LA NIÑA Y EL RAYO
La tarde estaba oscura. Comenzaban a caer las primeras gotas y el cielo desprendía relámpagos luminosos y constantes, cuando la niña salía de la escuela y se encaminaba a su casa. Casi corría y miraba asustada las luces que desgajaban las nubes, cuando de repente dejó de verlas.
- ¿Para dónde me llevas, señor Rayo?
- Al Reino de la Luz.
- Pero viajamos en las tinieblas, como en un túnel y solo miro un poco tu rostro en tu escasa luminosidad.
- Pronto llegaremos y lo verás todo. Es un reino bellísimo, encantador. Te gustará.
- ¿Y dónde está?, ¿existen seres? ¿cómo es?
- Está en todas partes, todos los seres imaginados y sin imaginar habitan en él. No hay tinieblas pues reina la luz. Puedes viajar en el tiempo y llegar a cualquier lugar, conocer el ayer y saber del mañana. Basta con que lo desees.
- ¿Y puedo tener riquezas, tesoros, ser una princesa y casarme con un príncipe y vivir feliz
- Si lo deseas en ese instante lo tendrás. Podrás convertirte en princesa, en un bello animal, en una reina y tener todo lo que quieras, si así lo deseas.
- ¿Y si lo que deseo es ser una mariposa para volar de flor en flor en un bosque encantado y jugar con los pajarillos y cuando me canse, convertirme en fuente cristalina y bajar por los montes regando sembradíos y mojando bocas sedientas con mis saltarinas aguas? ¿Podré convertirme en cigarra y cantar hermosas melodías en tardes soleadas y morir de alegría?
- Todo lo tendrás en El Reino de la Luz, si lo deseas.
- ¿Y tendré los amiguitos y compañeros de la escuela cerca de mí para estudiar y jugar?
- Los tendrás pero ya no necesitarás estudiar pues todo lo sabrá y no encontrará nada que ciegue tu conocimiento.
- ¿Entonces todo lo tendré?
- Con solo desearlo.
- Devuélvame a mi casa, señor Rayo, quiero regresar.
- Pero que has dicho niña insensata, ¿desprecias la felicidad, el lugar maravilloso de la luz?
- Quiero volver a mi casa.
- No te creo pero si me das una sola razón para que yo, el Rey del Reino de la Luz deba regresarte, lo haré.
- Señor Rayo, en ese lugar, no podré soñar.
- Al fin llegaste. Corre mocosa, entra rápido, me tenías asustada, con ese montón de rayos que caen, pasa.
- No le tengo miedo a los rayos... mamá.
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