposa?, se convierten en pesadillas. Empieza una relación de temor con su amigo, el joyero, de culpable, de alguien que tiene una conducta impropia, se llena de objetos sin valor, ausentes de belleza, monstruosidades de consumo. La joven trae consigo su propio castigo, la frivolidad, la juventud vacía, la sociedad de consumo, el parecer y despierta en él, la sensación de que alguien desea matarlo. Y es, en esa insoportable situación, que se materializa un anillo, producto de una pesadilla, es una joya

 

"solamente alcancé a recordar que, al tomar en mi mano aquel hermoso anillo, lo sentí impregnado de una pastosidad repugnante que se me antojó sangre coagulada."2

 

El elemento sobrenatural inicia su papel de castigo, de restaurador del orden, de vengador. Y se da el encuentro que abre la virtualidad del amor pero se cierra con el castigo del infractor del código, del contrato, del matrimonio hasta la muerte. El nombre visita al joyero para vender la joya manchada y recibe la visita de Alina que llena de alegría le comunica que ha ganado el bachillerato, le abraza y le contagia de su entusiasmo, hasta le dio un beso...en la mejilla. La niña observa el anillo que el viejo había puesto en la mesa y con suma curiosidad lo toma y se lo coloca en uno de sus dedos y

 

"Le ajustaba a la perfección."3

 

La culminación de la traición, la sustitución, mentalmente, subjetivamente, espiritualmente, amorosamente, estaba consumada. Lo que vendrá es esperable. El viejo le comunica al abuelo el destino del anillo y logra que lo acepte como un regalo, un premio por haber ganado el bachillerato. Sale de su negocio y observa a Alina, cuando mira la ventana de una librería, trata de ocultarse para que no lo vea, pero oye los gritos de ella, cuando es víctima de un ladrón que trata de quitarle el anillo. Acude en su auxilio, pero el ladrón huye y Alina es atropellada por un auto. Ve, a lo lejos, al ladrón que se parece a él y se entera de que Alina ha muerto. Otro día, después de uno de esos tétricos sueños, descubre el anillo sobre el escritorio biblioteca de su cuarto. Es la situación final (Sf), en este caso de restauración social del código puesto en entredicho, violado, que regresa a su estado original. El culpable es castigado. La armonía vuelve a relucir, desde el punto de vista individual, pero sobre todo social.

 

Es un brillante relato fantástico, literariamente bien logrado, con aplicación plena de las técnicas adecuadas y sin dejar ninguna duda sobre su naturaleza.

 

La interpretación se fue planteando durante el desarrollo del comentario. Solo podemos concluir que, a pesar de que algunos consideran que estos relatos, ya sean maravillosos, extraños o fantásticos, son juegos literarios, creaciones artísticas del arte por el arte y sin violación de la censura, incapaces de sobresaltar la tranquilidad social y sus programaciones, lo cierto es que no es correcta esa apreciación. Un simple cuento como La Hormiguita1 o La cucarachita mandinga, según Carmen Lyra. Posee una estructura oculta, latente que posibilita la resolución conflictiva de su naturaleza, gracias a una significación patente que la encubre, la legitima y permite la resolución de los conflictos, bajo medios consolatorios que el mismo personaje es incapaz de poseer y que no es merecedor de ellos y lo que es peor no realiza esfuerzo alguno por obtener la resolución real de sus propias necesidades, tanto individuales como sociales. Rápidamente podríamos señalar que ese cuento infantil, candoroso, inocente, oculta estructuras y programaciones sociales tales como el machismo, la codificación religiosa que perpetúa a la mujer como ama de casa y el hombre no debe meterse en sus quehaceres, que el matrimonio es de por vida y que la mujer, una vez muerto su marido, debe sentarse en el quicio de la puerta, como la hormiguita, a llorar su desventura, sin poder rehacer nuevamente su vida. Tanto en el cuento La Hormiguita, como en el que comentamos, las violaciones a los códigos establecidos son castigados y mal vistos por la sociedad. La hormiguita, así como el señor, no importa el sexo y, lo es peor para la mujer, deben permanecer viudos y solos, de por vida, y esperar la muerte, en esa condición. La sociedad les da una consolación y la religión un premio, después de su muerte.

 

 La quinta novela la llamó Tienes nombre de arcángel y la publicó en 1998.2

 

Es una novela fantástica de trama detectivesca pero que evidencia y censura un espacio social corrupto, degradante y de tácita aceptación por parte de los individuos, más por miedo, por impotencia, por prejuicios, porque los culpables de ese estado de cosas son los abanderados de dos grandes programaciones sociales poderosas: el cura y el maestro. Estos son los victimarios y el pueblo, representado, sobre todo en los hombres, bajo el miedo de las mujeres y la posibilidad de perder su estabilidad, las victimas. El héroe es Gabriel, un niño delgado, flaco, desnutrido, pero símbolo de entereza, nobleza, rebeldía, inteligencia e insobornable.

 

La situación inicial comienza con la enunciación, donde un hombre se enfrenta con el cura, Aristides Trujillo, e intenta matarlo por haber deshonrado su hogar al tener relaciones sexuales con su mujer e hija, se trata de Paco Quesada. No lo hace y por miedo, por temor a Dios, por impotencia y como un acto de cobardía quema su casa.

 

La situación inicial del enunciado se describe como un pueblo, llamado Pasquera, donde el cura tiene relaciones sexuales con casi todas las feligreses, impone su ley divina y mancilla la honra de todos, hombres, mujeres y niños. Ante esta situación, lo único que sobresale es el silencio, no por complicidad sino por miedo e impotencia. Es un pueblo intrascendente, donde no sucede nada sobresaliente, de vida tranquila, la mayoría de la gente es pobre. Tiene un banco, un mercado, una escuela, una iglesia, un jefe político, igual que cualquier otro pueblo. Todos saben o sospechan lo que ocurre con el cura y el maestro de escuela porque ambos son iguales: uno con las esposas de los hombres y el otro con las niñas de la escuela, pero callan, aguantan, soportan, se humillan y no es para menos, se trata de dos personajes importantes de la vida social del pueblo. La palabra del cura es palabra de Dios y la palabra del maestro es palabra de sabiduría, ciencia, progreso, bienestar. Por ello callan, excepto Gabriel, el niño de doce años que aparenta nueve. Descubre a su compañerita Ángela que sale de la casa del maestro llorando. La ha violado y así lo denuncia a todos, a su madre y sus vecinas, a la madre de Ángela y al padre de ella, el carnicero, pero no logra que le crean. La misma Ángela niega los hechos y Gabriel queda como la única voz que grita en el desierto, con valentía, sin miedo y no se deja intimidar ni por el propio maestro, cuando se entrevista con él. Es el arcángel Gabriel que anuncia la nueva del embarazo de María, del nacimiento del redentor y es él, quien se convertirá precisamente en redentor del pueblo, el enderezador de entuertos, el justiciero, el libertador.

 

La novela se constituye bajo dos niveles de corrupción encabezados por el maestro y el cura. A éste se le traslada como embajador a Luxemburgo pero las cosas permanecen igual porque el maestro no solo ocupa su lugar sino que lleva el papel a la degradación infantil. Se convierte en el antimaestro, el anticristo no estaba pero pronto regresará y esto ocurrirá para las elecciones presidenciales del país. El cura también cumplía con los menesteres políticos de los gobernantes de turno, era socialista y se oponía a los socialcristianos que pierden las elecciones. Éste era el elemento que faltaba para completar la tragedia de Pasquera (la paz que era). Es aquí cuando se da la desaparición y muerte del maestro y comienza la investigación detectivesca para encontrar al culpable. No importa quien realiza el proceso, lo interesante es que por más que se trata de dar con el culpable, lo cierto es que lo que sale a flote es la situación degradante del pueblo. Todos desean ser el justiciero que dio muerte al maestro pero nadie lo confiesa, por miedo a la cárcel, y no por haberlo matado, pues era lo que todos deseaban, en sus adentros. Es algo parecido a la célebre frase de Fuente Ovejuna, la obra de teatro de Lope de Vega:

 

"-¿Quién mató al comendador? Y al unísono respondían- Fuente Ovejuna, Señor"

3 Comments

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Hola. Encontré su página a travez de una búsqueda con google. La informacion esta muy bien escrita. Voy a agregarlo a mis favoritos y volver para leer más de su información útil. Gracias por compartirlo. Estoy totalmente de que regresare.

Gracias por su comentario
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

Este medio fue el único que encontré para tratar de comunicarme con usted. En el día de hoy viernes 9 de marzo del 2012, lo escuché a usted en Radio Universidad de Costa Rica hacer el comentario sobre el libro "Una breve hostoria de casi todo" de Bill Brayson". Como andaba manejando pude escuchar el programa de principio a fin. Cuando llegué a la casa busqué en internet y me encontré que en la página www.librosmaravillosos.com se encuentra una traducción de Manuel Alvarez y preparado por Patricio Barros. Me gustaría su opinión sobre esta versión. Pues de ser favorable sería una oportunidad para que muchas personas lean este libro. Muchas gracias.

Gracias Julio por tu comentario. Lo voy a publicar en mi blog para que Fernando Durán tenga la oportunidad de leerlo y ponerse en contacto con vos. Saludos

Benedicto Víquez GUzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 13 de Septiembre 2009 3:42 AM.

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