YOLANDA OREAMUNO UNGER
( Retrato del pintor Roberto Salazar)
(1916-1956)
Yolanda Oreamuno Unger nació en San José, el 18 de abril de 1916. Fue hija única del hogar formado por don Carlos Oreamuno Pacheco (cartago) y doña Margarita Únger Salazar. Una especie de mezcla del Francés y Nórdico.
Un año después de haber nacido quedó huérfana de padre. Hizo sus primeros estudios en escuelas de la capital y a los 17 años termina la secundaria en el Colegio Superior de Señoritas. Ese mismo año gana su primer premio: Mención de Honor por su ensayo ¿Qué hora es...? que había presentado en un concurso de su colegio.
En 1936 realiza estudios de Mecanografía y Secretaría. Esto le serviría después para escribir sus propias obras.
Ese mismo año contrae matrimonio con un diplomático chileno de nombre Jorge Molina y decide trasladarse a vivir a Chile. Ahí enfermó su marido y poco tiempo después se suicida. Yolanda regresa a Costa Rica y un año después vuelve a casarse, esta vez con don Oscar Barahona Streber, conocido economista y político de Costa Rica.
En 1941 es cuando comienza realmente su carrera literaria con la presentación de su primera novela Por tierra firme, en el Concurso de Escritores Hispanoamericanos de
Del segundo matrimonio nació su único hijo, Sergio Simeón Barahona Oreamuno, el 21 de septiembre de 1942. El 2 de julio de 1945 se divorció de don Oscar y pierde la custodia de su hijo. Este hecho la entristeció por toda su vida. Comienza un largo calvario debido a su enfermedad y sus constantes operaciones. No obstante sigue escribiendo, sobre todo novelas que nunca dio a conocer. Es hasta el año de 1948 cuando participa en un concurso en Guatemala con su novela La ruta de su evasión y gana el premio 15 de Septiembre. Este mismo año se convierte por propia voluntad en ciudadana guatemalteca muy desilusionada con la indiferencia de los costarricenses por los artistas nacionales innovadores. Ella es la primera mujer que rompe con el Naturalismo de la última generación de la época moderna. Luego nos referiremos a ello.
De Guatemala viaja a Estados Unidos de Norte América, ya muy enferma. Ahí permanece cuatro meses recluida en un hospital de caridad. Luego se traslada a México y el 9 de julio muere de cáncer, en el hogar de su amiga y escritora costarricense Eunice Odio. Era el año de 1956. Sus restos fueron enterrados en México en una tumba con solo un número.
Hasta 1961 son trasladados los restos a Costa Rica y depositados en el Cementerio General. También aquí fueron depositados en otra tumba con solo un número y pronto, en julio de este año (2011) se le pondrá una placa por medio de un grupo de jóvenes que desean reinvindicar en algo el olvido oficial de este país que ella abandonó y donde dejó testimonio de no querer volver, ni viva ni muerta y que su nombre no quedara en las listas de escritores costarricenses, pues ella había adquirido la nacionalidad guatemalteca.
Para quienes la conocieron Yolanda fue una mujer de extraordinaria belleza, tanto física como espiritual pero lo más importante de ella fue su inteligencia, su rebeldía, el amor a la libertad y su hidalguía para denunciar el sistema social patriarcal que tanto oprimía y oprime a la mujer. Esa voz rebelde fue silenciada con el olvido y el silencio oficial de un pueblo hipócrita y unos habitantes que ella llamaba "costarrisibles", también hipócritas y aldeanos.
LO QUE ESCRIBIÓ YOLANDA OREAMUNO UNGER
NOVELA
1. Por tierra firme: 1941
2. Casta Sombría: 1844 (desconocida)
3. Dos tormentas y una aurora: 1945 (debió publicarse en México)
4. De ahora en adelante: 1947 (Guatemala)
5. La ruta de su evasión: 1948 (Es la única que se conserva)
6. José de
CUENTO
1. La lagartija de la panza blanca: 1936
2. Las mareas vuelven de noche: 1936
3. Don Juvencio: 1936
4. Pasajeros al Norte: 1944
5. Valle Alto: 1946
6. Un regalo: 1948
7.
8. De su obscura familia: 1951
CUADROS
1. Vela Urbana: 1937
2. Insomnio: 1937
3. Misa de ocho: 1937
4. 40 º sobre cero: 1937
5. 18 de septiembre: 1937
6. Apología del limón dulce y del paisaje: 1944
7. Gentes de café en el México de 1945: 1945
La ruta de su evasión, publicada en 1948,1 Premio centroamericano 15 de septiembre, en Guatemala, y publicada en 1949 por el Ministerio de Educación de ese país.
Es la novela que conocemos de Yolanda Oreamuno Unger. Escribió otras pero no se conocen. Es una novela de ruptura, diferente, rebelde y violatoria del código tradicional aún dentro de su propia generación y ello le costó a Yolanda, por ser diferente y escribir también diferente, buscar otros países que la albergaran. Esto le dolió y ella lo dice con amargura: nuestro país es aldeano y no entiende lo que pasa fuera de él. Y era cierto, nuestros escritores, como lo hemos demostrado a la saciedad arrastraban una literatura criollista elemental, realista referencial, decimonónica y los escritores como Max Jiménez o en este caso Yolanda Oreamuno eran rechazados. Cuánto daño ha producido a la humanidad la ignorancia. Yolanda conocía lo que se escribía en Europa y las técnicas narrativas usadas en ese momento. Y su novela es un ejemplo de su aplicación pero en nuestro medio los políticos marcaban otro designio, pensando que la literatura, por sí, les resolviera los problemas sociales y económicos que ellos mismos no podían resolver. Esta mujer rompe, a pesar de los detractores, con el realismo social o la literatura comprometida al servicio de la política y nos da una muestra de novela diferente, más acorde con lo que estaba pasando, desde el punto de vista literario en Latinoamérica y el mundo europeo. La polémica emprendida en las generaciones anteriores que anteponía a los nacionalistas contra los europeístas deja de ser trascendente a partir de Yolanda, que emula a Max Jiménez Huete, su amigo. Lo extranjero, lo europeo, no es dañino. Se puede escribir sobre temas nacionales con las técnicas usadas fuera de nuestro contexto y el arte no posee límites ideológicos. Los prejuicios sólo provienen de los dogmáticos, sean éstos políticos, religiosos o racistas. Nuestra literatura recordará a Yolanda Oreamuno Unger como la mujer que violentó uno de los códigos ideológicos más dogmáticos de nuestra literatura, y abrió el camino para futuros escritores que con menos presión han comenzado, sobre todo los jóvenes a sembrar nuestro campo literario con obras que tímidamente comienzan a abrir el camino de nuestra literatura al nivel de nuestros vecinos, cercanos y lejanos.
La novela La ruta de su evasión publicada en 1948 se centra en una familia formada por don Vasco y Teresa y sus tres hijos: Roberto, Gabriel y Álvaro.
La agonía de Teresa permite al narrador incursionar en dos direcciones: la interioridad de Teresa y sus recuerdos, así como las relaciones con otros personajes, sobre todo familiares. Así Teresa vive un período breve: su muerte, su agonía y recuerda su vida (un largo período) que transcurrió de manera sumisa a la tiranía de su esposo.
Cada hijo tiene su historia: Roberto, el mayor se parece a su padre, se casa con Cristina por conveniencia social (norma) ya que la embarazó, sin quererla. Cuando nace el hijo mueren ambos. Roberto Abandona el hogar no sin antes enfrentarse con su padre a quien responsabiliza de toda la desdicha de su familia.
Gabriel, el segundo hijo, estudia medicina, es amado por Aurora a quien no corresponde y trata mal, mientras que sostiene una desbordante pasión por Elena Viales, hija de Fernando, que al final lo convence de abandonar a Elena por ser una muchacha diferente a las demás y que le haría sufrir. Gabriel la deja y luego de increpar a su madre su infelicidad, se va a vivir con Aurora a un departamento; pocos días después tiene una fuerte discusión con Aurora, la echa de su departamento y luego se suicida.
Álvaro, el menor, casi no se le da importancia, sólo se sabe que pasa masturbándose y que es enfermizo.
Al final, Teresa muere, casi simultáneamente que Gabriel. Es velada y Aurora le asiste. Al regreso al departamento Aurora encuentra el cadáver de Gabriel y se vislumbra una nueva vida para ella positiva.
Desde el inicio de la novela, el narrador de tercera persona, se distancia:
"Cuando Roberto le llamó no tuvo, de momento, idea de la misión que se le iba a confiar."1
Quien dice esto es un "yo" que conoce lo dicho y sabe que Roberto enviará a una misión a Gabriel. Es el narrador omnisciente que permite que el personaje intervenga en su discurso en primera persona: usa comillas.
"Es de noche. Salgo de casa para traer a mi padre; voy sin saberlo camino de la facultad. ¿Qué estúpido!"1
No sólo le da independencia sino que el narrador omnisciente, cuando lo hace, utiliza su punto de vista. Con ello abre una doble perspectiva: desde afuera y desde adentro del personaje. Gracias a esta técnica se conoce lo trivial del personaje y lo que va sucediendo en su interior:
"Gabriel se rinde. "¿Pero qué palabra tan fea? Putas. ¿Por qué no había entendido? Comienza la peor parte del relato. Recuerdo menos, pero siento más. Se va haciendo fácil decirlo. Las palabras vienen, pero esta vez no son sólo palabras: son conceptos."2
Esto es lo que se llama penetración en la conciencia del personaje. Este va desnudando sus pensamientos, su interioridad. Por este camino llegará al monólogo interior o fluir de conciencia. Técnica usada en esta novela por primera vez en la literatura costarricense.
El primer capítulo se narra desde estas dos perspectivas y desde el punto de vista de Gabriel. La escena se concreta a la búsqueda y encuentro de Vasco, su padre. El espacio es la ciudad de San José.
Gabriel es un joven sin experiencia vital y menos mundana. Su madre está enferma y su padre ha ido a tomar licor en algún prostíbulo.
En el segundo capítulo aparece el punto de vista de Teresa, madre de Gabriel, Roberto y Esteban. También se dan los dos niveles: exterior e interior:
"Voy entrando en el cono negro. Es difícil entrar aquí. ¿Teresa? Ahora Teresa soy yo. ¡Ya voy! Ya voy entrando, ya acudo al llamado ¡Ya voy...!"3
Se observan claramente los dos niveles. Teresa está a punto de morir. En la página 33 se ve claramente que el punto de vista narrativo es de una mujer:
"Pero ya es bastante desagradable verme obligada a cocer primero la comida de los cinco perrazos que la de mis hijos."4
El párrafo citado aparece entre comillas para que se observe que quien narra es el personaje Teresa y no el narrador de la enunciación (yo). Pero lo cierto es que hay una homologación entre ambos. El "yo" narrador deja y adopta en cada caso la perspectiva, el punto de vista del personaje y conoce tanto como ellos.
Sólo cuando utiliza la tercera persona cercana al autor, da explicaciones e interpela al lector. Aún la técnica furtiva del narrador no se maneja absolutamente:
"La figura de la agonizante casi se yergue, pero todo quedó en un estertor. Porque esto que relatamos, pertenecía al penoso pasado. En
La palabra relatamos acerca el "yo" narrativo al autor y apela al lector social para informarle, guiarle, explicarle.
En la novela se juega con un presente: Teresa agonizante, y un pasado: los recuerdos.
En ocasiones el narrador "yo" cercano al autor, deja de narrar para dar lecciones de urbanidad:
"Las buenas maneras se han de adquirir en la infancia, cuando todavía podemos (los subrayados son míos) imponer un sello personal a lo aprendido, y no nos cuesta ni adquirir ni dar. Entonces se vuelven fáciles, se incorporan medularmente a los gestos habituales; toman de éstos la naturalidad, y le dan belleza a lo superfluo, entonces la mecánica de la emoción se disciplina, obedece como el sistema nervioso, actúa eficazmente y se ejecuta sin esfuerzo."1
En este párrafo se apela al lector social y el "yo" narrador se personaliza como el autor y da consejos, opina y elogia la educación de la infancia autoritaria, lo que en otras partes de la novela se critica. El párrafo sobra, más bien estropea la narración de la historia que se cuenta y describe.
Poco después vuelve a intervenir:
"y allí, ante los ojos de la persona para quien representaba, se retrovertía nuestro hombre, (Don Vasco), daba la vuelta."2
El uso de ese nuestro viola la distancia narrativa. Tendremos que esperar muchos años después para que los novelistas costarricenses entendieran ese error y lo evitaran.
El capítulo IV presenta una nueva modalidad narrativa. El narrador "yo" básico, a través del uso de las comillas, deja que un "tú" narre. Son los recuerdos de Teresa cuando era niña. Entonces el "tú" se convierte en una especie de interlocutor del "yo" Teresa: es su conciencia, su pasado que le habla y le trae al presente su voz. Este es otro acierto de la novela.
"Tú eres bella. ¡Claro que eras bella! Ahora, en esta absurda posición de la que no te moverás más, maltratada por dolores y castigos eres fea. Horriblemente fea. Pero tú eras bella. Siempre es satisfactorio haberlo sido. Recuerda."3
Años después Carlos Fuentes (1929), escritor mexicano utilizó esta técnica en una novela de gran acogida universal: La muerte de Artemio Cruz: 1962. No sabemos si leyó La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno, lo cierto es que el uso del "tú" también lo utiliza en un personaje moribundo Artemio, como una especie de conciencia que le recuerda el futuro que le llegará poco a poco. El "yo" para el presente, mientras muere y "él" para narrar el pasado. O quizás la hipótesis más realista es que ambos leyeron la novela de William Faulkner, Mientras agonizo: 1930, perteneciente a la llamada generación perdida norteamericana. Esta generación tuvo gran influencia en la literatura hispanoamericana en general.
Es importante señalar que en esta novela se usa el tiempo futuro así como el imperativo. El uso de "él" para el pasado y el "yo" para el presente:
"porque en este minuto inconmensurable en que rinde cuenta de ti misma, has de revivirlo todo."1
Esta cita explica claramente en la novela, los juegos con el tiempo, el uso de los puntos de vista y el narrador básico.
Esta novela no sólo marca un hito en la literatura narrativa costarricense con el uso de las técnicas modernas utilizadas en otros países, sino que se aparta de la constante temática que venía siendo utilizada por nuestros novelistas: el campo contra la ciudad, lo autóctono o nacional contra lo extranjero y el famoso triángulo amoroso en lo sentimental. En ella hay profundidad en la psicología de los personajes. Estos no son planos, o buenos o malos, sino humanos: víctimas de una sociedad machista, autoritaria, alienante, enajenante.
El espacio es exclusivamente, la ciudad de San José y se describe sólo en lo más necesario.
Esta novela inicia en nuestro medio una nueva corriente narrativa que se irá robusteciendo en las generaciones siguientes. Escapa a la novelística de protesta social o comprometida que produjo gran cantidad de novelas en nuestro medio, no sólo con esta generación sino en escritores de generaciones posteriores.
Leave a comment