SALUDO A LA AURORA
¡Salve, Aurora, rosa del cielo, símbolo de todo renacimiento!
¡Sale, ave del Sol, portadora de la Luz!
¿Surge y resplandece, en la montaña y en el mar, coronándolos de oro, y lleva a la vida del Hombre el ritmo de tus liras de luz!
¡Tú eres el Himno de la energía universal hecho fulgor!
¡La tierra se alza conmovida, cual enorme cabeza sedienta de infinito a recibir tu beso redentor!
Eres la madre, ¡oh Aurora! De los que en el mundo pertenecemos al linaje de la luz.
¡Danos el ser creadores!
¡Danos el comprender los misterios del Cosmos!
¡Danos el penetrar en nuestros destinos!
Danos el privilegio de saber que somos artífices de la evolución del mundo en el taller de nuestras almas; y concédenos que, sabiéndolo, podamos reflejarte, maravillosa como eres, en las primaveras de nuestro corazón.
Danos el adornar nuestra cabellera con un destello de tu plumaje de estrellas, para que alrededor nuestro, la vida sea luminosa.
De ti nos viene la luz y sentimos que en ella flota una infinita capacidad de perfección, la cual, requiriendo un impulso de todas las fuerzas de nuestro ser, tórnase en nosotros en una potente agitación de ideales.
Por eso, ¡madre resplandeciente, te pedimos que, dejándonos seguir el ritmo de tu fulgor divino, nos permitas aspirar a ser, sobre la noche de todos los errores, la Aurora eterna del Espíritu!
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