El novelista mexicano Jorge Volpi publicó en el año 2012, la obra La tejedora de sombras, novela que se la publicó Planeta y ganó el premio Iberoamericano de narrativa.
Esta novela, narrada desde un yo, sujeto de la enunciación plantea desde el principio que es el final de la historia, uno o varios triángulos amorosos que en ocasiones resultan ser cuadrados y cuyos terceros personajes, los no oficiales, suelen ser muchos y diferentes, sin importar condición social u otros rasgos.
La relación de unión libre entre Cristiana Morgan, una estadounidense (1897-1967), psicoanalista diletante y estudiante de arte y el psicólogo Henry Murray (1893-1988) y en varias ocasiones pacientes de Carl Gustav Jung. Ambos son casados antes de conocerse y eso les sirve de pretexto para justificar sus infelicidades.
Tanto Cristiana como Murray son hijos de una clase social rica y durante toda la historia dejar explícita una forma de relación amorosa, más cercana a lo sexual ocasional que a una relación permanente alimentada por el amor.
La hipótesis, a nuestro juicio es los humanos deben vivir libremente las relaciones amorosas y no importa quién sea el elemento de la pareja, un amigo, un joven ocasional, una estudiante, etc. La relación permanente y entre dos individuos pareciera que se deja de lado y se impone otro código.
Esta libertada absoluta permea toda la novela y cobra supremacía en ella. Y se torna repetitiva y retórica.
Otro aspecto que deseamos reseñar es la preponderancia que se le da a la condición de profesional. Acapara todo e impide cualquier otro aspecto importante. Así los personajes Cristina u otros implicados con ella, unas veces están con ella pero la mayoría de veces radican por tiempos indefinidos en otros países y lo mismo suele pasarle a ella. Visitan clínicas, y hospitales psicológicos por períodos varios y establecen relaciones sexuales con profesores o estudiantes sin importar más que su propia condición de persona experimental.
"Y hoy estamos aquí, en Florencia, él me ama y yo lo amo, y apenas nos toleramos si no es rodeados de amigos, de Harry y Jo, incluso de Mike y de Verónica; cualquiera que nos haga olvidar en lo que nos hemos transformado". P. 22.
Y, a pesar de convivir Cristiana con Jung, y éste vivir con su esposa y las alumnas que alguna vez fueron sus amantes preferidas y exponerle su diario, la verdad es que en toda la novela conceptos estimados por el psicoanalista, casi no entran en el análisis. Me refiero a los arquetipos, el "animus", y la "anima" y quizás el más importante como lo es "la concienciación".
El lector siente que casi toda la historia narrada está llena de lances sexuales, conversaciones profesionales, reproches, frustraciones y casi ninguna felicidad. Aún las meditaciones de Cristiana frente al mar se tornan solitarias, y llenas de ansiedades que nunca se satisfacen. Y no importan los lugares que visiten y los hoteles que los abrigan y menos los amigos o desconocidos que los acompañen por las noches:
Para ser directos, afirmamos que ese discreto encanto de la burguesía profesional, más que felicidad lo que provoca es una vida insípida, llena de apariencias tanto sexuales como profesionales que en el caso de cristiana tocan el límite con las llamadas percepciones.
Podríamos afirmar que es una novela corriente, tradicional, aburrida y hasta escrita con algunos descuidos del lenguaje y carente de interés aún para los especialistas en la psicología.
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