GONZALO GONZÁLEZ MURILLO
(1910-2005)
Gonzalo González Murillo nació en Concepción de Atenas de Alajuela el 24 de noviembre de 1910 y murió el 25 de marzo del año 2005. Se graduó de médico psiquiatra. Fue el Director del Hospital Nacional Psiquiátrico de
LO QUE ESCRIBIÓ GONZALO GONZÁLEZ MURILLO
NOVELA
1. Don Pedro (relato biográfico en espejo): 1966
POESÍA
1. Cantos: 1976
2. Búsqueda: 1990
La novela Don pedro relato biográfico en espejo es la única obra de ese género que ha escrito y la publicó en
A pesar de algunos trucos utilizados por el autor esta novela es tradicional y por lo tanto monofónica, tradicional, causal y logocéntrica. La aparente polifonía de voces no es más que una apariencia1. En ningún momento aparece tal variedad. La perspectiva desde donde se narra la historia o autobiografía de Pedro es de adulto mayor y ésta se mantiene de principio a fin a través de las diferentes etapas psicológicas del desarrollo humano: niñez (Pedrín), infantil (Pedrito), adolescente (Pedrón), adulto (Peter) y vejez (Don Pedro). Si el lector estudia el discurso, el lenguaje utilizado, la codificación, y hasta el estilo se dará cuenta que se mantiene igual en las aparentes voces empleadas. El niño nunca habla o piensa como niño a pesar de referirse a los acontecimientos como tal. Algunos ejemplos pueden aclarar este aspecto. Ya, desde la presentación del personaje al inicio de la página 54, aparece la voz y visión del narrador omnisciente.
"Nació Pedrín rodeado de los suyos, la parentela y las demás gentes."2
Y sigue la descripción del niño, sus características, lo que hacía, el ambiente, los padres y sus ideas, las referencias a los códigos familiares como la teoría de los "noes" o prohibiciones y los síes o lo permitido y la manera de crear a los niños por parte de los familiares cercanos, el haga esto, aquello, eso no, es malo. Siempre en una lógica teológica o logocéntrica propia de la cultura europea, dividida en dos opuestos: bien- mal, Dios- Demonio, como si no existieran múltiples matices e intermedios. Se describe el Edén del campo, el locus amoenus, descritos con nostalgia y melancolía. Pero lo que interesa destacar es la visión de pasado, de recuerdo y no de presente. El narrador desde un presente de vejez se remonta en el tiempo y recuerda cuando era niño y como actuaba y se comportaba.
"Mamá me decía: ¿hiciste caquilla Pedrín-Pedrito? No Mami. Entonces metía una cosita en mi culito para que la hiciera, eso me gustaba y al mismo tiempo me asustaba. Por eso no volví a decirle que no había hecho caquita."3
El tiempo pasado del relato "Mamá me decía" y los que aparecen en el discurso delatan lo expuesto anteriormente. Las expresiones con el uso del diminutivo "cosita", "culito", "caquilla" son muy expresivas de un adulto y no de un niño de siete años.
Los ejemplos para las otras etapas abundan y no es necesario destacarlas ya que con facilidad se detectan. Esto verifica que la visión de la novela y la voz narrativa es una sola. Es un narrador omnisciente que hace esfuerzos por colocarse cerca del personaje principal pero no le da verdadera independencia. Podemos concluir que el narrador omnisciente y el personaje llamado Pedro en su doble condición, vivo-muerto, ser-parecer, exterior-interior, es el mismo.
Tampoco podríamos afirmar que es una novela de formación, tal y como la conocemos en la novela Don Segundo Sombra de Rómulo Gallegos. Aquí no existe un personaje que desde niño se va formando en su camino a la madurez imitando, copiando o simplemente siguiendo el ejemplo de un adulto que se convierte en guía, tutor, ejemplo, maestro, hacedor. La novela de don Gonzalo es una descripción interesante de un personaje desde su niñez hasta la vejez, aunque las etapas de la adultez y vejez las presenta en un apretado resumen que por cierto en el caso de Peter, es muy original e imaginativo. Es un largo listado de palabras, frases, sustantivos, verbos que se convierten en imágenes sugestivas de los acontecimientos o situaciones por las que pasó el personaje en esa etapa. Si atendemos con detenimiento el relato nos daremos cuenta que la novela tiene como interés sobresaliente la niñez y la adolescencia del personaje hasta terminar con la secundaria en la ciudad. Las otras etapas no merecen mucho su atención. La mirada del narrador es morosa, minuciosa en las primeras dos etapas, no así en las otras.
A pesar de que el autor es psicólogo, el personaje no es sujeto de intromisión profunda en su psique. No hay desnudez causal del comportamiento. Da la impresión de que sus observaciones obedecen más a los efectos y a las determinantes sociales, ambientales, contextuales, pero no como causas sino como programaciones, costumbres, códigos fijos, por ello acepta algunas desgracias humanas como rasgos propios de todo humano sin importar el paso del tiempo.
"Está convencido de que gobiernos de cualquier tendencia o congregaciones de diferente índole o grupos humanos de trayectoria humanista u otro, serán siempre productos de un universo-ambiente en el cual hay y habrá envidia, irresponsabilidad, rivalidad, odio, competencia, agresividad, vanidad, orgullo, placer y dinero."1
Este determinismo universal es el sustento ideológico donde se afinca la novela. Sobran los comentarios. La mezcla de conceptos no es homogénea. Por ejemplo la competencia, el orgullo y aún el dinero como herramienta de cambio, no son malos en sí. Es el hombre el que ejerce su dominio y le da el rol positivo o negativo que desea o pueda dar. El dinero es un medio y nunca un fin. Lo mismo podría decirse del placer. No hay razón para reprimirlo si con él no se hace daño a un tercero. ¿O es que este mundo es un mar de lágrimas, de dolor que hay que pasar irremediablemente para llegar a la verdadera felicidad? Si así fuese, ¿qué sentido tiene vivirlo?
1 González Murillo, Gonzalo. Don Pedro relato biográfico en espejo, Ediciones González Murillo, San José, 1996.
1 En el prólogo Jézer González señala esa polifonía, su carácter maravilloso y la clasifica como novela de formación. Creemos que nuestro amigo Jézer fue muy ligero en sus valoraciones. Solicitamos que se lea la novela Vamos para Panamá de Rodolfo Arias Formoso publicada en 1997, dos años después de ésta que nos ocupa para que descubran la polifonía en la narración de una novela. El hecho de que un personaje utilice el truco de haber muerto y vivir en el Edén no es suficiente para afirmar que se trata de una novela maravillosa. Se debe utilizar como verosímil del relato la convivencia de hechos sobrenaturales y racionales (naturales) como parte consustancial del texto y que no ofrece al lector alteración alguna, tal y como sucede en los cuentos de hadas. Otro aspecto que puede señalarse es que a pesar de escribirse y publicarse la novela en 1995, pertenece a la generación de 1942 por la visión de mundo del autor. El enfrentamiento entre campo y ciudad es evidente y prevalece la valoración del primero como positivo, encantador, idílico. Es el Edén perdido y de ahí su nostalgia representada por la niñez e infancia del personaje. No importa que en esos tiempos hubiera niguas, pulgas, se le olvidaron los piojos y liendres, si la vida en el campo era alegre, armónica, tranquila y bella.
2 Ídem, p. 54.
3 Ídem, p. 60-61.
1 Ídem, p. 150.
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