Estimado ...
Comencé a leer tus cuentos y antes de concluir (faltan algunos) deseo hacerte dos propuestas:
1. Le sugiero como nombre de los cuentos el siguiente "Vivencias de Chilly". Y esto tiene implicaciones. La primera es dejar que sea la niña quien narra. Yo le daría una 38 para que te meta un balazo (violencia de hoy) y la dejes ser ella. Que sea su voz la que narre, viva, exprese, sueñe, sienta, sufra, y no la autoridad detrás de ella que le diga lo que debe hacer. Si escogieras esta propuesta, entonces tu papel es secundario, casi nulo. Te limitarías a señalar detalles pequeños que permitan un tanto la fluidez del relato de la niña. Y esto significa mucho. Tenés que dejar que ella "Sea" y no lo que tú quieres que sea. Explico: Si ella quiere jugar y no limpiar su cuarto, así será. Si cree que el color del cabello rojo es precioso y no le importa que sus padres no lo tengan rojo, así será. Esto es grave porque te echa a perder tu código preestablecido de lo que es bueno y malo, de cómo deben ser los niños, lo que deben hacer y pensar. ¡Te la puse fea! Te acordás del Clis de Sol de Magón, esa burla soez al campesino. Machismo, prejuicios, falsos valores, etc., todos juntos. ¿Le importa a un niño si él es rubio y su padre negro? Aún más ¿le interesa saber su origen paterno?, o ¿será a los adultos maliciosos, suspicaces, malévolos a quienes les agradan burlarse de los demás, y si estos son un tanto ignorantes, cuanto mejor? y lo que es peor, humillarlos con la frasecita esa: Eres hijo del lechero, que por cierto hoy ya no existe sino en las mentes... ¡Qué prejuiciados somos! ¡Cómo nos esforzamos por hacer sufrir a los niños y jóvenes con el látigo de la burla y el choteo! ¡Ese pelo te lo voy a cortar! (¡pobres ministros si fuesen sus alumnos!)
Si queremos que ellos sean como nosotros, vamos por mal camino. Ellos deben ser como ellos quieren ser, eso sí con apego a principios elementales: Ser felices, ser libres, ser ellos y no lo que otros desean que sean, siempre y cuando nunca se hagan daño así mismos o a los otros. Disfruten la vida, vívenla pero sin perjudicarse ni dañar a nadie y en ese nadie incluyo a los humanos, los animales y el ambiente. El otro principio es ser responsable, de su vida y de sus acciones. Esto incluye la vida social entre pares y disímiles. Ésta es una sociedad de la multiplicidad y debemos respetarla como tal. Nunca hemos sido "igualiticos" como se ha pretendido.
La educación, y tus cuentos tienen ese fin, aunque no explícito, no consiste en dar, forzar o imponer normas, moldear, modificar, codificar a los seres vivos llamados humanos, utilizando la cantaleta de que ¡hay que enseñarles los verdaderos valores como si existieran falsos valores! Hoy se perdieron y hay que salir con canfineras a buscarlos. Antes sí los había. ¡Qué hipócritas que somos! Primero les damos el ejemplo de que en esta sociedad de consumo lo más importante es el dinero y no importa cómo lo consigamos y después queremos que no maten para lograrlo. ¿Qué se mueve sin él? Poderoso caballero es (hoy) don dinero y lo fue ayer pues Quevedo no está vivo. El vil metal dicen algunos y luchan por conseguirlo sin importarles los medios empleados.
Y ¡qué decir - y está en uno de tus cuentos- de la violencia en la enseñanza. Hoy se prohíbe el castigo físico. No más zapatazos o borradores sobre la cabeza o arrodillarse sobre granos de maíz, a pesar de que algunos lo añoran y sutilmente lo sugieren, como lo hace Don Beto, pero se disfraza de otras maneras: ¡Te ordeno que limpies el cuarto! Y la niña prefiere jugar, soñar. -No quiero, mamá, le responde insolentemente y la madre que sabe que no le puede quebrar el leño de la escoba en la espalda acude a la pedagogía ¿moderna? de: Si no la haces, vive con ella. Y la niña sufre su propia inmundicia, ¡qué castigo ejemplar! Pero, no es peor el castigo psicológico, muchas veces, que el castigo físico. Ese estira y encoge a ver quién gana ¡será una buena manera de educar? O no sería mejor lograr el objetivo de inmediato y en forma más eficaz, por ejemplo, si la madre o el padre toman, por la mañana la escoba y le regalan a la niña otra más pequeña y juegan con ella a limpiar y cantar y reír. Les juro que después de tres veces la niña lo hará solay alegre. Pero ¿serán capaces los padres "correctos" de permitirle a la niña acomodar las cosas según ella lo desee y pegar la imagen de... en vez del señor triste y lleno de llagas que está en la pared? Lo dudo y ahí comienzan los problemas. Es que los adultos queremos que nuestros hijos se parezcan a nosotros y a ellos eso no los convence. ¡Mi hijo será "palero" como yo! - dice el campesino orgulloso - o jugador, o doctor, o ingeniero. Nunca dirán que será político ladrón como... porque son muy hipócritas. Y el niño quiere ser como él mismo. Y seguir siendo, pues nunca terminará de ser.
Y no sigo, pues sospecho que ya estás enojado, amigo, con este viejo majadero. Pero yo solo sugiero pues sé que es usted y solo usted quien debe escoger lo que haces.
2. El otro camino es quizás más fácil. Corrige los cuentos y los pasa en limpio y los manda a publicar. Es posible que a los adultos les agraden y hasta le den el Magón...ja, ja, ja, y ello está dentro del verosímil de nuestro medio literario, o en el peor de los casos los que más saben lo declaren desierto.
Benedicto Víquez Guzmán
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