Pedro Arnáez es la quinta novela del autor y la publicó en 1942.1
Es la historia de este personaje contada por un doctor que accidentalmente tuvo tres encuentros con él y logró conocer su vida de labios de él.
Pedro Arnáez, apenas un jovencito de escasos quince años perdió a su padre después de que se disponía a regresar a su casa, víctima de los tiburones. El muchacho huye de la zona costera, hacia las montañas. En un poblado encuentra una vieja que le da café y dormida en su rancho y escucha las tragedias de unos boyeros. A la mañana siguiente, sigue el viaje con ellos. Se intercala luego la narración en primera persona de la vida del doctor y su viaje a la bananera, con el fin de levar a cabo una campaña de salud. Toma el camino de Carrillo hacia Guápiles y una vez establecido, visita la cantina del lugar. A la salida un joven le acompaña y en la tienda de don Goyo, establecen un largo diálogo. Es Pedro Arnáez que con gran amargura cuanta al doctor parte de su vida y censura la sociedad que le toca vivir, así como los valores sociales. , la política y otros aspectos importantes. Enfrenta el campo a la ciudad, Europa y estos países de Centroamérica y se muestra pesimista y derrotado. Ha estudiado en la biblioteca de don Goyo y se presenta como una persona culta. Este es el primer encuentro y que el doctor-narrador llama "cerebral".
La novela transcurre con la estadía de Pedro Arnáez en una pensión de San José. Ahí escucha discusiones de tipo político, enfrentamientos entre liberales, conservadores y jóvenes marxistas, pero no participa directamente. Después de varios días de llevar una vida rutinaria, sin trabajar, aparece en la vida de Pedro Arnáez, Cristina, una joven que vivía en la pensión y solía limpiar su cuarto. Después de algunos días de no presentarse a realizar las tareas de limpieza, Arnáez comienza a impacientarse, hasta que un día que pensaba preguntar por su salud, ella aparece en su cuarto. Así, casi en secreto y en silencio, Arnáez establece con Cristina, un romance intenso, hasta llegar a unirse a ella. Este romance transforma la vida de Arnáez, lo socializa, lo humaniza y comienza a trabajar en un aserradero. Encontró la felicidad en el amor y el hogar al lado de Cristina. Poco después ella queda embarazada y cuando estaba a punto de dar a luz, Arnáez acude a buscar un médico para que la asistiera. Es la segunda vez que se encuentra con el doctor-narrador. Él visita la pensión, ve a Cristina y verifica que el parto es difícil, pues el niño está trasversal. Recomienda un especialista y el mismo asiste al alumbramiento. El niño se salva pero Cristina muere. Luego de algunos días, el doctor visita a Pedro Arnáez para saber de él y el niño, pero le comunican que se han ido.
Pedro viaja a El Salvador y ahí se establece con los indios, busca una nana para su hijo y se dedica a cultivar la tierra ajena. Por su parte el doctor realiza un viaje a México con un amigo salvadoreño llamado Jacinto, condiscípulo suyo en Europa y médico como él. A solicitud de su amigo decide pasar una temporada en Salvador con los padres de Jacinto.
Comienzan los levantamientos populares en los poblados salvadoreños y la lucha cobra fuerza y amenaza con convertirse en tragedia. Arnáez participa en ella y es herido en una pierna. Tras algunas acciones huye de la guardia y accidentalmente escucha a un cabo que narra cómo hirieron a un joven de 12 años. Se da cuenta que es su hijo y decide buscarlo. Por otra parte, el doctor-narrador y Jacinto realizan labores de atención médica a los continuos heridos que llegan del campo de batalla. Así cae en sus manos el hijo de Pedro Arnáez con un fuerte golpe en la cabeza. Decide operarlo y cuando se disponía a ejecutar la operación se encuentra con Pedro Arnáez, en el hospital. El doctor realiza la operación con éxito y Arnáez es tomado preso cuando llegaba a Santa Tecla. El doctor realiza todas las gestiones posibles para verlo y obtener un salvoconducto, pero después de conversar durante la noche con Arnáez, regresa a Costa Rica. Su amigo Jacinto sigue sus operaciones en El Salvador pero el doctor no logra saber más de la suerte de Arnáez. Ocho años después, el doctor realiza un viaje a San Carlos con sus hijas y novios y ahí escucha la historia de que, en la montaña, hay un viejo con su hijo, que le llaman loco y que enseña a los indios los conocimientos necesarios para salir del analfabetismo.
Pedro Arnáez evidencia un importante fatalismo. Los acontecimientos aparecen por casualidad, por obra del azar. Algunos críticos señalan el carácter ensayístico que presenta, sobre todo por las fuertes y largas discusiones ideológicas y religiosas entre los personajes. Hay una fuerte censura a la sociedad presente (de la novela) por lo que representa un pasado mejor. Se vislumbra un futuro mejor, con valores positivos pero no se proyecta, sólo queda como una virtualidad.
El desarrollo de la novela ocurre en la Ciudad, San José y en El Salvador aunque el personaje vive con los indios y en la montaña, estos estratos sociales son poco tratados y el interés del narrador no va más allá de las tesis presentadas por el narrador y soportadas por Pedro Arnáez. Esto lo hace manipular al personaje según sus necesidades ideológicas, así lo lleva a El Salvador sin aparente razón, lo hace vivir en la ciudad sin justificación alguna, presenta una biblioteca en Guápiles de gran proporción, en manos de un gamonal que enseñaba la cultura, entre otros a Pedro Arnáez. Lo mismo ocurre con el viaje del doctor-narrador a El Salvador y la creación de un condiscípulo suyo salvadoreño. Todo escapa a cierta verosimilitud de la misma novela y más a la necesidad de forzar los encuentros entre Pedro Arnáez y el doctor-narrador.
El narrador- doctor cuenta la historia de Pedro Arnáez, después de ocurrida, lo hace en primera persona, algo así como un testigo o partícipe de la acción en algunos casos y se presenta con un saber olímpico, omnisciente cuando no está presente que se acerca al autor. Estas manifestaciones del narrador desde ambas perspectivas aparecen en el texto, a veces simultáneamente. Es una técnica que persigue dar credibilidad a lo narrado o presentar cierta historicidad para impresionar al lector. Por ello bien podríamos sustituir la tercera persona del narrador omnisciente por la primera del narrador testigo sin alterar la historia contada:
"Volvió (volví) a tenderse (me) y durmió (dormí) algo. El cansancio era tan completo, que fácilmente se (me) dormía (dormí) sobre la dureza del frío que comenzaba a saltar por entre las ramas y las estrellas. Lejos, el grito de un coyote, erizado de escalofrío, se sumió a los rumores de la selva. Pedro Arnáez (yo) se (me) incorporó (incorporé) bruscamente. Aquel animal venteaba la muerte. Sus (mis) quince años le (me) temblaron de miedo. Ahora sentía el frío dentro de las (mis) carnes, por los huesos, recorriéndole (recorriéndome) los nervios."1
Los últimos datos los conocería mejor un narrador protagonista o un personaje, más que un narrador omnisciente.
Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos que esta novela es un incipiente modelo de novela de personaje con una fuerte carga ideológica que la convierte en una propuesta de tesis. El presente es absurdo, la sociedad corrupta, el pasado no regresa y el futuro apenas se vislumbra pero lejos de la mirada de los personajes. La carga pesimista y la fuerte dosis ideológica, no le permiten otear un futuro mejor ni ayudado por las ideas socialistas y tampoco pareciera estar muy convencido de las liberales- positivistas, aunque se incline por éstas.
En 1935, luego de salir a la luz El Infierno Verde, en el periódico La Hora que dirigía José Marín Cañas, con la colaboración de Adolfo Herrera García, se anuncia la publicación en los próximos días de una novela por entregas llamada La reconquista de Talamanca de autor desconocido. Así apareció del 27 de marzo al 15 de abril de 1935. Nunca se supo quién era el autor. Fácilmente se puede afirmar que fue el mismo José Marín Cañas.
La novela amorosa y lineal narra los conflictos entre dos triángulos amorosos. El primero es entre Alcides e Isabel Vega y un joven colombiano con un alto puesto en la Compañía bananera, llamado Porfirio Rojas. EL segundo triangulo lo forman Óscar y Ana Teresa González que es la hija de Isabel y el colombiano. El negro Walton así lo confirma.
Este negro a pesar de ser sujeto de burlas, aparece como una fuerza peligrosa capaz de extender el poder de los negros por toda Talamanca y apoderarse de la Compañía y con ello la destrucción de los blancos.
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