LUIS RICARDO RODRÍGUEZ VARGAS
(1966)
Luis Ricardo Rodríguez Vargas nació en El Carmen de San José Centro, el día 11 de noviembre del año 1966. Egresó de
LO QUE HA ESCRITO LUIS RICARDO RODRÍGUEZ VARGAS
NOVELA
1. Aurenthal: 1991
La única novela que ha escrito Luis Ricardo Rodríguez Vargas, hasta hoy es Aurenthal y la publicó en 1991.1
Esta novela se inscribe en el género maravilloso. Se utiliza el viejo truco, muy usado por los jóvenes escritores de las generaciones actuales, de la novela que se hace en la misma historia, de los manuscritos perdidos. Se presenta como la estructura de una novela policíaca pero sin crimen humano. Es de estricto entretenimiento, tanto en su escritura como en la historia y posee la formalidad de los cuentos de hadas y príncipes, con el héroe, el aliado principal, las pruebas particulares y fundamentales, con tareas cumplimientos en el viaje por rescatar el elemento mágico, en este caso una espada y la lucha-victoria al final, que trae la paz y recobra el sistema, puesto en duda por las fuerzas del mal. Es la típica estructura de consolación. Un sistema de valores, aceptados como importantes, imprescindibles en una sociedad se ponen en riesgo de perderse y entonces aparece el héroe, príncipe que sale (se inicia) al encuentro del enemigo para vencerlo en una lucha final y restituir el orden puesto en duda. Para ello basta que el héroe sea portador de valores sociales aceptados, tales como ser valiente, sincero, justiciero, buen hijo, respetuoso de la ley, sumiso con los padres, etc. Este código lo hace merecedor de elementos mágicos y aliados (hechiceros, magos, reyes, adivinos, sabiduría, inteligencia, heroísmo, fuerza inusual, etc.), que le ayudarán a destruir las fuerzas del mal. En esta novela el héroe histórico es un príncipe Rijart (por lo general nombres orientales, árabes) y su aliado es Nalinor, el hechicero que buscan el elemento mágico la espada Agentel, la única capaz de destruir el círculo de poder, elemento mágico del mal. Pero los otros héroes son Gabriel (¿el arcángel?), Steve y el abuelo de Gabriel, un viejo pensionado, profesor de Literatura. Estas dos historias paralelas buscan una misma meta, impedir que unos manuscritos de una historia inacabada, cumplan con el cometido de destruir todos los libros de la humanidad. Para ello los jóvenes, invitados a pasar un fin de semana en casa del abuelo, deben ir escribiendo la historia maravillosa (la segunda), con textos de diferentes libros que se intercalan y dan sentido a la historia que escriben, una especie de intertextualidad (copia) que permite ir moldeando la historia redentora y la búsqueda de un ALGUIEN que se adueñó de los manuscritos escritos por un tal Edgar Ardoni, que llamó Aurenthal y que al final se evidencia como Tomas Bennet, el editor. La novela, desde luego termina con la victoria de Gabriel, Steve y Howell sobre el editor, al vencer en la historia maravillosa Rijart al dragón que no es más que un disfraz del espíritu, espectro del mal y así restituir el tiempo literario global.
A pesar de algunos juegos con el lenguaje, sobre todo de palabras y la mezcla de lo maravilloso con las leyes naturales, en un perfecto e inalterable mundo (el lector nunca se siente agredido por la aparición de elementos maravillosos, como los temblores, la lluvia, la tormenta, la desaparición de los libros y al final su nueva aparición, los encantos, guerras, elementos mágicos, los sueños y todos los elementos utilizados por este tipo de novelas) verosímil, la novela no alcanza un valor literario, se queda en el simple entretenimiento. El narrador omnisciente, muy cercano al autor, interviene constantemente en lo narrado, se torna moralista, pedagogo, da juicios de valor, apela al lector social y defiende abierta e intrínsicamente un código de valores tradicional, programado, consolatorio. Su crítica superficial se encamina un tanto a censurar cualquier libro que cuestione la sociedad vigente, lo abiertamente establecido y, a todas luces injusto y consolatorio. Hay una defensa, como tesis del valor del libro (ciertos libros), sobre todo los clásicos y algunos betsellers (Julio Verne y los autores de novelas negras) pero nunca pone en duda la validez y necesidad del código moral de la sociedad que vivimos.
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