LA MUJER QUE DORMÍA EN LA ACERA
La mujer casi siempre amanecía en la acera y la bulla de los comerciantes callejeros no la despertaban. Era joven, treinta y dos años a lo más. Una blusa estampada y unos pantalones azules de mezclilla.
Todos pasaban de prisa, unos se tiraban a la calle pero los más se la saltaban como los toros de San Fermín, rumbo al encierro.
-¡ Lleve la goma loca que pega lo que toca! Gritaba uno y más allá, vociferaba una mujer: ¡Dos películas por una, Batman 3 y la última de la saga de Harry Potter.
Una señora se detuvo a mirarla y codeó a su compañera mientras decía:
-¡Ave María Purísima! Ya se perdió el temor a Dios! Y siguieron el camino.
_ Presto barba, Presto Barba- gritaba uno a todo pulmón
-Tome, un saco de chiles por 500, nada más.
Una niña detuvo con un jalón a su madre y le preguntó:
- ¿Qué le pasó a esa mujer, mamá?
Y la madre tirándola del bracito, le respondió:
- Es solo una mujer que se echó a dormir en la acera. Y siguieron su camino.
Frente a la mujer y muy cerca de ella, una paloma blanca, muy blanca, picoteaba un pedacillo de pan, seguro una sobra de su cena.
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