Desolación....No. 2 -continuación y final-

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-¿Por qué nos hemos quedado tan solos? .Preguntó al hombre que miraba el disco rojo perdiendo

intensidad-

-No podía ser de otra forma. Al final siempre estaremos solos. Somos el muerto que ha sido acompañado hasta el panteón y que ahora que el último rito llega a su final se queda en soledad.

-Es demasiado triste que sea así.

-¿Morirías tú por él?

La mujer se quedó pensando y acarició su vientre abultado. Sintió una leve patada de aquella niña que se desarrollaba en su vientre y vivió el remordimiento de haberla traído a un mundo a punto de extinguirse.

Habló con su hija implorando su perdón:

-Hija mía, en mal momento llegas, no habrá para ti la luz que ha de servirte de faro. Nuestro mundo muere en el día en que tú buscas nacer. Si puedes volar a otro mundo donde aún exista esperanza, vuela. Huye de este mundo maldito adonde llega todo a su final.

Un fuerte dolor la hizo encorvarse ante la mirada impasible del hombre con la piel sobre sus hombros.

Aun tuvo fuerza para preguntarle:

-¿Qué animal cubre tus hombros?

-Es la piel del último cordero.

-No hay consistencia en tus palabras y tus actos si te vistes con la piel de un animal que extinguimos.

-Yo no la visto, la habito.

La mujer sintió de nuevo la punzada en su vientre que le anunciaba que su hija estaba por nacer, se tendió sobre la arena, a escasos metros de la multitud que seguía cantando con su voz ronca: .Desolación, ha venido

la desolación, ay de aquellos que viven en nuestros días.. Pronto la muchedumbre era legión y formaba un círculo alrededor de aquella parturienta que apretaba la arena estéril en un intento de arrancarle vida a aquel planeta en plena agonía.

El hombre que habitaba la piel del cordero caminó hacia el mar y tocó con un dedo las frías aguas que

súbitamente crecieron hasta alcanzar las piernas de la mujer y subir por sus muslos hasta empaparle el

vientre. Las aguas se tiñeron de rojo y la multitud miraba expectante mientras continuaba con su canto.

El hombre miró al cielo y en una lengua muerta pronunció una oración. El sol se estremeció y en una

convulsión lanzó un último suspiro.

La mujer apretó los puños y su cara palideció.

-¿Morirás tú por él?

La mujer empapada en sudor y lágrimas extendió la mano hacia el hombre con la piel del cordero.

-Yo vestiré la piel.

-¿Morirás tú por él? -Repitió el hombre acercándose a la mujer en agonía mientras la muchedumbre

callaba.

-Moriré por ella .gritó la mujer y en su último esfuerzo empujó a su hija hacia las manos del hombre que la esperaba, luego expiró.

El hombre tomó a la niña entre sus manos y la elevó al cielo.

-He aquí a Génesis .dijo con profunda voz y quitándose la piel de sus hombros cubrió el cuerpo sin vida

de la mujer. Una brisa suave agitó sus cabellos. No era el aire pesado de la desesperanza que respiraban los visitantes a aquella isla, era un viento diferente, fresco, nuevo. El hombre sonrió y depositó un beso en la frente de la mujer, luego, dirigiéndose a la multitud dijo:

-Hoy presenciaron el fin del mundo y han sido testigos del renacer de la esperanza, la copa que se había rebosado otra vez está vacía, vayan por el mundo llevando un poco de la esperanza con la que hoy han sido bendecidos.

La multitud se dispersó hacía todos los rincones del planeta, mientras en la arena de aquella isla, yacía la mujer con la piel del cordero. Ya no cantaban roncamente .desolación, ha venido la desolación, ay de aquellos que viven en nuestros días..

1 Comment

Un cuento excelente, con mucho de arte y sobre todo mensaje

Así es, gracias por su comentario.
Saludos,
Benedicto Víquez Guzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 9 de Agosto 2012 7:32 PM.

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