El cinturón de Orión. Una novela diferente.
La nueva narrativa literaria costarricense cobra vigencia con esta novela de la escritora Alicia Miranda. El lector asiste a una creación innovadora no solo en el uso del lenguaje sino en la manera directa, natural, casi familiar con que una voz que se nos ocurre llamarla Conciencia, interpela al personaje principal Alan-Alano, de principio a fin y le evoca su vida al momento de cumplir los cincuenta años. Y abre el álbum de fotos familiar y se desgranan esas pequeñas historias que dan forma a la vida de un ser humano corriente, "normal", que pertenece a la familia de los Esquivel, hija de "la dinastía de los conquistadores" como irónicamente la evoca esa voz narrativa.
No hay linealidad en la novela, ni causalidad, ni grandes historias, trágicas o portentosas, sino pequeñas historias como las llama Eduardo Galeano que son la esencia misma de la vida de los hombres, y un gran proyecto de vida, sí, Alan-Alano anhela, se propone, ser poeta. Es su gran proyecto y tras esa luminaria, simbolizada por Alnitak, esa estrella más brillante de la constelación El cinturón de Orión, inicia su proceso de creador.
Y las hojas del álbum de fotos familiar dejan ver muchas historias, desde niño, en la finca cafetalera de Tres Ríos, la escuela y el colegio, su vida cotidiana en Barrio Escalante, hasta la permanencia en la Universidad de Costa Rica. Una vida corriente, normal, con un padre de apellido anglosajón, una madre hija de cafetaleros y una hermana distinguida. Las escenas van desnudando la intimidad de esa familia en particular y sus parientes pero todas las escenas se dirigen al personaje Alan- Alano y su proyecto vital: ser poeta. Y es aquí donde aparece la síntesis de esa vida. Alan-Alano no escribió, ni publicó un solo libro, por más que lo intentó. Su vida fue un fracaso y así lo constata al llegar a los cincuenta años. Y tanto, su familia como él terminan degradados en una sociedad que también se presenta como degradante.
Pero el la autora no solo desnuda esa juventud fracasada de los años sesentas hasta finalizar el siglo veinte, también y muy sutilmente abre el álbum familiar de una clase social que poco conocemos y la expone tal y como era. Así Alan-Alano se convierte en la estrella sin brillo de un grupo social importante de nuestro país. Descubre lo que está detrás de ese parecer y muestra sin colorear al lector que es sorprendido gratamente con ese collar de perlas, llamadas "pequeñas historias" de un grupo del costarricense que ha sido tan importante en nuestra historia.
Si deseáramos clasificar esta novela en las nominaciones frecuentes, tendríamos serios problemas. ¿Es una novela realista?, sí, pero con diferente voz y niveles, así como visiones. Algunos dirán que se podría ubicar como novela de formación, de personajes y más concretamente, una novela psicológica. No lo creo, si bien es cierto la novela inicia con la llegada a los 50 años de Alana-Alan o Alan-Alana, la verdad es que la penetración psicológica en el personaje no merece en ella una gran inclinación del yo enunciativo, a pesar de que se convierte en una especie de conciencia que lo señala y le recuerda escenas de la niñez, escuela, colegio, juventud, universitaria y sobre todo su gran pasión y proyecto vital: ser poeta. Me atrevo a definirla como una novela, sinfónica humanista.
Y paso a comentar esa decisión.
Al penetrar el yo, sujeto de la enunciación en el yo del personaje, Alana-Alan, no solo se convierte es su yo acusador, delator, juez sino que permite al lector conocer a través de él los contextos de su viaje a la niñez, el paso por la escuela, el colegio, la universidad y los viajes a otros países y sus experiencias. Abre entonces una doble visión en ese yo protagónico: el parecer y el ser, Quijote y Sancho, sin vislumbrar una síntesis sino como esperanza lejana. Alana-Alan funda su proyecto vital en ser escritor y más concretamente, ser poeta, y no como Borges o Vargas Llosa, sino como Neruda. Es solo una aspiración que guiará su vida pero en ese viaje solo fracasos obtiene, y su conciencia le repite constantemente Alana- Alan, sos un pendejo, un cobarde, un bueno para nada. Nunca tiene éxito, no escribe un solo poema y si lo hace no se conocen y menos se publican.
Pero el otro camino, el viaje por algo más concreto, una profesión como economista, administración de negocios, una carrera liberal que le garantice el sustento y riqueza necesarios, tampoco lo atrapa. Y es que desde el inicio de la vida universitaria se plantea la clásica pregunta que siempre se hace y yo hacía a mis estudiantes al inicio de lecciones.
¿Para qué quieres estudiar?, ¿Qué deseas ser? Y él respondió poeta para sorpresa de todos. Y es que los alumnos siempre nos respondían. Yo quiero estudiar para llegar a ser algo. Y yo les respondía, -es que ahora no sos nada. Era obvio que ellos se referían a obtener una profesión para ganar bastante dinero y ser prestigioso. Alana- Alan fue más sincero, realmente quería ser poeta. Y es que se podía dar ese lujo, era un hijo de la dinastía de los conquistadores, los Esquivel,; otros como los amiguitos de la niñez en la casa de la finca en Tres Ríos no tenían que escoger, serían trabajadores de la tierra, paleros y las mujeres se casarían con el vecino y pasarían a ser amas de casa, hasta la muerte y procrear muchos hijos, los que Dios quisiera o el cura ordenara.
El fracaso de Alana- Alan fue doble. No obtuvo ningún éxito en esas aspiraciones. Tuvo que conformarse con unos estudios en lenguas modernas de la U. C. R. en literatura inglesa que apenas si le sirvió para trabajar como guía turístico.
Así este personaje fracasado sirve a la autora para crear un paralelismo con el grupo social cafetalero, los hijos de la dinastía de los conquistadores que poco a poco llegaron a menos. Fueron perdiendo sus riquezas y al final se contentaron con ocultar quizás sus deshonras económicas. Murió el padre gringo-ecuatoriano, sus tíos vendieron la fina de su madre y siguieron viviendo en la casa de Barrio Escalante, más en un mundo aparente que ocultaba el real.
La síntesis aspirada en la novela no llega fácilmente: el Quijote-Sancho como vector de ambas direcciones no se da. Y es que la historia es muy elocuente. Difícilmente encontramos un gran escritor en los grupos poderosos de la economía. Buenos médicos, ingenieros, agrónomos, abogados pero que uno de ellos lo sea como escritor, al menos yo no lo conozco. Ni siquiera al nivel costarricense. Quizás solo José León Sánchez puede afirmarse que llegó a tener riquezas ejerciendo como escritor pero no pertenece a ese grupo.
Si el lector se detiene a reflexionar en esas consideraciones expuestas y descubre la armonía en esos niveles, en ese paralelismo, las direcciones de los diferentes viajes sociales y personales en Alana- Alan, se llegarán conmigo a la conclusión que El cinturón de Orión, es una novela muy bien lograda, realista expresada, narrada en una completa sinfonía humana. Él éxito vital humanístico en ella queda planteado, apenas avizorado pero solo como aspiración posible. Habrá que luchar, me refiero a la humanidad, mucho para alcanzarlo.
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