ALICIA MIRANDA HEVIA
(1952)
Nació en San José el día 07 de octubre del año 1952. Hija de Mario Miranda Gutiérrez y Gladis Hevia Urrutia (de origen chileno). Ambos médicos. Los primeros estudios los realizó en La Metodista. Es la mayor de cinco hermanos. La secundaria la realizó en el liceo Sant Claire, dirigido por monjas. Obtuvo la licenciatura en Filología Española en la Universidad de Costa Rica en el año 1976 y un bachillerato en francés. Posteriormente, marchó a Europa para ampliar en París, en la Universidad de la Sorbona, estudios superiores, y obtener allí el grado de doctora, con el que regresó a su país natal. Fue profesora en la Universidad de Costa Rica, en Panamá y en Guatemala.
Es escritora, traductora y editora.
En 1977 viajó a Francia para realizar estudios de postgrado y obtiene, en 1981, un doctorado en literatura Latinoamericana en la universidad de París.
Ha publicado múltiples artículos sobre literatura, en diferentes revistas internacionales y periódicos del país. Es profesora en la Universidad de Costa Rica, en la escuela de Filología y otros países Ha publicado varios ensayos: El ensayo histórico Jaque mate en el paralelo 14: 2008 y la trilogía: El segundo movimiento (2010-2015), La caída brutal (2010) y Cosecha de tempestades (2012), Novela, discurso y sociedad (San José: Mesén Editores, 1985) y Las sílabas azules (San José: Guayacán, 1991).
LO QUE HA ESCRITO ALICIA MIRANDA HEVIA
NOVELA
1. San Isidro: 1980
2. La huella de abril: 1989
3. El cinturón de orión: 2013
CUENTO
1. Cruz: 1986
2. El Comprador: 1987
CRÓNICA
1. Vietam, fénix de sangre y sueños: 2015
TRADUCCIÓN
1. La historia de la Internacional Situasionista de Jean Francois Martos: 2012
2. El discurso de la servidumbre voluntaria de Etienne de la Boétie: 2015
3.Traducción del inglés al español de W. Shakespeare, Daniel Defoe y Jayanta Mahapatra.
La primera novela que escribió Gladys Alicia Miranda Hevia fue San Isidro y la publicó en 1980.1
Es una novela positiva, de recuerdos, remembranzas. Evoca la niñez y desde ella, toma el punto de vista de una niña de escasos seis años y narra un paseo a San Isidro. La obra se convierte en una serie de imágenes, sensaciones que van desde una mañana en la playa, cuando esperan la llegada de los bufeos, hasta la más aburrida rutina diaria, los paseos al puerto, la llegada del tren, las comidas, las evocaciones del abuelo, cuando construyó la casa, las iguanas, el sapo en el baño, los regaños de las tías, las comidas, todo discurre por la mente de los personajes pero digeridos por Alicia, la narradora.
Se nota un esfuerzo por independizar la voz de la niña, que recuerda el relato Unratodetenmeallá, de Cabrera Infante y logra dar una visión tierna del mundo, propia de ella pero el relato se va tornando circular, repetitivo y sin asombro, sin tensión. Se hace descriptivo y el lector se percata de que no aparecerá nada sorprendente, sino el final. No basta recordar un paseo, describir los pormenores, entusiasmarse con los sitios donde se recrea, porque se puede permanecer en la simple reiteración de lugares y personajes.
La novela no presenta ruptura, rebeldía, búsqueda, ambigüedad. Es una mirada positiva sobre un pasado cercano que trasunta nostalgia, evocación, alegría. No obstante el manejo del narrador, su independencia, su visión, está bien logrado y por ello, la novela se inscribe en el paradigma de la novela polifónica.
La segunda novela de Gladys Alicia la llamó La huella de abril, en remembranza de los acontecimientos ocurridos en esa ocasión, y la publicó en 1989.1
Esta novela es biográfica. Se remonta a los años posteriores a los sucesos históricos de la lucha estudiantil contra el contrato-ley llamado ALCOA. Es de poco valor literario. Novela de clásico narrador omnisciente que esconde un personaje femenino parecido a la autora.
Un desliz al inicio de la novela permite esclarecer este aspecto
Dice el narrador:
"El comedor olía al café que les traían de la finca de tío Roberto."2
Roberto es el tío del narrador omnisciente. Muchas otras veces se encontrarán acontecimientos, hechos, situaciones, viajes, estudios, profesiones que evidencian al narrador con una variedad de semejanzas con la autora.
La novela se inicia con viajes a Chile, relámpago, casi con el único fin de visitar a la abuela, a Estados Unidos para realizar algunos estudios y nuevamente, a Costa Rica, para abrir y dar inicio a una serie de aventuras juveniles, activistas, en movimientos estudiantiles, reuniones entre compañeros, centros de estudio, trabajo político e ideológico, posteriores a los sucesos del 24 de abril de 1970. Luego siguen los viajes a Europa para terminar en Francia.
La novela se convierte en una especie de tour por diferentes países, aventurillas estudiantiles, algunas manifestaciones en las afueras de la Asamblea Legislativa, en apoyo a los salvadoreños, por la intervención militar de la universidad, participaciones en un Congreso Universitario, algunos romances intrascendentes, divorcios y bodas y atisbos feministas, sin profundizar. Es más un recuento familiar y de amigos, de los años de estudiantes universitarios, sus viajes, paseos a las playas, militancias izquierdistas, más de tabernas que otra cosa, de escaso interés y tratado con mucha superficialidad. Hasta con imprecisiones lingüísticas:
Dice el narrador:
"Nunca hablaba del viaje al Salvador (sic)."1
O como cuando el mismo narrador dice:
"Le picaban los ojos por la falta de sueño: llevaba tres noches de acostarse a las doce."2
Lo que suponemos es que le sobraba sueño.
3. El cinturón de Orión. Es una novela diferente.3
La nueva narrativa literaria costarricense cobra vigencia con esta novela de la escritora Alicia Miranda. El lector asiste a una creación innovadora no solo en el uso del lenguaje sino en la manera directa, natural, casi familiar con que una voz que se nos ocurre llamarla Conciencia, interpela al personaje principal Alan-Alano, de principio a fin y le evoca su vida al momento de cumplir los cincuenta años. Y abre el álbum de fotos familiar y se desgranan esas pequeñas historias que dan forma a la vida de un ser humano corriente, "normal", que pertenece a la familia de los Esquivel, hija de "la dinastía de los conquistadores" como irónicamente la evoca esa voz narrativa.
No hay linealidad en la novela, ni causalidad, ni grandes historias, trágicas o portentosas, sino pequeñas historias como las llama Eduardo Galeano que son la esencia misma de la vida de los hombres, y un gran proyecto de vida, sí, Alan-Alano anhela, se propone, ser poeta. Es su gran proyecto y tras esa luminaria, simbolizada por Alnitak, esa estrella más brillante de la constelación El cinturón de Orión, inicia su proceso de creador.
Y las hojas del álbum de fotos familiar dejan ver muchas historias, desde niño, en la finca cafetalera de Tres Ríos, la escuela y el colegio, su vida cotidiana en Barrio Escalante, hasta la permanencia en la Universidad de Costa Rica. Una vida corriente, normal, con un padre de apellido anglosajón, una madre hija de cafetaleros y una hermana distinguida. Las escenas van desnudando la intimidad de esa familia en particular y sus parientes pero todas las escenas se dirigen al personaje Alan- Alano y su proyecto vital: ser poeta. Y es aquí donde aparece la síntesis de esa vida. Alan-Alano no escribió, ni publicó un solo libro, por más que lo intentó. Su vida fue un fracaso y así lo constata al llegar a los cincuenta años. Y tanto, su familia como él terminan degradados en una sociedad que también se presenta como degradante.
Pero el la autora no solo desnuda esa juventud fracasada de los años sesentas hasta finalizar el siglo veinte, también y muy sutilmente abre el álbum familiar de una clase social que poco conocemos y la expone tal y como era. Así Alan-Alano se convierte en la estrella sin brillo de un grupo social importante de nuestro país. Descubre lo que está detrás de ese parecer y muestra sin colorear al lector que es sorprendido gratamente con ese collar de perlas, llamadas "pequeñas historias" de un grupo del costarricense que ha sido tan importante en nuestra historia.
Si deseáramos clasificar esta novela en las nominaciones frecuentes, tendríamos serios problemas. ¿Es una novela realista?, sí, pero con diferente voz y niveles, así como visiones. Algunos dirán que se podría ubicar como novela de formación, de personajes y más concretamente, una novela psicológica. No lo creo, si bien es cierto la novela inicia con la llegada a los 50 años de Alana-Alan o Alan-Alana, la verdad es que la penetración psicológica en el personaje no merece en ella una gran inclinación del yo enunciativo, a pesar de que se convierte en una especie de conciencia que lo señala y le recuerda escenas de la niñez, escuela, colegio, juventud, universitaria y sobre todo su gran pasión y proyecto vital: ser poeta. Me atrevo a definirla como una novela, sinfónica humanista.
Y paso a comentar esa decisión.
Al penetrar el yo, sujeto de la enunciación en el yo del personaje, Alana-Alan, no solo se convierte es su yo acusador, delator, juez sino que permite al lector conocer a través de él los contextos de su viaje a la niñez, el paso por la escuela, el colegio, la universidad y los viajes a otros países y sus experiencias. Abre entonces una doble visión en ese yo protagónico: el parecer y el ser, Quijote y Sancho, sin vislumbrar una síntesis sino como esperanza lejana. Alana-Alan funda su proyecto vital en ser escritor y más concretamente, ser poeta, y no como Borges o Vargas Llosa, sino como Neruda. Es solo una aspiración que guiará su vida pero en ese viaje solo fracasos obtiene, y su conciencia le repite constantemente Alana- Alan, sos un pendejo, un cobarde, un bueno para nada. Nunca tiene éxito, no escribe un solo poema y si lo hace no se conocen y menos se publican.
Pero el otro camino, el viaje por algo más concreto, una profesión como economista, administración de negocios, una carrera liberal que le garantice el sustento y riqueza necesarios, tampoco lo atrapa. Y es que desde el inicio de la vida universitaria se plantea la clásica pregunta que siempre se hace y yo hacía a mis estudiantes al inicio de lecciones.
¿Para qué quieres estudiar?, ¿Qué deseas ser? Y él respondió poeta para sorpresa de todos. Y es que los alumnos siempre nos respondían. Yo quiero estudiar para llegar a ser algo. Y yo les respondía, -es que ahora no sos nada. Era obvio que ellos se referían a obtener una profesión para ganar bastante dinero y ser prestigioso. Alana- Alan fue más sincero, realmente quería ser poeta. Y es que se podía dar ese lujo, era un hijo de la dinastía de los conquistadores, los Esquivel,; otros como los amiguitos de la niñez en la casa de la finca en Tres Ríos no tenían que escoger, serían trabajadores de la tierra, paleros y las mujeres se casarían con el vecino y pasarían a ser amas de casa, hasta la muerte y procrear muchos hijos, los que Dios quisiera o el cura ordenara.
El fracaso de Alana- Alan fue doble. No obtuvo ningún éxito en esas aspiraciones. Tuvo que conformarse con unos estudios en lenguas modernas de la U. C. R. en literatura inglesa que apenas si le sirvió para trabajar como guía turístico.
Así este personaje fracasado sirve a la autora para crear un paralelismo con el grupo social cafetalero, los hijos de la dinastía de los conquistadores que poco a poco llegaron a menos. Fueron perdiendo sus riquezas y al final se contentaron con ocultar quizás sus deshonras económicas. Murió el padre gringo-venezolano, sus tíos vendieron la fina de su madre y siguieron viviendo en la casa de Barrio Escalante, más en un mundo aparente que ocultaba el real.
La síntesis aspirada en la novela no llega fácilmente: el Quijote-Sancho como vector de ambas direcciones no se da. Y es que la historia es muy elocuente. Difícilmente encontramos un gran escritor en los grupos poderosos de la economía. Buenos médicos, ingenieros, agrónomos, abogados pero que uno de ellos lo sea como escritor, al menos yo no lo conozco. Ni siquiera al nivel costarricense. Quizás solo José León Sánchez puede afirmarse que llegó a tener riquezas ejerciendo como escritor pero no pertenece a ese grupo.
Si el lector se detiene a reflexionar en esas consideraciones expuestas y descubre la armonía en esos niveles, en ese paralelismo, las direcciones de los diferentes viajes sociales y personales en Alana- Alan, se llegarán conmigo a la conclusión que El cinturón de Orión, es una novela muy bien lograda, realista expresada, narrada en una completa sinfonía humana. Él éxito vital humanístico en ella queda planteado, apenas avizorado pero solo como aspiración posible. Habrá que luchar, me refiero a la humanidad, mucho para alcanzarlo.
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