6. NOTAS
En ellas el autor deja ideas desperdigadas, apuntes y anotaciones varias. Algunas de ellas son apuntes que luego convertiría en artículos publicables. Oras recogen preocupaciones, expectativas, apelaciones, llamadas de atención, insinuaciones, apelaciones, referencias cortas a problemas nacionales, educativas, sobre todo en su organización.
En algunas ocasiones se publicaron fragmentos de cartas a sus amigos, discípulos o profesores. Estatutos, reglas de ortografía, preocupaciones de los estudiantes, todo ello, ofrece esta sección. Lo importante es que ellas giran en su mayoría sobre la misma temática social, educativa y política expuesta por él en la mayoría de sus escritos.
RECUERDO QUE EL II AÑO NORMAL DEDICA AL III AÑO1
En elogio del maestro y para gloria suya se han dicho las más hermosas y las más profundas palabras. Ninguna misión ha sido más exaltada. Se ha comparado al maestro con los más grandes seres; no le han atribuido virtudes excelsas; se le ha reconocido una función profundamente trascendental en el trabajo secular de crear y perfeccionar las civilizaciones. ¿Qué más podéis desear para vuestra vida, amados jóvenes, que esto de saber que habréis de participar en una tarea bendecida por el pensamiento de la humanidad? ¿Qué más que esto de saber que se os considera dueños de aquel misterioso tesoro que pertenece a los dioses: el porvenir? Dícese de éstos que del provenirle hacen donación a los hombres. Dígase de vosotros lo mismo.
3 de diciembre de 1926
DE LA RECONSTRUCCIÓN DEL PAÍS
Como les decía antes de separarnos, creo que en ningún momento de la vida del país ha sido preciso un mayor caudal de fuerzas generosas y constructivas al servicio de la nación. A medida que usted trate de compenetrarse con tal orden de pensamientos irá descubriendo en usted un hermoso conjunto de posibilidades de asociar su modesto y callado esfuerzo de estudiante a la obra de reconstrucción del país. Y esto es fundamental, porque nosotros solo creemos y nos ennoblecemos y perfeccionamos en la medida en que trabajamos por el enaltecimiento de los demás.
DOS NOTAS
Y bien, hombres de mi país...
I
Me escribe un joven. Es frecuente que lleguen cartas de jóvenes a las manos de quienes hemos trabajado en las aulas. Es estudiante, pero la fuerza de sus aspiraciones lo han llevado fuera del arrebañamiento que los colegios suelen producir y que a veces fomentan deliberadamente. Sus cartas expresan la tragedia en que a poca profundidad encontraríamos sumida, -si fuéramos abriendo almas de jóvenes- toda la riqueza espiritual que puede prometerle a la nación una incomprendida, resignada y vasta juventud.
Me dice este joven:
"quisiera ser hombre de bien, pero contra una aspiración tan modesta, parece levantarse todo el país."
Hay algo imponente, por su belleza o su angustia, perceptible tras la estructura de la frase como un destino tras un alma.
Me ha sobrecogido el temor de que en este caso la voz de un niño declare, visionaria, la suerte de una nación. Y como en más de una vez los juegos infantiles, como la lira de los grandes poetas, revelan la sabiduría atesorada en la entraña de las horas y de las cosas...
Y bien, hombres de mi país: los que en alguna forma cooperáis a la organización, al desenvolvimiento de sus instituciones, hombres que por la función pública que ejercéis; que por la cultura que representáis; que por vuestra riqueza, que por vuestra posición social, algo debéis hacer al servicio de vuestra nación... ¿Qué hacéis por el porvenir de las generaciones ahora en crecimiento?
¿También vuestra actitud conspira contra la aspiración de un adolescente a se hombre de bien?
Tal vez plantea su carta el más complejo problema humano; he aquí que este joven, de ser Leonardo, hubiera tal vez trazado su pesadumbre en la inmortal sonrisa. Donde hay, al tiempo, divino regocijo de la gracia y el gesto de la víbora satánica, devoradora de almas y civilizaciones.
¿Cuál sonrisa os inquieta, hombres de mi país?
II
PAZ
He rastreado ávidamente, en los periódicos, en los corrillos, las huellas del regocijo que ha traído la paz. ¿Qué piensan los hombres de mi país? ¿Qué sensación expresan las instituciones? ¿Cuáles proyectos surgen? ¿Cuáles propósitos se renuevan? ¿Qué anuncia, qué fecunda, qué crea la Paz?
Debe haber fiestas cívicas en San José, a fines de año, para alegrarnos. Ésta es la iniciativa, ¡cosa trascendental!
Y el problema: ¿cuánto bajan los precios de los comestibles?
¿Para esto queréis la Paz? ¿Para esto se ensangrentó la Europa y se invocó la civilización?
¿Para esto hubo un momento tan cruel en que pudo creerse que lo eterno ajustaba sus designios al odio de un hombre loco, que bebía sangre en el cáliz de Dios?
1918
NOTA EDITORIAL
Pasa La Obra a manos de mi buen amigo y compañero don Omar Dengo. Yo necesito dedicar todos mis esfuerzos económicos y editoriales al Convivio, que ya va siendo una empresa de importancia americana.
Nadie más acreedor a La Obra que don Omar. Él ha sido mi constante colaborador; él sabe de dónde venimos y a dónde vamos con estas andanzas periodísticas.
Por otra parte, es bueno que tenga campo propio para su acción espiritual, que ya siento fecunda en beneficios para Costa Rica. He dicho.
Joaquín García Monge,
San José, noviembre de 1918.
SOBRE LOS LIBROS DE TEXTO
Sin fe en que pueda servirle1 de algo una opinión mía, me permito enviarle esta breve reflexión acerca de los textos. El asunto me preocupa desde hace muchos años y he visto que en los países cultos se trata técnicamente, es decir, no solo a base de opiniones personales, sino, de preferencia, a base de investigaciones especialmente realizadas por medio d comités especiales que han logrado determinar, en general, con bastante precisión, cuáles son las características dl buen texto.
Debo advertirle que simptizo con la preocupación que el Ministerio revela a propósito de esos problemas. Es algo de lo que en gran paarte haacía falta en ese despacho: preocupación, traabajo.
A riesgo d parecer dogmático y por falta de tiempo, condeno así los puntos de vista.
Estoy de acuerdo con don Elías Jiménez en que la cuestión es secundaria. La esencial se refiere al Profesorado.
Es muy difícil producir en el país textos que lleven en sí toda la autoridad, producto de años de experiencia en ambientes superiores, que logran acopiar los textos extranjeros.
Dudo que alguien pudiera hacer entre nosotros una aritmética para niños superior, por ejemplo, a la de Thorndike, en la cual reúnen tantas condiciones y de modo eminente: pedagogo, psicólogo, especialista en estudios de psicología educacional y en estudios de lo que se llama psicología del número.
Esa aritmética está traducida al castellano con adaptaciones a las necesidades de Puerto Rico, por ejemplo, y sería fácil llegar a un acuerdo con la casa editorial para adaptarla para Costa Rica. (Hay cien casos como ése).
En el exterior los textos se editan nuevamente cada año, con adiciones y correcciones. Entre nosotros se corre el riesgo de adaptar un mal libro, como libro único, -según ya con algunos ha pasado- por veinte o más años. Y raro es, entre estos libros, el que a los diez años puede prestar algún servicio todavía.
El problema viene a depender mucho de cómo sea el texto y de cómo se le use. De modo que si se llega a implantarlos, urge cuidarse de que no sean obligatorios y, sobre todo, de que no sean "únicos". Si es funesto que "cada maestrillo tenga su librillo", es peor que cada alumno lo tenga también. Hay que cuidarse también del uso que se va a hacer de tales libros. Con el mejor texto, el mal profesor convierte a los muchachos en papagayos, con todas las consecuencias que al respecto son bien conocidas.
Y el buen profesor, el que quiere que el alumno piense, que observe, que si es posible investigue y ensaye sus fuerzas en los muchos textos, es decir la biblioteca, pero no la biblioteca que alcanza el carácter de taller y de laboratorio porque se ofrece a todos los gustos y a todas las aptitudes sin restricciones. Por ahí van en los cursos primarios los Decroly y los Ferrière, con el trabajo que llaman de documentación, y por ahí van los que creen hoy, con justísima razón, que la escuela debe dedicar un renglón completo de sus actividades a enseñar a los niños a estudiar, es decir, a buscar dataos en todas las ventas disponibles, como a organizarlos y a hacer uso de ellos.
Desgraciadamente los más importantes capítulos de la moderna organización de la enseñanza están todavía, a pesar de nuestras pretensiones, por ser abiertos en Costa Rica y lo grave es que seguimos empeñados en las soluciones esporádicas o fragmentarias.
* * *
SOBRE LA NUEVA EDUCACIÓN
Juzgo que es oportuno, estimado señor García, dar a conocer la declaración de principios de The progressive Education Association, fundada en Washington, en 1919, por un grupo de personas interesadas en las actuales reformas educacionales, y con el propósito cardinal de apoyar y difundir esas reformas.
El Presidente Honorario de tal asociación es un educador eminente, el doctor Charles W. Elliot. Las varias comisiones que dirigen el trabajo están integradas por hombres de notorio prestigio. Es digno de ser especialmente mencionado, a ese propósito, el hecho de estar representada la sociedad en Inglaterra por H. G. Wells.
Por lo demás, la sociedad celebra importantes convenciones anuales, hace frecuentes publicaciones y tiene como principal órgano de expresión una revista excelente: Progressive Education.
En este momento la sociedad busca relaciones en los países hispanoamericanos, pues aspira a desarrollar un plan de significación internacional, y sería quizás conveniente que los preocupados por la difusión de una escuela nueva, buscaran, a su vez, el acercamiento a esa sociedad que es, sin duda, una de las fuentes de renovación.
Los trabajadores de ese grupo inspiran confianza cordial. Un Salas Marchán, un Ernesto Nelson, por ejemplo, encontrarían una más amplia comprensión de sus ideales por parte de aquellos trabajadores, que en el ánimo reaccionario de muchos hispanoamericanos.
No diría lo mismo, por cierto, si hubiera de referirme a otros de los grupos estadounidenses que trabajan dentro de esta órbita de actividades. Hay grupos que no atraen, que no despiertan simpatías, a causa de su afán, patriótico sin duda, de secundar las manifestaciones políticas del dogma imperialista que en nuestros países infunde desconfianzas y temores.
Puede ser esta una ocasión de atreverme a declarar, señor García Monge, sin la menor pretensión de que mi criterio promueva resonancias, que en cuanto a hispanoamericanismo, fácilmente dan la impresión los que suelen agitar el movimiento, de querer fundarlo en odios. Los maestros de escuela no podemos transitar esa ruta. Me satisface a ese respecto la fórmula, tosca si se quiere, de preferir un idealista yankee, a un filibustero costarricense. En el filibusterismo. -una de tantas etiquetas para un estado de conciencia inferior- están concentrados los peligros. Todos los peligros, en verdad: traiciones, dictaduras, etc.
Eso, sobre todo, me hacía grata la tarea de Elmore: no revelaba odios. Y lo recuerdo, porque así completó una idea. Entre un notable político yankee de los que usan látigo para nuestra América y el noble, el sencillo Elmore, prefiero a éste. Pero entre Chocano y Emerson, prefiero a Emerson.
Los maestros no podemos ignorar que los Estados Unidos están construyendo en sus escuelas un vastísimo laboratorio, multiforme, poderoso en medios, del cual saldrán las normas de la nueva educación más accesibles al progreso de la de nuestros países.
No es menos nuestro ni menos grande Sarmiento porque sintiera la seducción de la obra de Mann. Ni se trata de hacer en Costa Rica o en Bolivia, escuelas y colegios para cumplir objetivos y satisfacer necesidades de los norteamericanos, sino, simplemente, de aprovechar la lección de los Estados Unidos. Entiendo, y lamentaría afirmar un error, que así lo pensaba Vasconcelos cuando concebía su gran obra mejicana.
Don Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, a quien seguramente no recordaríamos sin el nexo de tal circunstancia, hubiera podido ser en el medio estadounidense, un precursor de Kerschensteiner, del propio Dewey, o de JanLighart. Merece la mayor atención desde ese punto de vista la obra de don Simón Rodríguez.
Le incluyo la aludida declaración de principios, y lo saluda afectuosamente,
Omar Dengo,
Heredia, febrero de 1920
SÍNTESIS DE APUNTES RELATIVOS A LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA
Es una asignatura cuya enseñanza, por difícil y por la importancia que tiene, exige del maestro serios esfuerzos de preparación. Se conviene en que es una de las asignaturas que se enseñan con mayor descuido.
Un análisis de varias de las definiciones que de ella se han dado, lleva a la conclusión de que en los últimos tiempos tiende a predominar en el estudio de la Geografía la importancia del factor humano.
Como funciones importantes que su enseñanza ha de cumplir, pueden indicarse las siguientes:
1. Mostrar ciertas leyes naturales en condiciones que capaciten al alumno para aplicarlas.
2. Mostrar hechos y relaciones importantes.
3. Despertar intereses permanentes en los estudios geográficos.
4. Conocimiento de las herramientas de la geografía.
5. Apreciación de las relaciones de la naturaleza con el hombre.
Como fundamento de esta enseñanza hay que tener presente que su aprendizaje pertenece al tipo en que la actitud del niño tiende a caracterizarse por el hecho de que la imaginación trabaja en el espacio.
En cuanto a programas, conviene advertir que es preciso no abusar de la geografía meramente descriptiva, cuyo lugar está, sobre todo, en los primeros grados. Hoy se le da importancia especialmente a las relaciones de cusa y efecto.
Los medios d visualización deben abundar en esta enseñanza: mapas, mapas esquemáticos, trabajos de cartografía, relieves, representaciones en la mesa de arena, globos (uso limitado), diagramas, cuadros, postales, etc. Descripción viva. Además, lecturas, proyectos, etc.
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