Benedicto Víquez Guzmán: La obra escrita de Omar Dengo Maison. Notas: Siento el hastío, Sobre el diario de clase, Siglo de la escuela, Notas, Corina, Asociaación de exalumnos..., Sugestiones relativas a la composición, Reglas de ortografía, Páginas

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SIENTO EL HASTÍO

 

 

Siento El hastío de estas filosofías que parecen ubres secas. En todo el panorama de esta hora de vaciedad, mientras tengo en los labios amargura de tabaco, no logro ver nada que me atraiga los ojos. Me quieren enloquecer los chillidos de esos niños que juegan en la calle. Intenté leer un verso y me pareció estúpido. Tras las cortinas de esa ventana hay un resplandor necio que se empeña en traerme añoranzas de otras tardes. Pocas veces he tenido una noción más clara de la presencia de un intruso.

 

Sentir, -esa reflexión pretende asaltarme- sentir, sentir... y como veo que la palabra pretende iniciar una frase y ocuparme la mente con un ruido inoportuno, la dejo ahí detenida en su gesto servilmente: sentir, sentir, sentir... ¡Necia!

 

 

SOBRE EL "DIARIO DE CLASE"

 

 

Las páginas que he leído de su Diario de Clase1, muestran una manera de llevarlo, científica, moderna, que con poco, podría ser ejemplar. Las anotaciones que usted hace después de cada lección, equivalen a las que los maestros norteamericanos llaman "progress notes". Sin éstas, el Diario es una mera colección de planes de lecciones, carentes de objeto.

 

Las anotaciones lo convierten en lo que pudiéramos llamar la biografía espiritual de un grupo de niñas.. Así alcanza el Diario su verdadero ministerio.

 

Mi juicio acerca de esta cuestión me conduciría, si fuera maestro, a procurar que los niños llevaran también un Diario de Clase. ¡Ojalá un diario individual!

 

"La contabilidad que más necesitan las escuelas, -dice el profesor H. E. Bennett-, y la que más han descuidado, consiste en un diario de los progresos y de las necesidades de los individuos y de la clase".

 

Lo que afirma ese autor, lo sabe usted y lo sabemos todos, excepción hecha, a lo que entiendo, del Director de la Escuela en que usted trabaja. Pero hago la cita, y la prefiero a mis propias reflexiones, amplias al respecto, porque conozco el aprecio en que tienen las citas ciertas autoridades escolares.

 

Por lo demás, los procedimientos con que la escuela actual ensaya a realizar el estudio de las necesidades y la fecunda disciplina pedagógica. Nuestras Escuelas Normales, por cierto, y las más de nuestras autoridades escolares, la ignoran en absoluto.

 

El trabajo que usted me ha presentado sería tal vez completo, se las observaciones colectivas e individuales se ajustaran a un plan cuya organización considerara los varios aspectos de la actividad infantil.

 

Al aludido Director conviene hacerle comprender una sencilla idea fundamental: que el plan de una lección de cada día debe apoyarse en el trabajo y no en el plan del día precedente. La ignorancia de tan sencilla noción, denuncia una incomprensión del problema educacional, capaz de atar la escuela al cautiverio de una rutina irredimible.

                                                                                                     Julio de 1918

           

 

SIGLO DE LA ESCUELA

 

 

Lo de preocupar ya a la prensa los problemas del maestro, es una de las consoladoras señales que vamos al cabo reconociendo que el país comienza a ser apto para adquirir la sensibilidad de los problemas o ideales. Sensibilidad que es fuente de la conciencia cívica, en la cual radica la verdadera soberanía. Ya que una nación, como dijera Renán, es un principio espiritual.

 

El país mira pensativamente a la escuela, al maestro, al niño; cuando los haya mirado lo bastante a que su curiosidad e inquietud se truequen en pródiga reflexión, entonces el país estará en aptitud de ser más dinámicamente influido por las corrientes de ideas que cruzan el mundo hacia todos los orientes y arrumban a desembocar en la escuela. En estos días ha declarado un gran pensador que será el de la educación el problema cardinal de la época. Las soluciones de los conflictos sociales que los juzgaron tan solo, o sobre todo, referidas a condiciones económicas, han fracasado con fragor de tempestad.

 

No redime a la miseria el oro. Oro y oro en las manos insaciables de los hombres, si mata el hambre, no enriquece la dignidad de quienes lo piden, ni enriquece de virtud el corazón de quienes codiciosamente lo atesoran. Porque el mal, más que en el hambre de pan, reside, como un monstruo en una gruta encantada, en la sórdida sed del oro.

 

Hay que sustituirla por la sed de luz y ésta no brota del crisol en que hierven los oros, sino del sol y de las estrellas...

 

En las publicaciones educacionales estos son ahora los títulos más frecuentes. Recontratación, La Nueva Escuela, La Escuela Futura, Nuevos Ideales en Educación, etc. Y tras ellos, surge la agitada muchedumbre de ideas y ensueños debatiéndose dentro de la aspiración a conquistar las fórmulas precisas, nítidas, que hayan de ser expresiones del más elevado contenido espiritual de la nueva civilización.

 

Complace, pues, que en el país vaya suscitando serias preocupaciones el problema de la Escuela, porque así se revela que no hemos perdido del todo la capacidad de auscultar, entre las sombras, el corazón de los tiempos.

 

Siglo del niño, siglo de la mujer, se ha llamado al presente, y ahora también, siglo de la escuela. ¡Cosas que se aúnan, dentro de un orbe de misterio, en el símbolo de la madre!

 

Siglo de la escuela, cuando más se anhela libertad, cuando más justicia se demanda y con mayor vehemencia se invoca la expresión plenaria de los sentimientos de amor y de fraternidad. El mundo cargado de tormentas, sangrante, convulso, preso en el parto de una nueva humanidad... Y por sobre todo esto  trágicamente inmenso, anuncia sus auroras, como una luz sinaica, algo tan humilde como el pesebre legendario: la escuela. Solo porque en ella mora la asedada inquietud del niño, esta cosa maravillosa ante la cual conoce el hombre lo único que le explica el milagro de la vida: el Porvenir.

                                                                                                                              La Caja

 

NOTAS

 

A tiempo que en este país hay muchos maestros incomodados con los nuevos Programas de Educación Primaria, -unos por falta de estudio, otros por mala voluntad y sobra de pretensiones- y cuando andan por ahí con ganas de echarlos la perder o de echarlos abajo, llega una tarjeta de D. Ernesto Nelson, el jefe de Enseñanza en la República Argentina, a nuestro compatriota Héctor Naranjo, ahora residente en La Plata y profesor. Dice así la tarjeta:

 

"Mi estimado Naranjo: Suponiendo que Ud. haya recibido un ejemplar del programa de Educación Primaria que me acaba de mandar nuestro común amigo Brenes Mesén, y deseando hacer una trascripción extensa de los mismos, para lo cual necesitaría dos ejemplares, me tomo la libertad pedirle a Ud. no haría el sacrificio del suyo, con un objeto que concurrirá, según espero, a la difusión del notable trabajo de un distinguido compatriota.

 Saludos afectuosos de E. Nelson"

 

Leída esta declaración de una de las primeras autoridades americanas en asuntos de enseñanza pública, los comentarios huelgan.

 

* * *

Con los graduados de la Escuela Normal, -D. Salvador Umaña, graduado en 1917, nos remite tres trabajos literarios. Todos merecen publicarse.

 

D. Abrahán Molina, graduado de 1917 y Director de la Escuela en San Rafael de Heredia, nos escribe y nos refiere que el Domingo 5 de mayo realizó una feria escolar (rifas y una velada). En la velada leyó el cuento de Tolstoi que se titula, La leyenda del rico (de la obrita de Tolstoi Intimo). Contó con la simpatía y la cooperación de los jóvenes y las señoritas de la localidad. Juzga ejemplar para los niños, -futuros ciudadanos- eso de que todos los elementos activos del pueblo lleguen a la escuela y presten sus servicios. Está contento con el apoyo moral que el pueblo le presta a la Escuela. Rendimiento neto de la feria: ¢ 89.

 

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Se ha ido para los Estados Unidos, con el objeto de continuar sus estudios pedagógicos, nuestra amiga Corina Rodríguez, graduada en 1915. Con este motivo, nos remite la página siguiente nuestro compañero José J. Salas Pérez.

 

CORINA

 

Como las águilas, confía únicamente en el poder de sus alas. En medio de dolorosos acontecimientos, ¡levanta heroicamente su pensamiento y lo va a colocar allá en el país donde existe un monumento colosal, consagrado al culto de la Libertad! Su corazón queda con nosotros: nadie podrá quitárnoslo  del seno de nuestro afecto.

 

Alma consagrada al ideal, embellecida por el ideal y engrandecida por el ideal: ésa es la suya. En ella encontraréis inteligencia poderosa, virtud de corazón y voluntad de acero; no del acero con que se fabrican las armas de la muerte, sino del otro, con el que se construyen los puentes de la civilización.

 

"Voy en busca de un ideal, -nos dice- y si a mi paso encuentro la muerte, bien encontrada está". ¿Lo veis? ¡Alma de Hipannia!.

 

"Dios la lleve con bien", dicen en mi pueblo y yo agrego: "que los Altos Hados le otorguen tierra hospitalaria y ambiente generoso" y que un día, "llena la mente de recuerdos sagrados" torne a la tierra de nuestros mayores.

 

Mi pensamiento, como un faro, desde la playa, vela y ora por la prosperidad de su viaje. J.J.S.

          

 Para Corina Rodríguez, en su viaje a los EE.UU.

 

* * *

Recibimos el No. 1 de Atenea (Artes-Letras-Ciencias), revista bimestral que dirige en La Plata nuestro querido amigo Rafael Alberto Arrieta. De la presentación y el texto nada diremos que no sea en elogio. Pero hay algo en que sí  queremos insistir por lo que tiene de ejemplar. Recuerden nuestros lectores el artículo del Dr. Joaquín V. González publicado en el No. 4 de La Obra y que se refiere a la República Ulpi, una de las fundaciones sociales-educativas más interesantes de América. Y ahora vean resultados de tan fecunda fundación.

 

 

ASOCIACIÓN DE EXALUMNOS DEL COLEGIO NACIONAL DE LA PLATA1

 

 

Pretende reunir en una vasta comunidad a las generaciones egresadas  de ese establecimiento de enseñanza desde el año 1895, fecha de su fundación. Son sus fines, según rezan los estatutos, contribuir a la vinculación y desarrollo de la afectividad entre sus miembros, propender a la formación del carácter y al mejoramiento moral e intelectual de sus asociados y extender su obra de cultura fuera de la misma. Cumpliendo tales propósitos, aspira a formar el espíritu de tradición del Colegio y a realizar una empresa concordante con el carácter universitario de la ciudad.

 

La Asociación mantiene una escuela popular nocturna donde reciben instrucción absolutamente gratuita acerca de los ramos más indispensables del conocimiento, todas las personas que a ella quieran acudir. Organiza conferencias, conciertos, lecturas y cursos especializados sobre temas de interés general. Publica la revista Atenea. Se ocupa en la organización de una biblioteca. Sostiene el patrocinio de la Universidad, festeja anualmente el "Día del Colegio".

 

La Asociación admite como socios a los exalumnos del Colegio, profesores y exprofesores del mismo y, excepcionalmente, a las personas que fueren incorporadas por el consentimiento unánime de su junta ejecutiva. Los socios abonan una mensualidad de un peso y no se exige cuota de entrada. El local social está instalado en La Plata, Avenida Independencia, No. 1128.

 

Alumnos, los alumnos nuestros, egresados de la Escuela Normal de Costa Rica en los años 1915, 1916, y 1917, he aquí un buen ejemplo que imitar. De estas cosas bastante se les habló. A la acción, asóciense; hay mucho que hacer en este desgraciado país.

 

* * *

Numerosas personas andan con la hora oficial. Pues bien, nada hay más inexacto que la tal hora. Una vez me confesaba un meritísimo empleado del Ministerio de Fomento que el reloj oficial anda a la buena de Dios, que él tenía que rectificarlo con frecuencia. Y que le hacía mucha gracia, por cierto, ver a tantos detenerse ante la ventana en que la hora oficial se anuncia enmendar la que registran sus relojes propias. Esto de la hora oficial, por lo menos acá, es una de tantas supersticiones.

 

Y como el número de los mentecatos es infinito, no solo arreglan conforme a la pauta oficial la hora en que viven, sino todo el curso de la existencia. De modo que todos sus aplausos y opiniones, sus simpatías, sus malquerencias y aspiraciones, caminan de acuerdo con las oficiales.

 

Las supersticiones oficiales pesan como una lápida en la conciencia de innumerables ciudadanos. ¡Dios nos asista!

 

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Nuestro estimado colaborador y amigo, D. Roberto Brenes Mesén, ha recibido del Dr: Varona la siguiente y honrosa carta:

 

Muy distinguido señor y amigo:

 

Verdaderamente valioso es el regalo que debo a su grande amabilidad. Su gramática realza los grandes servicios que han prestado los pueblos hispanoamericanos a nuestra lengua. Tan notable como el que prestó en su tiempo Bello, y como los que después ha debido al sabio Cuervo. He de estudiarla con el mayor cuidado.

 

En 1880 emprendí obra semejante, basada en la famosa obra de F. Díez. Llegué a completar el capítulo sobre los verbos anómalos, o llamados tales, pero tuve la desgracia de perder el manuscrito en uno de mis viajes. Después Me distrajeron ocupaciones premiosas.

 

También me interesa el opúsculo "Metafísica de la materia" Veo por las citas que está Ud. perfectamente documentado.

 

Muy agradecido le queda su amigo atto. y ss.

                                                       

Enrique José Varona,

Vedado, 21 de abril de 1918

                                                                             

 

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Hallamos en nuestro apreciable colega, El Gráfico, de New York, este párrafo, que merece copiarse. Lo suscribe Modesto C. Rolland.

 

"Los pueblos pobres, los pueblos propensos a la inmortalidad, tienen que crearse una virtud fecunda en el sacrificio (tal cual conciben la virtud los espíritus románticos, ni más ni menos) muy diversa de la virtud de los pueblos ricos, fundada en la opulencia y en la pluralidad de la elección. Los pueblos pobres, asimismo, los pueblos que no han acumulado riquezas con su trabajo, deben conformarse con una vida modesta en tanto que sus propias fuerzas le lleven a otro estado. Lo contrario es vivir nacionalmente gracias a la usura de los pueblos ricos y con todos los peligros y las humillaciones del que sigue habitando la casa que ya no le pertenece."

 

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También los postes del telégrafo declaran su filosofía. Decía uno de ellos:

 

"Hace veinte años que estoy aquí clavado, ayudando a sostener los alambres, y he llegado a convencerme de que no hay vehículo mejor que las carretas.

 

Nunca he visto pasar un automóvil ni creo que los haya; eso de los automóviles es fantasía de gente romántica, sin espíritu práctico, ni experiencia de la vida de los caminos."

 

 

Las palabras de este poste, -sabio sin duda- las cita con notoria frecuencia muchos dómines. A las veces, con cierta unción, casi evangélica, tras la cual desaparece la huella de los largos, viejos, tensos alambres...

 

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El mundo tiene ya una segunda edición de  los evangelios en los consejos y en los ejemplos de los grandes hombres, y todo el que no esté acometido por lo que Groussac llama "el furor de chapucería", que es el afán ridículo de las gentes chicas por hacer obras grandes, puede emplear últimamente su tiempo imitando a la abeja, que prepara su panal y cosecha la miel donde la encuentra.

                                                                                                 Agustín Álvarez

 

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No conozco en el país ningún movimiento encaminado a la supresión de las calificaciones. Conozco pequeños intentos de investigar las condiciones en que podría aplicarse la calificación que aspira, a mérito de fundamentos psicológicos, a ser científica. Pero tales intentos no han pasado de ser personales.

 

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La graduación íntegra de clases y cien vicios más que entrañan graves problemas y producen funestas consecuencias, nada tienen que ver con tendencias de uno u otro origen ni época, sino que revelan de pleno la más lamentable ausencia de principios y estudios de verdadero valor educacional.

 

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