Fernando Contreras Castro 1

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FERNADO CONTRERAS CASTRO

(1963)

 

 

Fernando Contreras Castro nació en San  Ramón, el 4 de enero de 1963.

 

Realizó estudios en la Universidad de Costa Rica, donde obtuvo  el Bachillerato en Filología Española y el Master en Literatura Española para lo cual presentó una investigación titulada El hombre preliminar de la Mancha, que es una lectura de El Quijote, utilizando la concepción filosófica de Nietzsche.

 

Es profesor  de Literatura en la Escuela de Filología  de la Universidad de Costa Rica y el Centro de Estudios Generales. Realizó estudios en Francia para obtener el grado de Doctor en Literatura.

 

 

LO QUE HA ESCRITO FERNANDO CONTRERAS CASTRO

 

NOVELA

 

1. Única mirando al mar: 1993

2. Los Peor: 1995

3. El tibio recinto de la oscuridad: 2000

4. Canto de sirena: 2006

5. Cierto Azul: 2009 Publicada recientemente por la Editorial Legado.

 

CUENTO

 

1. Su oficio de escritor: 1986

2. Sueños del Faraón: 1986

3. Urbannoscopio: 1999

4. Sonambulario: 2005

 

También ha publicado varios ensayos sobre diversos temas en revistas especializadas del país.

Única mirando al mar, la publicó en1993.1 Es su primera novela.

Un título poético sin lugar a dudas. Es una novela de espacio social, crítica, de lo que algunos llaman realismo crítico. Las verdaderas novelas reconocidas como literarias son críticas, las otras son pasatiempos, panfletos, folletines. Única es el personaje central de la novela pero a pesar de que la novela gira alrededor de ella, sus congojas, alegrías, anhelos, proyectos, miserias y tristezas, lo cierto es que ella no es tan única, es el símbolo de muchas mujeres y hombres, que como ella, representan una sociedad desigual, injusta, corrupta, despiadada. La vida de Única es la misma de miles de seres que viven en los basureros, la inmundicia, las sobras, los desechos, los excrementos de los que sí tienen, los que sí comen y vomitan para tener el placer de volver a comer. A pesar de que el basurero de Río Azul es el espacio físico y social, en donde se desarrollan todos, o la mayor parte de los acontecimientos de la novela, ese espacio trasciende a todo el país. Río Azul, San José y las otras ciudades no son distintos, a pesar de que no aparezcan en la novela. Solo Puntarenas ofrece la vista del mar, al final de la novela, para que en una escena poética y tierna, Única realice su sueño de conocer el mar.

 

Novela que bien podría decirse de realismo maravilloso por varias razones, no solo por el uso de la exageración, la hipérbole irónica, satírica, la polisemia del lenguaje, a pesar de un narrador, a veces impertinente, sino por la armonía de los planos real  y sobrenatural (irreal) de lo narrado. Ambos se confunden y crean esa gran imagen, casi mítica de Única y su ejército de buzos luchando, en el mejor trabajo de nuestra sociedad, por encontrar el sustento honrado de sus hijos, familias y el sentido de sus precarias existencias. Es como si asistiéramos a un cuento de hadas, pero sin hadas ni príncipes, ni elementos mágicos, donde se da hasta la boda real entre Única y Momboñombo y con final "feliz". Pero al lado de ese maravilloso y aterrador mundo de miseria, también aparece el lado oficial, los políticos y sus ofrecimientos interesados, las negociaciones amañadas, las ALCOAS,  y los engaños y promesas falsas.

 

El lenguaje directo, popular, grotesco a veces, pero siempre expresivo, polisémico, otras veces discursivo y demasiado unívoco, permite vislumbrar la novela como un buceo, no solo en la basura que es lo visual, sino en las entrañas de una sociedad degradada, injusta, desigual, despiadada, indiferente, devaluada, trágica.

 

 Su segunda novela Los Peor, (1995)1 muestra un avance en la utilización de las técnicas narrativas así como en los puntos de vista del narrador, con respecto a su primera novela.

 

En ella, aunque su nombre es justificado, nos parece demasiado peyorativo y poco poético, el narrador se mantiene dentro de la perspectiva del personaje y bastante alejado del autor. Logra que los personajes, no sólo cobren independencia sino que narren desde sus perspectivas, con su visión inocente, ingenua, espontánea, culta, enajenada, etc. Éste, desde nuestro análisis, es un éxito que da como resultado una novela distinta a la tradición de la literatura narrativa costarricense, de generaciones anteriores a la de 1957.

 

Lo anterior hace que la historia de la novela se reduzca a "un ver" el mundo, en este caso la ciudad de San José, desde diferentes ópticas y tiempos: un pasado y un presente, un ahora y un antes y quienes  presentan ese "ver" son personajes comunes, sencillos, ciegos y  locos, niños y prostitutas.

 

El espacio donde suceden los acontecimientos lo configuran  básicamente dos, San José (las calles), la vieja y la nueva y una pensión de putas.

 

El tiempo cronológico de la historia no va más allá de ocho años y cuatro meses pero las referencias al pasado, se remontan hasta el año de 1856. El futuro no aparece. Sin embargo  el pasado remoto está presente en toda la novela,  a través de los conocimientos del personaje Jerónimo, desde la antigüedad clásica griega y  romana, así como la Edad Media. Las referencias bibliográficas, no solo remontan esas culturas sino que se tornan como referentes  contextuales e ideológicos: la locura de Jerónimo Peor, en nada desmerece a la de Don Quijote, ni siquiera en su origen: el mucho leer y poco dormir.

 

La historieta es muy sencilla y sólo sirve como pretexto para "mirar" el mundo. Una familia pobre, Los Peor, vive en una pensión de prostitutas, propiedad de doña Elvira. Consuelo, casada con un hombre sin razón, vegetal, que apenas si logra al final, silabear algunas frases, producto de un accidente, es la jefa de familia. Vive de su trabajo de cocinera y sirvienta en esa pensión; su hermano, Jerónimo un viejo que regresa a la pensión después de haber pasado muchos años estudiando para  sacerdote, en algunos países de Sur América y México, regresa a Costa Rica, víctima de la locura. A ellos se agregan María, madre joven de un niño cíclope, que llega a la pensión, después de que su padre la abandonara en San José por haber quedado embarazada. Es en la pensión donde da a luz al cíclope, que Jerónimo llama Polifemo y ahí se queda a ejercer su profesión de puta. A esta familia se agregan algunas profesionales del sexo (como las llaman ahora) que de vez en cuanto aparecen en escena y los doctores Evans, el padre y su hijo Alberto, los niños cantores (no de Viena)  de los buses y Félix, el viejo ciego, amigo de Jerónimo y su perro Cristalino. El otro personaje que cobra alguna importancia es, El Último Gallo de Ayer.

 

No aparecen grandes acontecimientos, tal cual se conocen comúnmente. Más bien la novela se desarrolla en un mundo cotidiano, trivial, si se quiere anodino, pero visto desde una óptica asombrosa, maravillosa. Los actos más simples se convierten en acontecimientos singulares. Jerónimo se transforma en el vidente del más allá de lo aparente. Es un loco capaz de trascender lo superficial. Para su vista no hay secreto, siempre tiene la explicación profunda que para la lógica teológica tradicional es una locura. Por ello ese "ver" es profundo, distinto, verídico, profético, espontáneo, ingenuo, en otras palabras "humano" y es aquí donde la novela cobra mayor fuerza. Estos personajes desheredados por el hombre "de bien", son capaces de hacer lo que los ciudadanos modernos son incapaces, vivir, sentir, "ver", asombrarse, ser solidarios, llorar, querer, amar. Esta es la tesis de la novela. Y lo afirma en una frase:

 

"La pobreza vuelve mala a mucha gente, y la riqueza hace buenos a muy pocos."1

 

Es una novela que se puede ubicar en el género maravilloso. Lo que los personajes (Jerónimo y Félix) ven,  a pesar de ser uno ciego y el otro permanecer con los ojos cerrados  se acepta sin ninguna duda, sin cuestionarlo, es parte de la verosimilitud de ella. Por eso con los ojos abiertos Jerónimo ve la ciudad de San José, tal cual es, sucia, llena de edificios groseros, sin arte, sin gusto, maloliente a humo y gases tóxicos, con gente que corre despavorida en busca del bus que lo lleva de regreso a su casa o simplemente se refugia en los bares y pensiones como la de doña Elvira, a matar el estrés y satisfacer sus depravaciones, con niños con nombre de insectos, cantando, pidiendo limosna o asaltando y robando; y con los ojos cerrados pasea por la San José de los años treinta, con bellos  edificios, acogedores parques, con paseos en  tranvía o disfrutando de las retretas de la Banda Municipal. Es una alternancia del ayer y el ahora, utilizando la técnica de la simultaneidad, sin justificaciones ni explicaciones, desde la óptica del asombro del  personaje y nunca de la razón del autor-narrador. Es un arcoiris, un calidoscopio de objetos y paisajes, edificios y calles, personajes y acontecimientos que se presentan ante el lector impresionándolo, absorbiéndolo, sacudiéndolo de la modorra intrascendente de su cotidianeidad.

 

Nunca hemos aceptado que hubiese tiempos mejores unos que otros y menos aquella frase acuñada de que los tiempos pasados siempre fueron mejores. Nuestra opinión es que los viejos, presentes y nuevos tiempos no son mejores, unos que otros sino diferentes. En todos ellos existen aspectos buenos y malos pero una ponderación porcentual, siempre ha sido difícil realizarla y menos confirmarla. Lo cierto es que, en la novela, la tesis que se sustenta es que el pasado fue mejor que el presente y desde los aspectos que enfoca, por supuesto que debemos estar de acuerdo: la ciudad de San José se presenta impersonal, sin gracia, contaminada, deshumanizada y los contrastes entre el ser y el parecer de sus gentes  son muy pronunciados. Pero sobre todo, el énfasis en la falta de solidaridad, el amor, la compasión, el apoyo, la ayuda, la ternura, el dar la mano al semejante, todos ellos  y muchos otros aspectos, que  solían existir en ése, no tan lejano tiempo, han desaparecido. Y esto lo resalta la novela con gran acierto, sin decirlo, sin comentarlo, con sólo insinuarlo, "mirarlo".

 

Por ello, en esta novela asistimos al asombro, al milagro, al portento, a lo inusual, a lo extraño, a todo aquello que escapa a la lógica racional logocéntrica pero que al suceder junto a lo más trivial, lo mundano, lo corriente, se matiza, se transforma, sufre una metamorfosis maravillosa que logra el efecto más sorprendente: se crea lo humano que pareciera es la mayor pérdida de nuestros tiempos.

 

La novela termina como debía acabar, con la transformación del niño Polifemo en vegetal, que para Jerónimo fue el verdadero milagro, cuando acepta de manos del doctor Alberto Evans, un limosnero como su producto. El morir dos veces: convertido en árbol, cerca de la madre tierra y morir naturalmente, porque ya su vida dejaba de tener sentido, dan fe de esta simbiosis humana y maravillosa.

 

A la tercera novela le dio el nombre El tibio recinto de la oscuridad: 2000.1 Está escrita en verso libre.

 

 Esta novela formalmente aparece escrita como si se tratara de un poema, un canto, una epopeya. Y a decir verdad es todas ellas, juntas. Es el canto a la vejez, a la vida, más allá de la muerte, a la mujer, a la libertad, a la rebeldía, a la diferencia. Es epopeya a la lucha de esa mujer escritora, que surge de la miseria, de la rutina, del convencionalismo, de la imposición, de los prejuicios, del San José-aldea, estereotipo de ciudad, castrante, enajenante, falsa, superficial que rinde culto a lo mediocre, lo superficial, al falso héroe de pies de barro y brilla con luz propia, sin grandes pompas pero diferenciándose de la multitud, de la medianía, del lugar común. Por ello su biografía, como su vida tiene que ser distinta, sin causalidad, sin hilo, sin lógica, sin sistema, abierta, libre, como una gran imagen. Y en esta gran metáfora se abre un abanico de vivencias, recuerdos, encuentros, rebeldías, desengaños, escenas, disfrutes y castigos (su  misma vida fue un castigo de sus padres adoptivos y el amor ciego de su madre). Y no se crea que está llena de grandes y maravillosos acontecimientos, lo majestuoso de esta biografía es que se inserta en lo cotidiano, lo real, lo corriente. Lo mágico consiste en la transformación de esa realidad trivial en un poema, una canción, una epopeya. Su vida es un camino, un viaje interior pero no de reproches, aunque sí, de rebeldías, no de berrinches y poses, pero sí de entereza y libertad. Aún la muerte es recibida con hidalguía, sin temores, con distinción.

 

Esta novela formalmente aparece escrita como si se tratara de un poema, un canto, una epopeya. Y a decir verdad es todas ellas, juntas. Es el canto a la vejez, a la vida, más allá de la muerte, a la mujer, a la libertad, a la rebeldía, a la diferencia. Es epopeya a la lucha de esa mujer escritora, que surge de la miseria, de la rutina, del convencionalismo, de la imposición, de los prejuicios, del San José-aldea, estereotipo de ciudad, castrante, enajenante, falsa, superficial que rinde culto a lo mediocre, lo superficial, al falso héroe de pies de barro y brilla con luz propia, sin grandes pompas pero diferenciándose de la multitud, de la medianía, del lugar común. Por ello su biografía, como su vida tiene que ser distinta, sin causalidad, sin hilo, sin lógica, sin sistema, abierta, libre, como una gran imagen. Y en esta gran metáfora se abre un abanico de vivencias, recuerdos, encuentros, rebeldías, desengaños, escenas, disfrutes y castigos (su  misma vida fue un castigo de sus padres adoptivos y el amor ciego de su madre). Y no se crea que está llena de grandes y maravillosos acontecimientos, lo majestuoso de esta biografía es que se inserta en lo cotidiano, lo real, lo corriente. Lo mágico consiste en la transformación de esa realidad trivial en un poema, una canción, una epopeya. Su vida es un camino, un viaje interior pero no de reproches, aunque sí, de rebeldías, no de berrinches y poses, pero sí de entereza y libertad. Aún la muerte es recibida con hidalguía, sin temores, con distinción.

 

Contra su voluntad debió vivir en sitios que no deseaba pero que no podía rechazar, ya fuera en la parte superior de la casona de sus parientes ricos o en un país sin nombre, donde pasó casi toda su vida. Solo regresó a su patria, a morir de vieja y escogió el lugar, con plena conciencia de lo que hacía. A ella no la enviaron con engaño, fue por su propia voluntad y ahí escribe su biografía, su novela, desde ese presente por eso se intercalan recuerdos y vivencias del pasado con escenas del presente, desde 1918, abril u octubre, cuando nace de padre desconocido, su niñez, su adolescencia y su vida fuera del país. Todo se intercambia, el abuelo carpintero, el tío Max, la media hermana Elvira, Dorita la empleada de la casa de los ricos familiares remotos, la vida de sus compañeros nonagenarios, bajo ese caleidoscopio poético que despierta al lector, lo sacude, a la vez que lo llena de paz, de solidaridad, de amor, de rebeldía por vivir, a pesar de tanto obstáculo social para conseguirlo.

 

Al final se queman todos sus papeles y queda solo el rollo biográfico, inconcluso aunque sospechado. Es una obra tierna, positiva, a pesar de ser crítica, esperanzadora, sosegada, madura como el personaje que la encarna y la escribe a la vez y que formalmente viola el código escritural del género. Esto no es de extrañar pues el género novelístico es tan rico en posibilidades que son más las que se desaprovechan que las que se han utilizado, hasta ahora.

 

 



1 Contreras Castro Fernando. Única mirando el mar. Farben, San José, 1994.

1 Contreras Castro, Fernando. Los Peor. Farben, San José, 1995.

 

1 Ob. Cit. p. 34.

 

1 Contreras Castro, Fernando. El tibio recinto de la oscuridad. Ed. Farben, San José, 2000.

1 Comment

mmm ta bno estopero me gustaria que pusieran mas sobre sus obras copmo cierto azul ba mmbno ta bno
Gracias por su comentario. En la página Frenando Contreras 1 hay otros comentarios de sus obras.
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 14 de Septiembre 2009 7:05 PM.

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