ESCUELA NORMAL DE COSTA RICA
Señor Secretario de Estado en el
Despacho de Educación Pública
San José
Señor Secretario:
Tengo el honor de enviar a Ud. el informe reglamentario acerca del trabajo de la Escuela Normal en el año 1926. No trato de presentar un informe detallado sino, como en años anteriores, una exposición relativa a algunos de los aspectos de la vida del establecimiento. Usted nos hizo el servicio de estar presente en la reunión de padres y encargados de familia que se efectuó como parte del programa de clausura del curso y tuvo así oportunidad de oír las extensas apreciaciones del suscrito Director sobre las principales dificultades opuestas a la labor. Entiendo que esa circunstancia me exime de referirme aquí a ellas especialmente. También nos hizo usted el honor de colaborar en tal asamblea con una breve exposición, oportuna, acertada y generosa, que mereció aplausos de todos los concurrentes, pues las promesas que uD. Tuvo a bien hacerle a la Escuela significan para ella la solución de múltiples y serios problemas. Algunos de ellos han sido, por largo tiempo, grave obstáculo.
Precisamente se reunirá en estos días el Consejo de Profesores para estudiar las situaciones de deficiencia a que Ud. Y yo hubimos de referirnos, y buscar los medios adecuados al mejor aprovechamiento de los servicios que Ud. Se muestra dispuesto a prestar. En esa reunión repetiré el concepto que me hace consignar aquí: la Escuela, si Ud. La ayuda a adquirir el material didáctico que más necesita y a hacerle al edificio las reparaciones más urgentes, le será deudora de grandes beneficios. Y justamente esperamos que la trascendencia de ellos no se contenga dentro de los límites de la provincia de Heredia sino que se extienda, por medio de la actuación de la Escuela, a las escuelas primarias del país.
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La organización del personal del establecimiento fue propuesta oportunamente a la Secretaría de Estado para su aprobación.
Con excepción del Médico de la Escuela, Dr. Zamora, trabajaron las mismas personas que en el curso precedente, aunque en algunos casos hubo diferencias en cuanto a la distribución de las lecciones. El curso venidero exigirá algunos cambios. En el momento oportuno los propondré a la Secretaría con las explicaciones del caso.
Estoy satisfecho de la mayor parte de los profesores y empleados. En lo que dice relación al personal administrativo no solo estoy satisfecho, sino que debo elogiar a las personas que lo forman, pues tras realizar cumplidamente el trabajo que les corresponde, se encargan de labores complementarias sin las cuales no sería posible hacer todo lo que la Escuela demanda. Algunos empleados deberían recibir mayor remuneración, como el encargado de la biblioteca, ya que la importancia de ésta y su organización imponen la ejecución de un trabajo que a veces resulta ser excesivo. Hay que apreciar en los informes de ese empleado la actividad que la biblioteca supone, así por la atención de la lectura de los alumnos y maestros, como por el servicio de encuadernación que ha establecido, como por el intercambio de publicaciones. Gracias a este servicio, que constituye una de las preocupaciones dominantes del señor Umaña, la biblioteca ha enriquecido considerablemente su depósito de publicaciones. Si en la Escuela no se ha hecho sentir mucho la necesidad de textos que otros colegios revelan, ello se debe atribuir al funcionamiento de la Biblioteca. Los profesores, en su mayoría, han adquirido la costumbre de recomendar obras de consulta; los alumnos, en su mayoría, han adquirido el hábito de consultar; y el bibliotecario se ha esforzado acertadamente por satisfacer los propósitos de ambos. Un empleado a quien se remunera justamente podría dedicar más tiempo al cuidado del departamento y eso haría posible que el horario respectivo se adaptara más convenientemente a las necesidades de la Escuela.
Si alguna vez llegáramos a estar en aptitud económica de contemplar otros intereses de la organización administrativa, trataría yo de que se pensara también en introducir cambios radicales en el sistema de dirección disciplinaria de las señoritas.
Acerca del personal docente he de manifestar que en ciertos casos debe adoptar la Dirección en el próximo curso, medidas especiales para obtener un cumplimiento más estricto. Son muchos los profesores, en cambio, cuyos servicios a la institución sobrepasan los límites de la exigencia reglamentaria y muestran una actitud que, si se atiende a lo exiguo de la mayoría de las dotaciones, bien merece que la Escuela la juzgue abnegada y se enorgullezca de hacer descansar en ella buena parte de los fundamentos morales de su función.
El informe del Secretario sobre el estado de fondos que la Escuela recibe, indica, como todos los años, en qué medida contribuye el profesorado, noble y eficazmente, al desenvolvimiento de afanes y actividades que sin ese concurso no prosperarían. Dentro de las posibilidades pecuniarias del profesorado, viene a ser muy grande la contribución que ha aportado y que ha servido, en varias formas, para favorecer a los estudiantes. Por cierto que a este propósito hacía yo notar en una de las recientes sesiones del Consejo de Profesores, la conveniencia de autorizar a la Dirección para que, bajo el contralor de la Secretaría de Estado, se paguen, con ingresos extraordinarios, ciertos servicios de algunos profesores que las condiciones reglamentarias no permitirían incluir en el presupuesto ordinario. Los profesores recibieron con simpatía la insinuación, por constarles que hay compañeros que trabajan en condiciones de verdadero sacrificio.
Una breve enumeración da idea del trabajo extraordinario de la mayoría de las personas que integran el personal.
Don Samuel Sáenz, Secretario de la Escuela, ha desempeñado prácticamente, con celo encomiable, las funciones de un Subdirector y por todos los medios a su alcance y con respecto a la mayoría de las actividades, ha prestado servicios que no caen dentro de la órbita de sus obligaciones.
Don Salvador Umaña, cuyo trabajo difícilmente le deja algunos minutos libres, ha dirigido el Centro de Encuadernación y ha participado en las labores de la Sociedad de Graduados.
Don Tranquilino Sáenz ha tenido a su cargo uno de los años, como profesor Jefe, ha presidido las sesiones de la Comisión Protectora de Alumnos Pobres, ha colaborado en asambleas y, en general, en las actividades libres.
Don Tobías Retana ha tomado a su cargo uno de los años, como profesor Jefe, ha dirigido un Centro de Trabajos Manuales, ha dado lecciones en reemplazo de colegas y ha colaborado, en general, en las actividades libres.
Don Alberto Garnier ha tenido a su cargo uno de los años, como profesor Jefe.
Don Ricardo Solís Molina ha tenido a su cargo uno de los años, como profesor Jefe.
Don Rafael Cortés ha dado lecciones en reemplazo de compañeros y ha colaborado, en general, afanosamente en actividades libres. Ha pertenecido también a la Comisión de Espectáculos.
Don Hernán Carazo ha tenido a su cargo uno de los años, como profesor Jefe, ha dado lecciones en reemplazo de compañeros, ha colaborado en actividades libres, de preferencia en trabajos extraordinarios de agricultura y ha pertenecido a la Comisión de Espectáculos.
Don Rodolfo Quesada ha prestado servicios en la orquesta.
Don Luis Odio ha colaborado en las actividades libres, ha prestado servicios en la orquesta y como miembro de la Comisión de Espectáculos se ha encargado de dirigir las exhibiciones cinematográficas.
Don Abraham Molina ha dado lecciones en reemplazo de profesores, ha pertenecido a la Comisión de Espectáculos y ha colaborado en la Sociedad de Graduados.
La señorita Lola Irías ha dado lecciones en reemplazo de compañeros, ha tomado a su cargo un año, como profesora Jefe y ha pertenecido a la Comisión Protectora de Alumnos Pobres.
La señorita Angélica Gamboa ha dirigido el Centro de Encuadernación, ha tenido a su cargo uno de los años, como profesora Jefe y ha pertenecido a la Comisión Protectora de Alumnos Pobres.
La señorita Adela Ferreto ha pertenecido a la Comisión Protectora de Alumnos Pobres y ha colaborado, en general, en las actividades libres.
La señorita María Julia González ha pertenecido a la Comisión Protectora de Alumnos Pobres y ha colaborado, en general, en las actividades libres.
Lo mismo que se dice de la señorita González hay que decir de la señora doña Cristina de Beer y de las señoritas Susana Víquez y Lilia Quesada. Con el agregado de que la señora de Beer y la señorita Quesada han tenido a su cargo un trabajo excesivo en relación con las actividades libres.
Don Rafael Salas ha colaborado en algunas actividades deportivas.
También la señorita Lucía Buthier, quien, además, ha colaborado en otras actividades y ha tenido a su cuidado la organización de un club.
Don Juan Ramón Bonilla ha colaborado en las tareas del Centro de Encuadernación y ha iniciado trabajos encaminados a que el Departamento de Dibujo adquiera el material que necesita.
Conviene tomar nota también de que varios profesores han ayudado a los alumnos más pobres a comprar el material que les hacía falta para sus estudios.
En el aspecto didáctico del trabajo de los profesores, el juicio de la Dirección es o tiende a ser favorable con respecto a la mayoría de los casos. En el informe correspondiente al año 1921, y en el año 1922, hube de referirme con algún detenimiento a los progresos que a mi juicio debe conquistar la Escuela en el campo de los métodos y procedimientos. Pienso ahora como pensaba entonces, pero, aunque reconozco que la tendencia dominante es conveniente a las aspiraciones sustentadas, veo con mayor claridad que dentro de las circunstancias en que se realiza el trabajo, no es fácil, sino de manera muy lenta, la producción de aquellos progresos. No obstante veo también que si, a veces, se ha perdido en extensión, en cambio se ha ganado en intensidad. En ciertas asignaturas los avances son evidentes; en otras, aparecen posibilidades que son indicio de que el progreso, ya definido, no tardará en manifestarse. Los casos que se podría decir que acusan un probable estancamiento, representan por fortuna, la minoría. Confío, sin embargo, en que lograremos dominar esa situación. Si llegáramos, como desde hace tiempo lo deseo, a disponer de medios que facilitaran una apreciación objetiva de los resultados, quizás llegaríamos a encontrar que las deficiencias cardinales que ellos denunciaran no provendrían siempre, ni siquiera de modo principal, del espíritu del profesorado, sino de las circunstancias que la organización de la Escuela impone. Pero no niego así que se ofrece una tarea grande, muy difícil de cumplir con acierto en el país, en cuanto a obtener una más firme expresión del conveniente espíritu profesional.
Es cierto que la educación de la enseñanza a los intereses, capacidades y necesidades de los alumnos, falta en muchos casos, aunque no de manera constante; pero no estoy autorizado por mis observaciones a atribuir ese mal exclusivamente, ni en gran parte, al ánimo que el profesorado pone en su tarea didáctica, ya que en realidad está casi por explorar, a pesar de nuestro deseo, toda esa vasta zona del conocimiento del alumno. Lo que en la Escuela se ha hecho en ese sentido es insuficiente y demanda muchas ampliaciones que no sé se será posible ejecutar en breve tiempo. En relación con este punto, que la tiene a su vez con el referente a plan de estudios y otros (ver informes anteriores), debo confesar que pequé de iluso cuando imaginé que pronto estaría la Escuela capacitada para llevar a cabo las investigaciones y acumular los datos necesarios.
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A propósito del plan de estudios y de acuerdo con las tendencias que he venido expresando en mis informes, he de decir que introduje a principios del año varias modificaciones de detalle en la distribución de asignaturas. Para completar esa pequeña reforma, será preciso introducir algunos otros cambios, también de detalle, en el curso de 1927. La supresión de los exámenes de revisión de conocimientos de enseñanza primaria contribuye a hacer necesarios esos cambios. Quizás no consiga darles la amplitud deseable, pero en todo caso me parecerá preferible la revisión, siquiera parcial, efectuada en clase, al procedimiento de exámenes requerido por el reglamento cuya modificación propuse a la Secretaría.
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Acerca de esa modificación conviene agregar que cuando proponga la unificación de disposiciones reglamentarias que esa Secretaría ha sugerido y que la Escuela desea, tendré muy en cuenta el interés de conservar la influencia del único factor que me había gratos los exámenes suprimidos. Aludo a las circunstancias que obligaban al alumno a emprender ciertos estudios con el solo apoyo de su propio esfuerzo, Espero que ha de ser posible conservar la ventaja sin las dificultades y riesgos que dentro del sistema de exámenes tenía que vencer.
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Algunas de las apreciaciones y algunos de los datos anteriores se aclaran o completan con los siguientes:
En varias asignaturas se ha empleado con provecho, el trabajo por grupos, a saber: Práctica Escolara, Historia, Preparación de Material, etc.
En Trabajos Manuales de varones y de señoritas, y en Costura y Cocina, se ha continuado cultivando el propósito de aprovechar el valor utilitario de esas asignaturas, aunque sin exclusivismos. El señor Secretario sabe que los daños causados por los temblores de 1924 nos obligaron a trasladar los talleres de Costura y de Trabajos Manuales para señoritas, y que las respectivas profesoras han estado obligadas a conformarse con condiciones de suma incomodidad.
En el primero de esos talleres se ejecutaron 497 trabajos y en el segundo 370. Si se advierte que los alumnos son, en general, muy pobres, y que les es difícil obtener el material adecuado a las exigencias de programa, u obtenerlo en cantidad suficiente, se reconoce el mérito especial de los esfuerzos cumplidos.
Por cierto que alguna vez habría que pensar en que el cumplimiento estricto de la ley en lo concerniente a provisión de útiles a los alumnos becarios, exigiría que se les diera -y esto nunca se ha hecho- el material que han de utilizar en las asignaturas llamadas especiales.
El programa de Costura fue objeto en este curso de varias modificaciones importantes. Como anexo al curso de Cocina se dictó uno especial para particulares, a fin de darles la preparación teórico-práctica para los exámenes del Certificado de Aptitud.
El profesor de Agricultura, con su trabajo personal y el de un grupo de alumnos, y fuera del tiempo de horario, rehizo totalmente las cercas del campo agrícola que, gracias a la Junta de Educación, aprovecha la Escuela.
En las lecciones de Economía Doméstica se procuró introducir, discretamente, ciertas nociones de puericultura y evolución sexual. Con los varones se continuó la labor hincada en años anteriores, pero fuera de los cursos ordinarios y sin sistematizar el trabajo.
Las lecciones de Psicología tuvieron en este curso, más intensamente que en los anteriores, un carácter experimental.
Las lecciones de Trabajos Manuales del Tercer Año Normal se organizaron, con más eficacia que el año pasado, de acuerdo con la necesidad de adiestrar ampliamente a los alumnos practicantes en la preparación de material ilustrativo.
El profesor de Inglés, que ha renovado completamente sus programas, comenzó a realizar ensayos para la adopción de tests. El curso de Francés del Tercer Año Normal se dedicó, casi íntegramente, a la traducción de una de las obras pedagógicas del Dr. Decroly.
Han sido notorios los progresos alcanzados en el aprendizaje de Ortografía. Los programas de Lengua Materna fueron modificados en varios aspectos. El profesor no está contento, y con justa razón, de cómo están distribuidas las horas dedicadas al estudio literario y sugiere reformas.
Varias asignaturas se han beneficiado, más extensamente que en otros años, del enriquecimiento de la Biblioteca, a saber: Práctica, Matemáticas, Geografía, Historia, Ciencias Físicas, Ciencias Naturales, Pedagogía y Metodología.
Los estudios de educación del Tercer Año Normal se completaron, como ensayo, con un curso de Psicopedagogía.
En el curso de Ciencias Naturales (Biología) correspondiente al Segundo Año Normal, el profesor ensayó, en los ejercicios bimestrales, ciertos procedimientos de examen recomendados por la Dirección, cuyo uso convendría generalizar, por lo menos con respecto a las principales asignaturas.
La experiencia del laño aconseja, con respecto a las lecciones de violín, que en lo sucesivo sean obligatorias para los alumnos que se inscriben en ese curso facultativo.
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Con motivo de ciertos cargos públicos que se entendió que iban dirigidos contra la Escuela, por causa de la preparación de los maestros especiales, los profesores de las asignaturas correspondientes a los ramos que esos maestros enseñan, se acercaron a la Dirección con el objeto de determinar si era conveniente o necesario que se aceptara la responsabilidad de darles aquella preparación a los maestros ordinarios. Mi respuesta fue negativa. La misma que hube de oponer a los cargos mencionados. No creo que la Escuela posea la aptitud indispensable, ni que sus medios de trabajo sean propicios a creársela. Esto, sin entrar, a discutir por ahora sobre la conveniencia o sobre la posibilidad de obtener, aún disponiendo de los medios, una preparación tan extensa y completa como la que se pretendería. Ciertamente, se podría transformar la organización, con vista de otras o de más amplias finalidades, pero no creo que, al menos por ahora, le incumba a la Escuela el ejercicio de la iniciativa que haría falta.
Se puede pensar también, en relación con estos tópicos, en acentuar la orientación de las asignaturas especiales en el sentido de procurar que aporten un mayor tributo a la preparación del maestro ordinario. Es decir, se puede poner cierto énfasis en determinados aspectos de una tarea que, en realidad, se ha venido haciendo. Una de las formas de conseguir ese efecto consistiría, por ejemplo, en sistematizar el procedimiento que en el año pasado y en éste se aprovechó: el de otorgar certificados de aptitud, -sin valor legal- al alumno graduado que la haya demostrado sobresalientemente, en alguno de los ramos especiales. En 1925 se extendieron 7 certificados de ese tipo; y a fines de este curso se extendieron 4. Como parte de la sistematización, se le pedirían al alumno estudios especiales de significación esencial.
A propósito de tales problemas, algunos compañeros, entre ellos el señor González Flores, han juzgado que sería posible poner en vigencia el decreto No. 17 de 7 de octubre de 1915, con las modificaciones que habría oportunidad de estudiar si el señor Secretario considerase atinada la insinuación. Una organización más simple, más apta para satisfacer las necesidades de la situación actual, conduciría, quizás fácilmente, a un proyecto de inmediata utilidad para la Escuela y para la educación primaria.
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De las compras de material de enseñanza hechas en el año, ha tenido conocimiento la Secretaría al hacer la revisión periódica de las cuentas.
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El consejo de Profesores celebró en el año cinco reuniones.
La primera, el 9 de marzo, para oír una exposición del Director relativa a las normas de trabajo del año y para conocer del resultado del concurso de becas y discutir la adjudicación de las mismas.
La segunda, el 13 de abril, para hacer el estudio de cinco solicitudes.
La tercera, el 2 de agosto, para hacer observaciones referentes a los ejercicios bimestrales.
La cuarta, el 30 de agosto, para hacer un estudio detenido de la situación de cada alumno según el siguiente plan: alumnos bien juzgados, a quienes conviene estimular; alumnos que necesitan examen médico; alumnos cuya conducta reclama especial vigilancia; alumnos a quienes se debe prevenir acerca de la conservación de la beca; alumnos que tienen un número excesivo de observaciones desfavorables; alumnos que revelan posibilidad de perder el curso; observaciones generales sobre salud, aseo, cultura, carácter, etc.
La quinta, el 1º. De diciembre, para estudiar el informe de la comisión de exámenes de grado y declarar el conferimiento.
La comisión encargada por el Consejo para representarlo en aquellos casos en que no sea fácil reunir a todos los profesores, efectuó trece sesiones. Conoció de los siguientes asuntos: solicitudes de alumnos y de particulares, consultas de la Dirección, paseo a Puntarenas, asamblea anual de graduados, fiesta de navidad, plan de estudios, revalidación de títulos extranjeros, problemas generales de la Escuela, etc.
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El informe de la Comisión protectora de alumnos pobres da constancia de que ella se reunió mensualmente. El fondo respectivo se aumentará en el curso entrante, gracias a donaciones de alumnos que provisionalmente han disfrutado de becas y que convinieron en no retirar las pensiones correspondientes a los meses de enero y febrero. La alumna graduada señorita Celia Sáenz, quien no pertenece al personal de la Escuela, ha actuado como Secretaria de la Comisión y ha prestado servicios eficaces.
Para que consten las gestiones de la Junta de Vigilancia de la Escuela Normal y los servicios extraordinarios que la Escuela le agradece al Secretario señor Sáenz, copio a continuación el acta de la sesión de la Junta celebrada el 11 de junio:
"En vista de la nota del señor Director de la Escuela Normal que se acaba de leer y del informe del Ingeniero señor Sáenz que la acompaña, y considerando:
1. Que es de urgente necesidad concluir las reparaciones empezadas en el local del Gimnasio y en la casa anexa a la Escuela Normal, pues el dejar las cosas como están sería no solo condenar a un deterioro rápido las obras en reparación con pérdida de todo lo gastado hasta ahora sin que económicamente se justifique esa pérdida, pues lo que falta por gastar para dejar esas obras concluidas y prestando servicio, es relativamente poco comparado con lo que se ha invertido hasta ahora.
2. Que la Junta, carente como está de recursos, debe salvar su responsabilidad por el abandono de esas reparaciones y la única forma de hacerlo es poner en conocimiento directamente de quien puede resolver esa dificultad la situación en que se encuentra.
3. Que a la Junta le constan los servicios oportunos, gratuitos, eficaces y honrados que el Ingeniero don Samuel Sáenz ha prestado en la dirección de esas reparaciones y su celo extremado hasta suplir de su peculio dinero en la cantidad que los comprobantes indican, con el objeto laudable de evitar un deterioro mayor de esas obras, se hizo moción:
I. Para que se comisione a don José Ramón Solera y a don Luis Felipe González, con el objeto de que se entrevisten con el señor Presidente de la República, le exponga detalladamente el estado de esas reparaciones así como la deuda que con motivo de ellas existe a favor del señor Sáenz, y le suplique en nombre de esta Junta, interesarse por el pago de lo debido al señor Sáenz y por evitar la ruina de esas obras ordenando su conclusión si hay fondos de acuerdo con el presupuesto y, caso contrario, suplicarle encarecidamente los solicite del Congreso para ese urgente trabajo; y
II. Para que se dé un voto de agradecimiento al Ingeniero señor Sáenz por su eficaz y honrada cooperación en los trabajos a que se ha hecho referencia.