Entrevista a Carlos Luis Sáenz Elizondo

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CARLOS LUIS SÁENZ ELIZONDO: UN MAESTRO COSTARRICENSE EJEMPLAR

 

 

Carlos Luis Sáenz Elizondo, maestro por excelencia, ha dedicado, como luego veremos, toda su vida a aprender, enseñar y escribir.1

 

Carlos Luis Sáenz, Jovial, simpático, y atento, de una enorme capacidad para abordar los más diversos temas de nuestra historia, nos entretuvo en su casa de habitación con sus sabios consejos y profundos pensamientos.

 

-¿Por dónde quieres que empiece?- Me dijo.

 

-Esto me recuerda-prosiguió- las entrevistas que a diario suelen hacerme los niños de las escuelas. Siempre me preguntan por las fechas de mi nacimiento y muerte. Yo los complazco con la primera.

 

Y agregamos nosotros: ¡Ojalá que la segunda no llegue!

 

Y continúa:

 

-Es que la Literatura se enseña hoy día mal. Es una literatura de epitafio. No se debe confundir la cronología y la biografía. Los datos aislados, sin importancia específica para comprender la obra, no deben distraer la atención.

 

Y, sin hacerle preguntas, el sabio maestro, no va absorbiendo y poco a poco, nos convertimos en oyentes asombrados que como por obra de magia, nos hace asistir a nuestros juegos de niños, a las luchas políticas o a las más calificadas lecciones de Omar Dengo y Roberto Brenes Mesén.

 

Carlos Luis Sáenz nació en Junio de 1899, acaba de cumplir los ochenta años. Es autor de innumerables obras. Casi todas ellas tienen que ver con recuerdos de infancia. Su primer trabajo más conocido lo tituló Mulita Mayor, publicado en Repertorio Americano, en 1949. Tal y como él lo dice, se trata de Rondar Cuentos y Canciones de mi fantasía niña y de mi Ciudad Vieja, Heredia.

 

Otras de sus composiciones van desde poemas, estampas, lecturas, hasta pequeñas obras teatrales para niños. Entre ellas tenemos:

Navidades: 1929

Raíces de Esperanza: 1940

Doña Ana: 1948

Dramatizaciones: 1950

Memorias de alegría: 1951

Maternal: 1953

4 Estampas del Guanacaste: 1955

Costarriqueñas del 56: 1956

Cuadros del 56: 1956

Las semillas de nuestro Rey: 1958

Papeles de risa y fantasía: 1962

El abuelo cuentacuentos: 1974

 

Y muchas otras más. Actualmente escribe canciones, poemas, tec. Piensa para el futuro escribir una biografía novelada de su abuelo Matías que fue soldado en la Campaña Nacional de 1956 y participó en las pintorescas contiendas electorales de aquellos tiempos.

 

Carlos Luis Sáenz se inició en las primeras letras bajo la tutela de su tía paterna Manuela Sáenz, que utilizaba el método del "deletreo" para enseñar a leer.

 

Ba-be-bi-bo-bu

Da-de-di-do-du, etc.

 

Y luego el "Silabeo"

 

El Padre Nuestro se debía leer así: p-a,-a-;d-r-e, dre___pa-dre n-u-e-s-;t-r-o, tro______nuestro: padre nuestro

 

-Y así, sucesivamente- me explicaba- todos los niños lo repetían, a coro, hasta que lo memorizaban.

 

La secundaria la realizó en el Liceo de Heredia, que en ese entonces dirigía don Carlos Gagini. Debió iniciarse en un grado introductorio, llamado "preparatoria". Luego Alfredo González Flores, convirtió el Liceo en Escuela Normal. Por esa razón tuvo la oportunidad, en el año 1919, de graduarse como Maestro Normal.

 

Una vez graduado de maestro, comenzó a trabajar en la zona rural, fue Esparza el cantón que lo acogió por primera vez; ahí ocupó también la Dirección de la Escuela, por algún tiempo. Más tarde, desempeña funciones en escuelas urbana como la Porfirio Brenes,  y el Colegio de Señoritas, donde se desempeña como profesor de Castellano.. Los últimos diez años de labor docente los pasa en la Universidad de Costa Rica, a cargo de las cátedras de Literatura Costarricense y Apreciación Literaria. También lo hizo como profesor de Literatura Infantil en la Escuela Normal.

 

Esta variedad docente le permitió conocer todos los niveles de la enseñanza costarricense: desde el niño rural, hasta el profesional universitario.

 

En Carlos Luis Sáenz, se conjuga el maestro y el escritor, el que enseña con el ejemplo, el que crea y estimula la creación. Como lo afirma él: "Nací con vocación, con disposición, con inclinación. Por eso escribí las cosas que vivía". Era una manera de relacionarse con el mundo y la gente. Me gustaban los cuentos y los versos de los payasos. Me impresionaron sobremanera los "Portales", su creación, la libertad imaginativa para diseñarlos. En ellos encontrábamos enormes tortugas que no cabían en los ríos, pastores más pequeños que sus ovejas: es el mundo de los niños, el mundo de la fantasía que se opone al mundo de los adultos: los museos, donde todo está cuidadosamente dispuesto. Y ¡qué decir del papel de los pastores! Ahí empecé a oír los primeros versos improvisados.

 

-Una vez me reprendieron porque compuse el siguiente verso:

 

"Aquí te traigo señora

Este trapo colorado

Para que usted seque al niño

Cuando está orinado"

 

-Nosotros fuimos actores, no espectadores.

 

-¿Cómo compararía Ud. Don Carlos, esos niños y los de ahora?

 

-Ah, son tan diferentes, no por culpa de los niños sino por los cambios que han ocurrido. Imagínese usted, que las calles eran para nosotros canchas de futbol. ¡Nuestro único peligro era ser atropellados por una carreta!

 

Nosotros éramos de una familia "acomodad"; nunca fuimos nos faltó nada. Contábamos con potreros, cafetales, ríos. ¡Cómo recuerdo esos días en el Guayabal! Nunca se me olvida el día que le dimos fuego al potrero y casi se quema una fábrica de jabón. ¡Cómo nos divertimos Fausto Pacheco y yo, desde el campanario de la iglesia del Carmen, viendo las llamas del incendio!

 

-Antes no se conocían los vicios. No fumé de niño. Se respetaba mucho a los padres y maestros. Mi niñez no transcurrió como la de Luisa González, en barrios bajos, sino en una clase media "acomodada".

 

-         En ese entonces la Iglesia jugó un papel importante para nosotros. Se vivía un espíritu religioso, no fanático. No podré olvidar las Semanas Santas con aquellos rituales impresionantes, los cantos Gregorianos, el incienso y las flores.

 

-Era muy diferente...Recuerdo, una vez, para una Semana Santa. Por ese tiempo asistimos a un sermón del Coadjutor de la iglesia de El Carmen, Padre Gómez, sobre el desprendimiento. Comenzó comentando la traición de Pedro y Judas y terminó haciendo un impresionante discurso político contra la traición de Somoza a Sandino.

 

Y cómo-de verdad- poco a poco fuimos reviviendo, uno a uno, también, nuestros días de infancia. Sin quererlo mirábamos hacia fuera, los carros pasar, veloces, las calles sin niños y las esquinas llenas de cantinas y de niños pidiendo limosna para comprar inhalantes. Fue entrando en nosotros la ciudad monstruo, la ciudad-enferma, los edificios fríos, con puertas enormes, guareciendo a niños sin rostro, niños viejos, sin futuro, sin vida. ¡Claro que sí: los niños de ahora ya no son niños! Se les ha robado su misma esencia.

 

-Don Carlos y como maestro, ¿qué recomendaciones nos haría?

 

Yo tuve la suerte de tener maestros como Luis Dobles Segreda, Carlos Gagini, Roberto Brenes Mesén, Rómulo Tovar, y ellos me guiaron en muchos aspectos. Dirigieron mis lecturas, me estimularon para que siguiera adelante.

 

-En verdad un maestro debe poseer una cultura amplia general, pero con especialidad. Que ahonde en algún aspecto, ya sea éste, gramática, Literatura, Botániaca, Zoología, etc. Y el profesor de materia que no se quede en su especialidad. Debe conocer la cultura humanística de nuestro tiempo. No es posible saber todo pero sí poder disfrutar una buena novela (y agrego yo, de esas estúpidas que pasa la televisión nacional y extranjera) o un libro de poemas.

 

-No podemos aceptar-continúa- como excusa, la falta de tiempo. Lo que se debe hacer es programar las actividades y tener disposición para cultivar el espíritu.

 

-El maestro-prosigue- debe aprender a enseñar pero tamabién, y esto es muy importante, saber qué enseñar.

 

-Hoy en día- me enfatiza- se reduce la participación del niño a gestos y monosílabos. No hay verdadero diálogo entre maestro y niño. Si un maestro no tiene visión general y conocimientos serios, toma los conceptos como verdades absolutas y no despierta la curiosidad de los niños y el espíritu creador.

 

-Muchas veces- insinúa- los maestros no tienen la culpa porque se les dan grupos muy  numerosos de alumnos y entonces viene la despersonalización. Cuando yo tenía diez muchachos les conocía hasta las "mañas", pero con cuarenta, el joven se convierte en un simple número.

 

-Esta despersonalización-repite, ha hecho que no exista un seguimiento, por parte del maestro, del alumno. Esto es muy importante porque permite al maestro descubrir vocaciones y orientarlas sabiamente.

 

Los maestros- posigue- deben leer mucho, no solo para cultivarse sino para distraerse. Es mejor la lectura que la TV. El libro se puede escoger; en cambio, los programas de TV. No brindan esa oportunidad (pues se escoge estupideces entre tanta mediocridad, agrego yo).

 

-Cada maestro debe tener un libro de cabecera, ya sea éste la Biblia, El Quijote, o Martí, etc. Y no temerle a los autores nuevos, aunque algunos de ellos no se entiendan fácilmente.

 

-Para finalizar esta amena conversación, me gustaría conocer qué libros le han impresionado más. Le pregunté.

 

-De niño me impresionó Corazón, de Edmundo de Amicis. No he podido olvidar De los Apeninos a los Andes.

 

En secundaria, el Libro de las tierras vírgenes, de Rudyard Kipling y los versos de Villaespesa.

 

Luego vinieron otros: Martí, Lugones y sobre todo Amado Nervo, Brenes Mesén en Voces del Angelus, y muchos otros más.

 

No es posible despedirse de un maestro de tales proporciones. Hubiésemos querido permanecer ahí horas y horas, viviendo eternidades; pero no había remedio, después de oírlo hablar durante dos horas, era justo dejarlo descansar en la tranquilidad de su hogar.

 

Como muestra de su poesía sencilla y evocadora, les transcribimos estos poemas De Memoria de Alegría que él mismo me recomendó.

 

 

CUNERA DEL MONTE

 

Te daré moras

Peloncito, si no lloras;

Y te daré moritas

Si secas tus lagrimitas

 

Duérmete, peloncillo

Carita de albahaca,

Que el moral de la noche

Te da sus moras blancas.

 

CANCIÓN DEL ABUELO

 

Digamos esta canción;

Do, re, mi, fa, sol, abuelo

Tú tienes nieve en el pelo

En mi pelo tengo sol.

Do, re, mi, fa, sol.

 

Canta nieto, esa canción

Que me sirve de consuelo;

Do, re, mi, fa, sol, tu  anhelo

Abre cauce a mi ilusión.

 

Dame un beso, rapazuelo,

Que la canción se va al aire

Y el beso a mi corazón.

¡Do, re, mi, fa, sol!

 

LA VACA

 

La vaca amarilla

Paciente camina

Entre el pasto oloroso

La vaca amarilla

 

Tiene un ternero;

Le doy hierba fresca

Con hojas de trébol.

La vaca amarilla

Se va por el prado

 

Con el ternerito

Saltando a su lado

Igual que la luna

Con su lucerito

Por el cielo claro.



1 Esta entrevista la realizamos en casa del señor Caros Luis Sáenz Elizondo en Hatillo uno, San José, febrero de 1980.

4 Comments

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Gracias, muy generoso
Benedicto Víquez Guzmán

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(El autor ha escrito un excelente artículo. Usted ha hecho su punto y no hay mucho que discutir. Es como la siguiente verdad universal que no se puede discutir con: No la verdad es universal, todo tiene su excepción.)

Gracias por el comentario
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

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